En “Una historia de la traición en Chile”, Sebastián Sampieri y Paulina Fernández profundizan en 22 casos de deslealtad política en el siglo XX que permiten apreciar cómo se ha construido el poder político en Chile (por Mario Rodríguez Órdenes con fotografía: U. del Desarrollo)

Sebastián Sampieri y Paulina Fernández han escrito un libro inquietante. Se trata de “Una historia de la traición en Chile” (Planeta, 2019) donde revisan 22 casos de deslealtad política en el siglo XX, que permiten apreciar cómo se ha construido el poder político en Chile. Entre ellos: la traición del Partido Socialista a Allende; el Fanta o la traición local, la traición de la derecha a Pinochet.
Nos enteramos del libro y de inmediato intentamos comunicarnos con Paulina. Pero no fue posible, porque después de la publicación falleció. Que esta entrevista realizada a Sebastián Sampieri sea un homenaje a Paulina y a su corta y brillante carrera.
Macarena Sánchez, directora de la Escuela de Historia de la Universidad Finis Terrae rememora: “Tuve el placer de conocer cercanamente a Paulina Fernández Trabucco, tanto en lo académico como a nivel personal. Como estudiante de pregrado, destacó por su actitud crítica y reflexiva, sus extraordinarias habilidades para comunicación verbal y escrita, excelentes relaciones personales y su disposición permanente para conocer nuevas ideas. Justo antes de enfermar se encontraba aceptada en el programa de doctorado de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello”.
Paulina (1978) fue licenciada en historia por la Universidad Finis Terrae y magister en sociología y antropología por la Universidad Paris VII – Diderot. Sebastián Sampieri (1982) es licenciado en historia por la Universidad de Chile. En 2014 egresó del magister en Pensamiento Contemporáneo de la Universidad Diego Portales. Actualmente es doctor por la Universidad Andrés Bello y se desempeña como docente en la Universidad del Desarrollo.
Sebastián, ¿cómo surge la idea de escribir en torno a la traición en la historia de Chile?
“Con Paulina nos unió una profunda amistad. Después dialogar durante muchos años sobre la historia política de nuestro país, nos sentimos listos para escribir un libro de divulgación, porque nuestra intención era mostrar una perspectiva diferente a la tradicional, que se basa en la descripción de acontecimientos y en el retrato de grandes personajes. A contramano de esas formas dominantes de hacer historia, buscábamos hacer una lectura del siglo XX en Chile sin credos partidistas ni militancias interesadas, porque veíamos con preocupación la crisis política e institucional que ya era evidente durante el segundo periodo de Bachelet, y que tuvo un desenlace insospechado durante la revuelta de octubre en 2019”.
¿Qué dificultades implica escribir historia reciente?
“Más que dificultades metodológicas, me parece que en este ejercicio de escribir historia reciente queda al descubierto lo que muchos historiadores quisieran escamotear: el observador modifica lo observado y la teoría influye en la observación. Escribimos apelando a que tenemos cierta interpretación de los hechos que convive y discute con la de varios personajes de nuestro libro que, en el acontecer nacional, siguen siendo jueces y parte de la historia reciente de nuestro país”.
Siendo la traición una constante en la historia de Chile, ¿es posible construir una sociedad basada en la confianza en el otro?
“Es difícil precisarlo en un momento como este. Es cierto que en algunas oportunidades la traición es un móvil histórico y político fundamental, tal como sostienen Jeambar y Roucaute en ‘Elogio de la traición’; sin embargo, se vuelve peligrosa y contraproducente cuando los más desfavorecidos son los que deben pagar los platos rotos por los intereses mezquinos de las elites. Por otro lado, para que haya una sociedad basada en la confianza es preciso cohesionarla. Después del ‘estallido’ social, la pandemia y la renovada crisis de confianza en las instituciones políticas, el sistema neoliberal chileno se afianzó y mostró que, al contrario de la famosa pancarta exhibida en plaza Baquedano en octubre de 2019, Chile no será la tumba del neoliberalismo. De todas maneras, pese a este nuevo capítulo de la crisis, me parece que no deberíamos buscar los valores nobles en la esfera política institucional, sino en otros lugares y espacios”.
Los casos estudiados se enmarcan dentro de la Constitución de 1925. ¿Las traiciones que se analizan son propias del engranaje político de la época?
“Como en toda historia, los actores sociales están constreñidos al contexto en que viven y a las reglas del juego de la legalidad. En este sentido, la Constitución de 1925 mostró sus límites durante el gobierno de Frei Montalva y, particularmente, durante la ‘revolución con empanadas y vino tinto’ de la UP, ya que no permitía llevar a cabo, por medio de la institucionalidad, muchas de las demandas ciudadanas de entonces. En ese callejón sin salida se halló Salvador Allende”.
¿La traición, es inherente a la política?
“No lo sé. Las diferentes traiciones que recogemos tienen distintos móviles: a veces se trata de instrumentalizar a un sector político; en otras oportunidades de instalar personajes e ídolos; en otras, aparecen símiles a Judas Iscariote; luego, hay virajes ideológicos inconsecuentes con efectos peligrosos para la sociedad”.
La idea de que la Concertación perfecciona el sistema instaurado por el régimen militar. ¿Es una traición?
“Nuestro libro va a cumplir 4 años desde su primera edición. Al mirar atrás, con mayor perspectiva, creo que en el caso de la ex Concertación y sus herederos se trata de una traición en varios sentidos. El último capítulo del libro titulado ‘La traición de la Concertación a su ideario’ se detiene en varios ejemplos. Reforzando lo que te decía hace poco rato, no es casualidad que para dar una ‘señal de unidad’ el presidente Boric aparezca secundado de Lagos, Bachelet y Piñera en el responso del cabo Daniel Palma. Tampoco es extraño, si se consideran las continuidades entre pinochetismo y progresismo, que el presidente nombre como ministra del Interior a Carolina Tohá, que apareció en 2016 involucrada en el escándalo de las boletas de Soquimich. Por último, ni hablar de cómo el abortado programa de Boric, que en un principio se distanció de la Concertación y declaró la muerte del neoliberalismo, devino en una serie de reformas y leyes destinadas a recrudecer la continuidad del modelo: la aprobación con celeridad del TPP11; la Ley Nain-Retamal, que retroactivamente sirve para ‘revisar’ sentencias por apremios ilegítimos; la Ley 40 horas, que flexibiliza aún más las condiciones laborales; la renovación de los Estados de Excepción en la Macrozona Sur, entre otras”.
Sebastián, los casos de traición relacionados con las violaciones a los derechos humanos, muestran situaciones límites. Es el caso de Marcia Merino y Luz Arce. Claramente son responsables de hechos terribles, ¿pero también son víctimas?
“Creo que debemos ser cuidadosos con estos casos. Es fácil, desde la vereda de los ‘pontífices’, culpar a las delatoras sin ver que en realidad hay otras cuestiones de fondo. Frente a lo indecible de la tortura no todas las personas son capaces de mantenerse firmes hasta el final, como lo hizo Lumi Videla, porque justamente no sabemos cómo reaccionaríamos en una situación límite como esa. Creo que la película de Carmen Castillo es elocuente en ese sentido”.
El caso de Manuel Estay Reyno es complejo, ¿por qué es tan relevante para comprender el mundo de la traición?
“El caso del ‘Fanta’ es, en parte, análogo al de Marcia Merino y Luz Arce, pero tiene otras características que lo hacen muy distinto. En primer lugar, Estay Reyno, en su posición de hombre, no está controlado sexualmente, como sí pasó en el caso de Merino o Arce. En segundo lugar, en él se puede ver claramente que hay una ‘conversión’, porque descree hasta el final de lo que llama su formación ideológica. En tercer lugar, él no solo delató, sino que participó activamente en el Comando Conjunto y fue uno de los autores materiales del ‘Caso degollados’. A propósito, como declaró Nancy Guzmán, quien escribió el impecable ‘El Fanta, una historia de traición’, Estay Reyno es un traidor no porque haya cambiado de idea, sino por usar la información de sus compañeros de partido, e incluso de su propia familia, para destruirlos. De hecho, hay que leer el testimonio del hijo de Manuel Guerrero, que reconoce en el ‘Fanta’ una suerte de familiar perverso, que cuando torturó a su padre le habló de muchos detalles íntimos que solo podía conocer alguien de mucha confianza”.
¿Cómo pasó de ser un militante ejemplar durante la UP a un delator?
“Es que esa es una de las grandes cuestiones que debemos pensar a propósito de la historia del siglo XX: ¿por qué necesitamos de esos ídolos con pies de barro para que las instituciones funcionen?, ¿por qué un sujeto como el ‘Fanta’, que encarnó ciertos ideales del Partido, pudo convertirse en una suerte de doble siniestro en un abrir y cerrar de ojos? Se ha dicho y se ha escrito mucho sobre su conversión y metamorfosis, y muchas interpretaciones son plausibles. Pero creo que lo predominante en ellas es que Estay Reyno fantaseaba más de la cuenta con ser un agente secreto y una suerte de superhéroe. Recordemos que en 1971 fue enviado a la URSS para ser entrenado en labores de inteligencia, donde fue muy bien evaluado por su agilidad y habilidades para disparar. Luego, retornó a nuestro país ocupando un puesto en el aparato de inteligencia del PC. Posteriormente, abundan los testimonios en que el ‘Fanta’, antes del golpe, abusó de su poder: golpeó sin piedad e incluso apuñaló tanto a derechistas como a militantes de otros sectores de izquierda. Lo más interesante es que después del golpe, cuando comenzó la persecución a los distintos sectores de izquierda, aún se veía al ‘Fanta’ como a un ‘duro’, uno de esos que no se iba a quebrar con nada”.
Él ha explicado que su quiebre fue consecuencia de la tortura… ¿Es suficiente para explicar su proceder?
“No estoy seguro. Al parecer el ‘Fanta’, luego de ser entregado por René Basoa, se puso a ‘cantar’ de inmediato; es decir, que el más ‘duro’ no tuvo mucha resistencia a los apremios. De todos modos, él alude a que comenzó a colaborar para salvar a su familia, pero también la traicionó. De hecho, su hermano, que vive en México y milita en el PC, nunca lo perdonó. Después comenzó un viaje sin retorno, en que no fue solo un delator, sino un agente secreto que utilizó todas las habilidades aprendidas en el PC para secuestrar, torturar y asesinar a sus ex camaradas. En una entrevista de 2007 con Francisca Skoknic reconoce la afinidad natural que tuvo con el Comando Conjunto y también con lo que llama el ‘sello’ del gobierno militar”.
Después de leer este inquietante libro, ¿se puede confiar en los seres humanos?
“Como señala el historiador Yosef Yerushalmi en su ‘Monólogo con Freud’, la cuestión decisiva para comprender las dinámicas sociales no está en el complejo de Edipo, sino en lo que llama un ‘complejo de Caín’, es decir, en las disputas en torno a la fraternidad, que podrían derivar en el fratricidio. El primer crimen de la Biblia no es un parricidio, sino el fratricidio de Caín. La hermandad en sus distintas formas, en las que se incluye la militancia, siempre está acechada por la traición, y en la historia de las instituciones políticas y de los partidos abundan los ejemplos”.