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ENTREVISTA: “Había bastante evidencia sobre el fracaso del modelo neoliberal en educación”

La educación, señala Cristián Bellei, colaborador de la edición de “En educación: La promesa incumplida”, será un elemento clave en la elaboración de la nueva constitución (Mario Rodríguez Órdenes)

Los temas de investigación de Cristián Bellei, sociólogo de la Universidad de Chile, se refieren a las políticas educacionales, la inequidad educativa, el mejoramiento escolar y los factores asociados a los logros educativos.

La reciente publicación de “Educación. La promesa incumplida” (Catalonia, 2022) bajo la edición de Marcela Ramos y con la colaboración de Cristian Bellei, Manuel Canales, Mariana Contreras, Fabián Guajardo y Víctor Orellana es una valiosa publicación en torno a la educación chilena, que la venían trabajando desde el año 2013.

“Queríamos ver qué tanto se cumplen los supuestos de un mercado educacional autorregulado y competitivo, en el único país del mundo que ha implementado esta lógica a escala nacional, por cuatro décadas, y agregando algunos aspectos más controversiales, como el cobro de aranceles, la selección de los estudiantes por las escuelas, y la evaluación universal de los alumnos vía test vinculados a incentivos monetarios para los profesores y cuyos resultados se difunden abiertamente a las familias y a la prensa. A esas alturas, había bastante evidencia sobre el fracaso del ‘modelo neoliberal’ en educación, pero casi nada se sabía sobre la subjetividad de madres y padres al respecto”, precisa Cristián Bellei durante la conversación con Diario Talca.

Cristián Bellei Carvacho (San Antonio, 1971) es sociólogo de la Universidad de Chile, Máster en Política Educacional de la Universidad de Harvard y doctor en Educación de la Universidad de Harvard. Sus temas de investigación, docencia y publicaciones se refieren a las políticas educacionales, la inequidad educativa, el mejoramiento escolar y los factores asociados a los logros educativos. Entre sus libros destacamos: “El gran experimento” (LOM, 2016), “El Liceo en tiempos turbulentos” (LOM, 2020) y “Ciudadanos, no clientes” (Paidos, 2022).

“Lo particular del caso chileno -precisa Bellei – es advertir cómo la lógica de mercado impuesta al sistema educacional, vinculada al neoliberalismo imperante en muchas esferas de la vida, ha ido moldeando prácticas y visiones, al punto de constituir una especie de subjetividad propia… En aquella subjetividad -efecto cultural de largo aliento del neoliberalismo educacional chileno y en general de la profunda mercantilización de la vida -, podemos observar de mejor modo tanto algunas de sus inercias, como las potencialidades de cambio que echa a andar”, precisa Bellei.

Cristián, la educación sigue siendo en Chile una promesa incumplida. ¿Por qué ha sido tan difícil terminar con la herencia neoliberal?

“En nuestro último libro, Educación, la promesa incumplida mostramos cómo las familias chilenas han debido adaptarse a una lógica de mercado que ha gobernado la educación chilena desde 1980; es decir, ya van varias generaciones de estudiantes y sus respectivas familias que han debido arreglárselas y ser competentes en este sistema. Esto hace que, junto al gran entramado institucional y legal que lo sostiene, se sume la fuerza de la práctica social, la manera en que entendemos y vemos la educación, y el modo en que definimos lo que es ser un buen padre, un buen alumno y lo que es una buena escuela. Esto tiene raíces muy profundas y no se cambia de un día para otro, ni porque haya unas leyes que cambien alguno de sus aspectos, como la Ley de Inclusión, por ejemplo”.

La fallida nueva constitución, que fue rechazada en el plebiscito del pasado 4 de septiembre, ¿qué modificaciones estipulaba en educación?

“La propuesta constitucional en educación buscaba acercar nuestro diseño normativo e institucional a lo que internacionalmente se conoce como un Estado social de derecho. Esto es, garantizar el derecho a la educación de mejor modo, más igualitario y menos discriminatorio, expandiendo la gratuidad y fortaleciendo la educación pública, siempre con respeto a la libertad de enseñanza y la educación privada. También buscaba actualizar la definición de lo que debe ser la educación, sus fines y principios, de un modo más acorde con las demandas del siglo 21, una educación integral y a lo largo de la vida; esto incluía dar rango constitucional a la educación superior y a la educación permanente, entre otros aspectos”.

¿En qué situación quedamos ahora?

“Bueno, formalmente seguimos bajo la Constitución de 1980, cuyo diseño normativo e institucional -en el caso de la educación- es muy pobre, desactualizado, y alejado de los principios básicos de la calidad integral y la justicia educativa. Su diseño general ha sido instaurar el mercado en educación, lo cual ha hecho un enorme daño y ha limitado el desarrollo de un sistema educativo justo, moderno y de calidad. Yo confío en que el nuevo proceso constituyente cambie este estado de cosas”.

La educación será un tema clave en la elaboración de la nueva carta constitucional. ¿Qué aspectos claves debe considerar?

“En mi libro Ciudadanos, no clientes desarrollo una propuesta completa sobre esto. En lo esencial, creo que la educación debe definirse de un modo más amplio, orientada hacia la calidad integral (como se la entiende actualmente en la sociedad del siglo 21); debe regirse por principios generales de bien común, como la no discriminación, la justicia y la inclusión; debe dar mayores garantías a una concepción más rica y generosa del derecho a la educación, que de verdad busque la calidad integral, la equidad y se extienda a lo largo de la vida; debe fortalecer la educación pública como compromiso social institucional para garantizar universalmente ese derecho a la educación; debe respetar la libertad de enseñanza y dar plenas garantías a la educación privada; y debe fortalecer el rol de los profesores y las comunidades educativas. Todo eso se puede hacer de un modo preciso y riguroso. Estoy convencido que esa visión representa a la inmensa mayoría de los actores del campo educacional chileno, y que se ajusta mejor a lo que Chile necesita y puede dar a sus niños y jóvenes”.

Siendo tan relevante la educación para el desarrollo y crecimiento del país, ¿qué daño produce esta incertidumbre en el ámbito educacional?

“No creo que haya ‘incertidumbre’ en educación o que eso sea lo más problemático. Lo realmente lamentable ha sido que la lógica de mercado haya gobernado nuestra educación por más de cuatro décadas, hasta llegar a parecernos natural, o creer que es la única forma posible de organizar la educación. De nuevo, esto es muy claro al leer los testimonios de las familias en ‘Educación, la promesa incumplida’. Aunque a muchas les parece injusto, estresante, deshumanizado, un negocio, o una estafa, no encuentran otra solución que adaptarse y jugar el juego; es lo que un padre y madre responsable debe hacer. Hay que decir que a los estudiantes y profesores tampoco les convence mucho, y que la evidencia científica muestra claramente que tenemos un sistema inequitativo, de baja calidad e ineficiente. En fin, un tremendo desafío que no acabamos de abordar satisfactoriamente como país”.

Si no hay cambios profundos en educación ¿podremos construir un nuevo orden?

“Bueno, yo diría dos cosas. La evidencia muestra que aun en este sistema hay muchas escuelas y educadores que hacen grandes esfuerzos por innovar y proporcionar una educación integral e inclusiva, lo que muestra que siempre es posible. Pero al mismo tiempo, dado que deben remar contra la corriente, los casos son pocos y los logros son mucho menores de lo que podrían ser. Es decir, estoy convencido de que, sin reformas institucionales importantes, Chile continuará teniendo la educación con las deficiencias que tiene. Algunos creen que es solo un tema de recursos e incentivos, pero hay harta evidencia que muestra que ambas políticas, ya probadas en Chile por lo demás, son ineficaces y hasta contra producentes en un sistema mal organizado como el nuestro. Más recursos solo aumentan la ineficiencia y el lucro oportunista, y los incentivos mal puestos producen múltiples efectos indeseados. De ambas cosas Chile puede dar cátedra en el mundo”.

¿Y podría efectuarlo una población atada a las coordenadas del neoliberalismo?

“En nuestro libro ‘Educación, la promesa incumplida’ discrepamos de la interpretación que alguna gente tiene de que los chilenos nos volvimos ‘neoliberales’ y estaríamos culturalmente atados al neoliberalismo. Una cosa es acomodarse al juego y otra estar convencidos de que es lo mejor que se puede hacer. Los testimonios que analizamos no solo muestran familias eligiendo escuelas o comparando ‘ofertas’, también muestran rabia, pena, frustración, temores, desconcierto y desasosiego. ‘Me arrastré como un gusano’ nos dijo una madre para explicar lo que tuvo que hacer para conseguir una vacante en un colegio para su hijo, ¿es ese un sistema educacional que goza de buena salud?”.

Este libro es esperanzador…

“La demanda por una sociedad más justa encontró una de sus expresiones en el cambio constitucional, porque la Constitución del 80’ está inspirada en la idea neoliberal de que no es conveniente garantizar derechos sociales como la salud, las pensiones, la vivienda o la educación de manera igualitaria, sino que cada uno debe competir y trabajar individualmente por obtener un salario para comprar estos ‘servicios’ los cuales a su vez no deben ser provistos por el Estado, sino que deben ser espacio de negocios para empresas lucrativas”.

¿Qué ha producido esto?

“Esto no solo produce una gran fractura social, una sociedad segregada y desintegrada, sino que además reproduce y refuerza en las generaciones más jóvenes las enormes desigualdades de origen porque sus condiciones de vida, crecimiento y desarrollo son demasiado dispares. Por ello, es seguro que la educación junto con los demás derechos sociales serán un asunto clave en la elaboración de la Constitución Democrática y – más en general – en la construcción de un nuevo institucional y social en Chile… Este libro fija el punto de partida de ese proceso de cambios y permite dimensionar entonces la envergadura del desafío, no solo político, sino también cultural, para terminar con la herencia neoliberal”.

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