Andrés Valenzuela, a través de la novela “Las Mujeres de la Guerra del Pacífico”, se acerca a un capítulo doloroso y poco conocido de este histórico conflicto bélico (por Mario Rodríguez Órdenes)
“En la Guerra del Pacifico, una guerra de hombres, también hubo mujeres. Algunas esperaron, otras curaron heridas, unas pocas tomaron las armas. ‘Las mujeres de la Guerra del Pacífico’ (Ediciones B, 2025) sigue la historia de un conflicto que la desborda: un padre que trabaja en el gobierno, mientras que su esposa Anastasia y sus hijas Eufrasia y Transito Varela deciEdicionden romper las trayectorias vitales que la sociedad le ha asignado para defender a su país como cantineras, enfermeras o incluso en el servicio secreto chileno”, escribe Andrés Valenzuela Donoso.
La novela es una ficción, pero su respaldo documental reconstruye la época y las batallas con la verdad que la literatura puede alcanzar.
Andrés Valenzuela Donoso (Santiago, 1981) estudió Derecho en la Universidad de Chile, donde ha ejercido la docencia. Entre sus obras destacamos “Misiones secretas de la Guerra del Pacífico” (2020).
Andrés, ¿cómo surge la escritura de “Las mujeres de la guerra del Pacífico”?
“Era un tema que no solo parecía interesante, también no muy tratado tanto por la historiografía como por la narrativa. Si a eso se le suma que la presencia de mujeres en la Guerra del Pacífico fue una realidad, aunque no sabemos tanto como tal vez deberíamos, ofrecía un excelente contexto tanto histórico como humano para contar la historia contenida en la novela, una historia familiar, pero también sobre lo espantoso de la guerra”
¿Considera que su rol no ha sido debidamente tratado en la historiografía?
“Los autores contemporáneos a la época de la guerra, salvo contadas excepciones, no lo tratan casi en absoluto. A lo largo del siglo XX eso fue cambiando solo en sus últimos años y ahora en el siglo XXI recién parece un tema algo más explorado. Sin embargo, no siendo uno historiador, creo que esa pregunta compete más responderla a la propia historiografía, tanto en el sentido de si no ha sido debidamente tratado el tema, a por qué esto ha sido así”.
¿Corrobora una historia escrita preferentemente por hombres?
“Es bastante posible. Vivimos en un mundo machista, incluso hoy en día en que ha cambiado un poco esto. En el siglo XIX lo era muchísimo más. De ahí que tal vez se haya recogido poco en las fuentes de la participación de la mujer en este conflicto y con eso le quedan menos insumos con los que trabajar a la Historia. Si a eso se le suma que muchas veces, y sobre todo entonces, la Historia está escrita por hombres, el resultado es más o menos este”.
Vicuña Mackenna destaca el rol de la mujer de élite en la Guerra del Pacifico. ¿Por qué cuando apoyó un proyecto de ley para compensarlas no prosperó?
“Difícil saberlo, porque los debates parlamentarios suelen ser instancias muy poco predecibles, irracionales incluso, y eso hasta nuestros días. Cambios de postura, traiciones, alianzas que no resultan y una serie de situaciones que distorsionan muchas veces el debate parlamentario y por razones igual de variadas, desde el mero beneficio político o personal a rencillas previas, envidias, rencores, populismo, presiones de los partidos políticos y un largo etcétera que hacen complejo responder algo así, sobre todo más de cien años después”.
¿Cómo la familia Varela Silva se involucra en la guerra?
“La familia Varela Silva es una ficción, pero que refleja diversas situaciones ocurridas con mucha gente que vivió esa época. Lo más típico fue la partida de miembros a la guerra o la necesidad de enterarse de un conflicto lejano y del que se sabía poco por las limitaciones de las comunicaciones, pero también hubo situaciones más puntuales como la de las cantineras, los funcionarios de los ministerios involucrados en la guerra o los espías, que también existieron en su momento. La idea tras la familia Varela Silva, su involucramiento paulatino y las diversas vivencias de sus miembros en la guerra busca recoger estas realidades y plasmarlas tanto en su faceta de partícipes de un conflicto armado, pero también ver sus miedos, anhelos y esperanzas; una cara más humana de todo eso”.
Después del 21 de mayo aparece un interés masivo de la población por participar en la guerra. ¿Qué pasó con las mujeres?
“Más allá del interés surgido en esa fecha, la presencia masiva de mujeres en el frente no fue bien visto por el alto mando chileno. Algunos las consideraban una distracción para los soldados y otros la razón de problemas como la proliferación de las enfermedades venéreas, siendo que eso suele ser una responsabilidad compartida. Con ese panorama, se tomaron medidas durante ese 1879 para restringir su presencia, materializadas en prohibiciones para su llegada o pasaje gratis a Valparaíso para cualquiera de ellas que estuviese en el teatro de operaciones y quisiera volver. Poniéndolo en ese contexto histórico, se entiende que el principal insumo podían ser los soldados en un conflicto entonces en ciernes, pero llama la atención que las restricciones y medidas se tomaran solo respecto a las mujeres”.
¿Qué funciones tuvieron en la guerra?
“El rol más reconocido de la mujer en la guerra del Pacífico es el de las cantineras. Lejos de ser algo masivo, solo unas pocas estaban autorizadas por el ejército para integrar batallones o regimientos y por eso vestían uniforme. Sus labores eran principalmente la gestión de medicamentos, alimentos e insumos y el cuidado de los heridos. Sin embargo, hubo un cúmulo de otras mujeres que también estuvieron presentes en la guerra, como muchas esposas, madres e hijas que acompañaron a sus familiares, vianderas, mujeres enroladas haciéndose pasar por hombres o incluso las prostitutas; sin duda una presencia bastante más extensa que solo las cantineras que es lo que más se destaca”.
¿Colaboraron en labores de espionaje?
“El espionaje en sí es algo relativamente desconocido, en buena parte debido a que por su propia naturaleza estuvo fuera de los registros oficiales. Por lo mismo, solo hace poco se ha investigado más sobre el tema en específico y no es mucho lo que al menos hasta ahora pueda encontrarse sobre mujeres. Sin embargo, no es algo a descartar y es conteste con situaciones de otros conflictos bélicos donde ha habido casos notables de mujeres espías. Puede que por eso mismo personajes de ficción como Leonora Latorre o de los que no hay tanto registro en las fuentes como la llamada generala Buendía hayan cuajado tan bien en el ideario colectivo”.
¿Cómo se preparó a las mujeres que partieron al frente?
“Los que tenían preparación para partir al frente eran los soldados y tampoco fue tan exhaustiva por falta de recursos y tiempo. En el caso de las mujeres estas solo partieron a la guerra, acompañando a sus familiares, buscándose una vida o por las razones que lo hayan hecho. En el caso de las cantineras, que fueron una participación autorizada, se prefería a mujeres solteras, ‘de reconocida juiciosidad y buenas costumbres para prestar sus servicios en la enfermería particular del regimiento’, en palabras de Erasmo Escala, con lo que se requerían ciertos conocimientos en ese ámbito. Sin duda que también el manejo de armas podía resultar de utilidad. Sin embargo, no parece haber existido una preparación formal de parte del Estado chileno respecto a las mujeres en el conflicto”.
¿Algunas participaron en batallas?
“Aunque su función principal no era tomar las armas en combate, siendo un contexto bélico por cierto que sí ocurrió. Y en no pocos casos, con resultados tanto o más terribles que en los combates masculinos, como las cantineras que murieron junto al comandante del 2° de Línea Eleuterio Ramírez en Tarapacá, solo una manifestación más de los horrores y el desperdicio sin sentido que es toda guerra”.
¿Cómo ha sido su experiencia con sus otros libros sobre la Guerra del Pacífico?
“En general ha sido grata. Han tenido una buena opinión crítica y recepción con el público lector. Siendo ficciones históricas una preocupación constante es el apego a las fuentes, desde la ambientación a los acontecimientos que puedan aparecer en la trama, y eso al parecer ha andado bien. Lo otro muy importante es contar una buena historia, que entretenga, pero que también entregue un mensaje y, por qué no, motive a alguien a investigar más. Eso también se percibe en lo que los lectores comentan”.
¿Considera que las heridas de ese pasado doloroso han sido sanadas?
“Creo que es bastante difícil responder eso. Cabe recordar que entre los beligerantes del antiguo conflicto hay otros dos países que perdieron la guerra y sufrieron consecuencias que resulta imposible obviar, desde la inmensa pérdida de vidas humanas hasta los cambios territoriales. De este lado también se perdió mucho, otro gigantesco desperdicio de vidas, y creo que eso es lo que nunca debe perderse de vista a la hora de intentar sentarse a pensar en ese pasado doloroso, sobre todo para que no se repita jamás: que cuando la sangre llega al río, cuando se desata una guerra, son muchos más los que pierden que los pocos que ganan, aun cuando puedan ser los que tomen las decisiones que llevan a eso”.
¿Ha tenido intercambio de opiniones con escritores peruanos o bolivianos?
“Más allá de pedir opinión a algún autor conocido de uno, no ha sido mucho el intercambio que ha existido en ese sentido. Y no por falta de voluntad o interés, que sería muy enriquecedor; creo que solo no se ha dado la oportunidad y ojalá suceda en el futuro”.
¿Qué investigaciones prepara ahora?
“La Guerra del Pacífico siempre será un tema por su relevancia y el interés que suscita, pero hay dos contextos históricos en que actualmente estoy trabajando: por un lado, la Guerra de Independencia y por el otro, el norte salitrero chileno post Guerra del Pacífico”.
