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Entrevista: “La mentira descarada representa uno de los mayores riesgos para nuestras democracias”

La lectura de “Si bien es cierto. Sobre verdad, mentira y otros asuntos”, de Eduardo Fermandois, nos ayuda a enfrentar los tiempos turbulentos que vivimos. “Intento mostrar que, por distintas razones, buscar y decir la verdad es algo que efectivamente importa”, precisa el autor (por Mario Rodríguez Órdenes

Entrevista: “La mentira descarada representa uno de los mayores riesgos para nuestras democracias”

El fenómeno de la desinformación vuelve a poner en primer plano la cuestión de la verdad. ¿Qué tan relevante es la verdad?, es uno de los temas de reflexión del filósofo Eduardo Fermandois Muñoz en “Si bien es cierto. Sobre la verdad, mentira y otros asuntos” (Ediciones UC, 2025).

Eduardo Fermandois Muñoz nació en Viña del Mar en 1963. Es Licenciado en filosofía por la Pontifica Universidad Católica de Chile, en 1991. Poco después, en 1996, se doctoró en filosofía en la Universidad Libre de Berlín. Su trabajo en docencia e investigación se centra desde hace unos diez años en cuestiones de corte ético – existencial: vida buena, sentido de la vida, veracidad.

Eduardo, siendo, en definitiva, la filosofía una propuesta, ¿qué se ha propuesto con “Si bien es cierto”?

“Me propuse con el libro algo tan vago como ambicioso: que sus lectores le tomen el peso a la verdad. O, más precisamente, a la importancia de la verdad, tanto en nuestras vidas personales como en el ámbito más amplio de la sociedad, los medios de comunicación y la vida política. Aunque en un capítulo me detengo en la pregunta de qué sea o en qué consista la verdad, la cuestión que recorre la mayor parte del texto es esta otra: ¿es la verdad realmente algo importante, y en qué sentido sí o no? Así llegué a tratar temas como la mentira, la sinceridad, la charlatanería, la posverdad y lo que llamé ‘chanchullos’. Intento mostrar que, por distintas razones, buscar y decir la verdad es algo que efectivamente importa. Es cierto que hay situaciones en que el valor de la verdad entra en conflicto con otros valores, como el de la vida de una persona inocente o, en casos menos dramáticos, con el valor de la discreción, el respeto de la intimidad y la cortesía; y en muchos de esos casos, pienso, no conviene que la verdad sea lo que prime. Algo así como un absolutista de la sinceridad no se me figura un personaje amable, sensato o maduro. Con todo, la verdad a menudo sí importa. Y mucho”.

 

Siendo muy joven, tras la muerte de su padre descubre la esencia de la verdad. ¿Qué significó en su vida?

“Como cuento al comienzo del libro, cuando recibí la noticia de la muerte de mi papá —tenía catorce años-, lo que más me impactó fue pensar que eso era verdad. Desde luego que la noticia me produjo también muchísima pena. Pero recuerdo haberme sentido a menudo más impresionado que acongojado. Me impresionaba pensar que mi padre ya no existía y que eso era un hecho. Nunca más lo podría volver a ver, escuchar o tocar. Lo que me impactaba y me hacía sentir una especie de vértigo era simplemente que las cosas fuesen así. La expresión ‘es así’ recoge bien lo que cabría llamar el núcleo de la verdad. Esta tiene que ver, desde luego, con que las cosas sean de un modo y no de otro, es decir, con los hechos. Y la muerte ofrece un buen ejemplo, porque es probablemente el más porfiado de todos los hechos”.

 

Apunta que: «nunca es triste la verdad, no tiene remedio», aludiendo a una canción de Serrat. ¿Qué deja en claro?

Podemos pensar aquí nuevamente en la muerte de seres queridos. Asumo que Serrat nunca pretendió negar lo obvio: hay verdades que nos provocan tristeza o hasta un dolor enorme. Pero su verso expresa —de un modo arriesgado, pero preciso— una característica que dice mucho más acerca de la verdad que la tristeza, la alegría o la sorpresa que esta puede conllevar. Lo que hace que una creencia o una afirmación sea verdadera no es tanto que nos pueda entristecer, alegrar o sorprender, sino que no tenga remedio. A eso apuntamos cuando decimos ‘es así’ o ‘es simplemente así’. ¿Y si se trata de una estupenda noticia? También en este caso continúa vigente el ‘es así’, es decir, eso de tajante e indefectible que tiene lo verdadero y que puede llegar a estremecernos. En el caso de una muerte como en el de un nacimiento”.

 

¿Cómo, en lo personal y social, nos ayuda a vivir mejor?

“Aquí importa recordar algunas obviedades. Es innegable que, de hecho, la verdad nos importa a diario. No nos da igual que un diagnóstico médico sea correcto o incorrecto, o que lo sean las mediciones que se hacen a la hora de construir un edificio o un puente. Las creencias verdaderas son las que nos permiten tomar las mejores decisiones. Cuesta incluso imaginar la supervivencia humana sin esa función práctica, muchas veces de vida o muerte, que posee distinguir entre lo verdadero y lo falso. La verdad nos ayuda entonces a vivir mejor, porque, digámoslo, resulta enormemente útil en un sinfín de activades que constituyen nuestras vidas.

Podríamos preguntarnos también por qué nos parece valiosa la sinceridad y esa forma aún más general de sinceridad que llamamos honestidad (honesta es una persona que no solo evita mentir, sino también robar o dejar sus promesas sin cumplimiento). Aquí me parece que un factor clave es la confianza. Una autora que cito en el libro escribió: ‘Sea lo que sea lo que les importe a los seres humanos, la confianza es la atmósfera en la cual eso prospera’. Y si no es difícil reconocer la importancia de la confianza, tanto en nuestras vidas personales como en la vida en sociedad, tampoco lo es reconocer que las mentiras, los chanchullos y los engaños de todo tipo la perjudican. Nuestras conductas engañosas terminan por horadar la confianza de la que requiere todo proyecto humano de cooperación.

Por último, creo que ser sincero, más allá de cuestiones morales, contribuye a que llevemos una vida más feliz o lograda. En el epílogo del libro hablo, por ejemplo, de la liviana comodidad que implica ir por la vida como una persona más bien sincera”.

 

Eduardo, ¿por qué es moralmente reprochable mentir?

“No creo que mentir sea siempre una conducta reprochable, y dediqué varias páginas del libro a distanciarme de la prohibición incondicional de la mentira por parte de San Agustín y Kant. Sin embargo, y tal como la mayoría de las personas, sí pienso que en general no está bien mentir. ¿Por qué? Entre las varias explicaciones que han ensayado a lo largo de la historia de la filosofía, me quedo con la siguiente: cuando le mentimos a alguien coartamos su libertad, violamos la autonomía de alguien dueño de sus decisiones y acciones. Al engañar a una persona, es decir, al generar en ella una creencia falsa, estamos impidiendo que tome decisiones libre y autónomamente sobre la base de información fidedigna. De alguna manera, la expulsamos de la realidad y la aislamos en un mundo inexistente. Si esto suena violento, es porque a menudo lo es. Lo que vuelve reprochable la mentira en los casos paradigmáticos es ese daño a la voluntad del otro. Y el asunto se vuelve incluso más delicado en el caso específico de mentiras dichas a seres queridos: nuestra pareja, el amigo o la amiga del alma, etcétera”.

 

¿Cómo se relaciona el poder con la verdad?

“Es una pregunta profunda y difícil. Como señala Foucault, ‘la verdad es de este mundo’, lo cual nos lleva tomar conciencia de que es generada por medio de imposiciones que remiten finalmente a estructuras de poder. Además, la verdad produce a su vez una serie de efectos: discursos que funcionan como verdaderos, que luego se normalizan y que regulan las conductas de muchas personas. Es lo que Foucault llama el régimen de verdad de cada sociedad, su ‘política general de la verdad’. Pareciera entonces una ingenuidad no reconocer que la verdad, como verdad de este mundo, no se halla para nada ajena a las estructuras de poder. Un objetor de Foucault podría objetar que al someter a crítica esas estructuras no nos mueve otra cosa que un genuino interés por la verdad. Eso me parece bastante cierto, pero no creo que podamos ni debamos olvidar el reto foucaultiano”.

 

¿Qué fundamentos tiene lo que se conoce como posverdad?

“La noción de posverdad surge el año 2016, a propósito de dos hechos políticos de alto impacto: el referéndum en el Reino Unido conocido como ‘Brexit’ y la primera elección de Trump como presidente de los Estados Unidos. En ambos procesos abundaron las noticias falsas, entre otras formas de tergiversación de la verdad. A esos casos famosos de posverdad se agregan otros, vinculados con el negacionismo en sus distintas manifestaciones (la del cambio climático no es la única), el pensamiento conspirativista (como la teoría de la «plandemia», según la cual el COVID-19 habría sido un colosal fraude montado por la industria de las vacunas), la demonización de los inmigrantes, etcétera. Según intento mostrar en el libro, podemos concebir la posverdad como una actitud general de menosprecio o desinterés por la verdad. Dicha actitud se sirve de diversos mecanismos, y en el libro me refiero a tres: primero, esa forma de descuido por el propio discurso que es la charlatanería; segundo, la difusión premeditada y masiva de contenidos falseados, o sea, las fake news, a las que luego se han sumado las deepfakes (imágenes, videos o audios falseados); y, tercero, lo que llamo la mentira descarada, es decir, cuando una persona, paradigmáticamente una muy poderosa, miente ya sin importarle que los demás se den cuenta de que miente”.

 

¿Qué peligro representan las noticias falsas (fake news) para el mundo actual?

“Al menos muchas fake news representan sin duda una forma de mentir. Se podría decir que la mentira, tanto en la política como en el periodismo, ha existido desde siempre. Lo que vuelve peligrosas las noticias falsas (aunque una mejor traducción sería: noticias falseadas) dice relación con las condiciones actuales de producción y consumo de información. Piénsese en la propagación planetaria, casi a la velocidad de la luz y a menudo anónima, de noticias que desfiguran los hechos. Lo que en un principio consistió en cambios meramente cuantitativos termina dando lugar a cambios de índole cualitativa. Porque, como dice Adriana Valdés, ‘los seres humanos van construyendo la tecnología, pero a la vez la tecnología los va construyendo a ellos’. Volviendo a las fake news, pienso que la mayor amenaza tiene que ver con que a la larga se vuelve agotador tener que averiguar si una noticia es verdadera o no. Y esto puede, a su vez, terminar generando cierto desinterés por informarnos en general. Un reconocido investigador de las noticias falseadas habla del peligro que representa una ‘apatía frente a la realidad’”.

 

¿Qué peligros representa para una sociedad abierta y democrática una verdad distorsionada?

“Pienso que una de las mayores amenazas radica en el fenómeno de la ‘mentira descarada’. El mentiroso habitual, e incluso el charlatán, continúan operando con la idea de una realidad que no depende simplemente de sus deseos. Aquí radica, podría decirse, el meollo de nuestro concepto de verdad: la realidad se nos resiste, no podemos alterarla a gusto o por el mero capricho de negarla. ‘Los hechos son entidades tercas’, dijo hace muchos años el segundo presidente de los Estados Unidos. Pero a personas como el actual presidente de ese mismo país todo esto parece importarles muy poco. Mienten y no se molestan por disimular que lo hacen. Pretenden que sus palabras sean aceptadas como verdaderas por una especie de decreto personal. Cuando la mentira se asocia con la desfachatez, se debilita la noción de una realidad que se resiste a nuestros impulsos. Así, un historiador ha llegado a declarar que la posverdad es el prefascismo. La mentira descarada representa uno de los mayores riesgos para nuestras democracias”.

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