Desde el siglo XX, la SECH está profundamente enraizada en la cultural nacional. “La SECH acudirá a todas las instancias, para que se tome consciencia de la importancia que se comience por lo básico, la lectura, el libro que es el fundamento para llegar a construir una sociedad más justa”, precisa la directora de la SECH, Nelly Salas Vargas (Mario Rodríguez Órdenes)
Tiene algo de magia Nelly Salas Vargas. Nacida en Santiago un 24 de diciembre, ha podido construir un maravilloso mundo en torno a la literatura, a las palabras. Sus afanes como escritora, poeta, traductora y economista la colocan en un sitial relevante de la cultura chilena. En 1973, en medio de la difícil coyuntura que vivía el país, siendo muy joven, una beca le dio a Nelly la opción de estudiar en Rusia.
“Tenía que salir un 11 de septiembre de 1973. Me pilló el golpe de Estado en Chile. Fui testigo presencial de las barbaridades de la Junta Militar. Logré salir un mes después. Toda una aventura. Llegué primeramente a Moscú y luego me enviaron a Kiev. En 1974 llego a San Petersburgo (ex Leningrado) a comenzar mis estudios de economía y donde viví 18 años. La ciudad me pareció maravillosa, recorría sus calles todos los días, ansiosa de encontrar la tranquilidad que necesitaba para estudiar; ansiedad y sufrimiento por todo lo que estaba pasando en mi país”, recuerda Nelly.
Años intensos y complejos, de lecturas, publicaciones y fascinación por la poesía. En 1991 regresa a Chile junto a su familia. “Llegué a Chile con mi familia rusa, mi esposo Alexandre y mis dos hijos a mi comuna natal, San Joaquín, a la casa donde había nacido, donde aún vivían mis padres. Para mi vida interior era muy importante llegar antes que mis padres se fueran de este mundo”, relata.
Luego han venido años fecundos. Como presidenta del Centro Literario Ateneo de San Bernardo, desde el año 2002 y después como directora de la SECH colabora en una fecunda tarea cultural. Relevante ha sido su traducción de autores rusos al español, como sucedió con Serguei Esenin. En medio de la pandemia escribió La última estación (Editorial Letra, 2020).
La Sociedad de Escritores de Chile es la institución más representativa de los escritores de Chile, de Arica a Punta Arenas, a través de sus filiales en el país y dos sedes en Londres (Inglaterra) y Nueva York (Estados Unidos). Sus orígenes se remontan al fecundo movimiento cultural de Chile en el siglo XIX, conocido como la generación de 1842, pero su fundación data de 1931, en tanto que la personalidad jurídica le fue otorgada por el decreto N°1904 del Ministerio de Justicia de la República de Chile, el 9 de agosto de 1933. Entre sus hitos, dos de sus miembros, Gabriela Mistral y Pablo Neruda han alcanzado el Premio Nobel de Literatura. Diario Talca conversó con Nelly Salas Vargas, directora de la SECH.
Nelly, la Sociedad de Escritores de Chile está profundamente vinculada con la cultura nacional. ¿En qué momento se encuentra?
“Son tiempos y aires nuevos. Las tareas de esta nueva directiva, presidida por su presidente, David Hevia, su vicepresidenta Isabel Gómez y su directorio, en donde me sitúo en este periodo histórico, están cumpliendo con un papel de transformación de las políticas culturales que se han llevado a cabo estos últimos decenios en nuestro país, período post dictadura. Esto ha sido un largo proceso, en donde hoy se ha profundizado con la claridad y gestión culturales a nivel mucho más desarrollado. Han sido etapas difíciles, procurando mantener las culturas y las artes no sólo para los escritores y escritoras, sino que para toda la gama de artistas que tiene nuestro país”.
¿Qué desafíos le ha significado integrar la mesa directiva?
“Me siento con una gran responsabilidad histórica. Como presidenta de una de las organizaciones más antiguas de Chile y quizás entre las latinoamericanas, el Ateneo de San Bernardo, y como directora de la SECH. Una inmensa responsabilidad que tengo con mi gente de San Bernardo y con quienes votaron por mí”.
La SECH siempre ha querido tener un sello editorial, ¿sigue latente ese propósito?
“Este es un proyecto de largo aliento. Por lo tanto, se ha dado prioridad a otros proyectos que están en cartera del plan de trabajo SECH y que merecen ponerse en primeros lugares como tareas urgentes. En esta primera etapa se están viendo los proyectos que exigen mayor dedicación, como ha sido la Escuela de Escritores y Escritoras. Un proyecto ambicioso de gran resonancia, porque es un sueño de muchos años hecho realidad”.
¿Se piensa extenderlo a la región maulina, por ejemplo?
“De seguro sí, mientras más se extienda un proyecto de esa categoría, mayor producción de calidad se verá reflejada en nuestros libros a nivel nacional. Pienso que es la SECH regional la primera que debe impulsar esta tarea”.
El fin del IVA al libro también es un propósito del programa de la Sech. Este impuesto, ¿cómo perjudica la lectura y la difusión del libro?
“La Directiva está trabajando arduamente en esta dirección, sabiendo que es un tema de relevancia para disminuir el costo de los libros. Única manera de hacerlo accesible no sólo a la comunidad lectora, sino que se amplíe a otros sectores que siempre se han visto postergados en este aspecto”.
La SECH ha tenido una postura crítica ante lo que llama «el grave abandono en que se encuentra la cultura del país»…
“La SECH no descarta ninguna acción que vaya en mejoramiento de las condiciones en que se desarrollan las culturas y las artes en Chile. Gran falencia en un país sumergido en las relaciones económicas neoliberales post dictadura que sólo ha buscado el beneficio a través de la ganancia mediática. La SECH acudirá a todas las instancias relacionadas con esta problemática, llegando a la misma presidencia, para que se tome consciencia, de la importancia que se comience por lo básico, la lectura, el libro que es el fundamento para llegar a construir una sociedad más justa, más digna, en donde todos somos actores y actoras de los cambios que esperamos se produzcan con las nuevas generaciones que hoy dirigen la suerte de Chile”.
¿Cómo se debería encarar esta problemática nacional?
“Mayor apertura a los sectores postergados de la sociedad chilena, enfatizando el rol que ocupa la educación, las culturas y las artes, como vehículos de desarrollo personal y social de las personas. Se está llevando a cabo un proceso de democratización y participación dentro de la SECH de las filiales existentes a la fecha. En los últimos seis meses se han fundado tres nuevas filiales, Curicó, Valparaíso y Conchagua. En algunos temas específicos, se han llevado a cabo reuniones con personeros de diferentes organizaciones para ganar el lugar que debiera tener en el Jurado del Premio Nacional de Literatura, la SECH, dando la batalla porque este premio recobre su capacidad de ser un premio anual”.
Uno de los temas más graves en esta situación es lo que indica un reciente estudio de la Universidad de Chile, que dice que el 84% de la población no entiende lo que lee…
“Evidente, si se lee poco, no existe el entrenamiento de la lectura, lo que termina en una grave deficiencia de comprensión de la lectura en diferentes niveles de escritura. También se está estudiando esta problemática para contribuir a un mejoramiento de esta notable deficiencia en nuestra sociedad, haciendo intervenciones en los colegios, con concursos como es el Premio Sechito que se ha popularizado por su trayectoria”.
En esta problemática alude a una contradicción…
“Exactamente. Entre lo que se afirma en la encuesta de la poca capacidad de comprensión de lectura de chilenos y chilenas y de la denominación de ‘Chile tierra de poetas’. Nuestro pueblo ha caído en las redes de la ignorancia, porque ha sido parte de un programa nacido durante la dictadura cívico militar, desbaratar la principal fuente del conocimiento del ser humano: el libro. Recuerden que en los años 1973-74 y los que sucedieron, hacían hogueras con libros que encontraban durante los violentos allanamientos, sobre todo en las poblaciones que consideraban de mayor resistencia a la dictadura. Aun sigue vigente la consecuencia de aquel negro período de nuestra historia. Pero no sólo actúa la herencia histórica que seguimos cargando, sino que hoy existe un factor de fuerte influencia. Es la tecnología, el internet, las redes sociales que pretenden suplir el papel del libro en la sociedad, azotándonos con muchos avisos, noticias que no siempre tienen fuente creíble”.
Con esta cruda realidad, ¿qué podemos hacer en el ámbito de la cultura?
“Creando políticas estatales para la cultura. En este ámbito la SECH ya ha dado fuertes señales al gobierno del presidente Boric, qué necesita Chile para que los y las artistas, los escritores y escritoras, tomen el lugar que les corresponde en la sociedad chilena, que sean reconocidos como trabajadores y trabajadoras y el aporte irremplazable que ejercen en ésta”.
Nelly, ¿cómo se acerca a la poesía?
“A temprana edad generalmente somos impresionados por muchas cosas que están cercanas o lejanas de nosotros. Las primeras reflexiones que tenemos desde pequeños, pequeñas, nos dan fuertes impulsos para examinar el mundo a través de la palabra. Porque estamos en proceso de conocimiento, absorbemos todo lo que vemos y palpamos. Es infinita la cantidad de cosas que nos provocan y que nos llevan a querer, a través de la poesía, abrazar el mundo con sus fenómenos, sus elementos, sus vivencias, sus encuentros y desencuentros con el ser humano”.
¿Qué influencias recibió?
“De muchos poetas, chilenos tales como los que más nos llaman la atención a temprana edad, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Gonzalo Millán y Jorge Teillier, más tarde, Oscar Castro y muchos más que a medida que uno pasa de una etapa a otra, los va ‘olvidando en el camino’, pero que nos han servido para nuestra formación. Porque seguimos llevando la sustancia que sustrajimos cuando les dimos una apasionada lectura y relectura. Y siguen viviendo dentro de cada uno de nosotros, nosotras, van sumándose junto a las vivencias a través de nuestras vidas. Gran influencia han tenido los poetas rusos, desde mis veinte años en adelante, comenzando por los más revolucionarios como Mayakovscki, Evtushenko. Más tarde, cuando maduré en el idioma ruso, Esenin, Pushkin, Marina Svietaeva, Anna Ajmátova, Turgueniev”.
¿En qué circunstancias conoció al poeta Gonzalo Millán y que significó para usted?
“Gonzalo Millán fue un poeta un tanto para mi extraño. Mi profesora de Artes Plásticas en La Ligua, María Antonieta, una señora ya con sus años, encantaba con su ramo y siempre me incentivaba con la pintura en acuarela. Un día, me dice, Nelly, quiero que te conozcas con un poeta joven que sacó su primer libro, su nombre Gonzalo Millán. Es mi sobrino. En este momento partió la curiosidad por conocerlo. La verdad es que nos encontramos en Santiago, me impresionó su pasión por lo que escribió en su primer libro Relación Personal, estaba imbuido con su obra de tal modo que me leyó varios poemas sin parar. Me impresionó por el contenido y las formas. No era lo que yo había leído hasta ese momento en que yo tenía unos 17 años, adolescente total, siempre limitaba entre la ingenuidad y la desconfianza, temerosa de todo lo que me parecía ‘extraño’ a mí formación. No nos volvimos a encontrar. Fugaz encuentro, pero duradero en el tiempo”.
¿Por qué son tan importantes sus años vividos en Cabildo?
“Cabildo fue parte importante en mi formación como persona. Mis años de mayor alegría, junto a mis padres, cerca de la naturaleza, los cerros, una piscina municipal cercana a mi casa en donde religiosamente nadaba horas; estudiando en una escuelita muy modesta, pero con grandes profesores normalistas. Amaba mi escuela, llegaba temprano porque mi padre me pasaba a dejar a la escuela y me ponía a barrer el patio lleno de hojas, me encantaba hacerlo. Era una niña de 11 años. Vivimos 10 años en Cabildo”.
En el caso de San Bernardo, ha tenido profundos encuentros culturales en el Ateneo. ¿Qué planes tiene?
“Seguir contribuyendo en San Bernardo y para esta ciudad y la provincia del Maipo. He encontrado en esta ciudad la fuente de la inspiración en la literatura, en sus gentes, en su historia. El Ateneo ha sido fundamental en el desarrollo intelectual de mi madurez literaria. He entregado 21 años a esta histórica organización. Estoy contenta con los resultados. Hemos logrado hacer muchas cosas con los y las ateneístas; dos anuarios literarios en donde hacemos participar como el 70% de los escritores y escritoras de esta ciudad. Tenemos una revista literaria artística, Aurora Boreal de Chile que ha logrado mantenerse por casi dos décadas. Está en proceso de elaboración la número 33. Hemos realizado presentaciones en la casa patrimonial de la SECH; hemos ido varias veces a presentaciones en la casa Museo de Pablo Neruda, en Isla Negra”.
En su reciente poemario La última Estación muestra la fragilidad e incertidumbre que vivimos. ¿Cómo está viviendo ese proceso?
“Estos últimos tres años han sido días de incertidumbres, inseguridad; pesadumbre para los que perdieron a sus seres queridos por efectos de la Pandemia. Han sido procesos comunes vividos por todos y todas, en todo el mundo. Se sucedieron los días con noticias mayormente negras, La última estación recoge muchos de aquellos momentos: muertes de seres queridos nuestros, última estación para muchos de nuestros amigos y amigas llevados por efectos de la Pandemia”.
Más allá del horizonte inmediato, ¿visualiza un mundo diferente, más humano?
“Si no pensamos en un mundo mejor, estaríamos nosotros mismos acortando la posibilidad de mejorarlo. Es contribución diaria de cada uno, de nosotros y nosotras. Si no lo sentimos así, estamos mal. Claro que creo en la especie humana, su capacidad para construir un mundo más justo, con amor, justicia, pero desgraciadamente siempre estamos siendo intervenidos en nuestras mejores acciones por la mano negra del sistema imperante. El poder del dinero y la ambición son armas tan poderosas en manos de grupos minoritarios que a través del insaciable deseo del poder económico se utilizan métodos sucios que desarman revoluciones o cualquier intento de construir una vida más digna para el ser humano. No es necesario ir lejos para ver, el ejemplo de Chile. Una revolución democrática terminó en una de las peores tragedias de América Latina y el mundo”.