Tras escribir “Soldado por circunstancia”, Guillermo Parvex reflexiona: “En Chile han sido superadas en gran medida las heridas dejadas por la Guerra del Pacífico. Esto contrasta con la animosidad contra nuestro país existente en sectores del Perú, principalmente impulsada por los planes educativos” (por Mario Rodríguez Órdenes con fotografía de Lorena Palavecino Hunting)

“Es necesario advertir al lector que se adentrará en una novela histórica, es decir, en una obra en la que todos los personajes, fechas, lugares y acciones son reales, salvo unos pocos casos…Benjamín Valdés y su familia son los únicos personajes ficticios, introducidos en una trama que corresponde a la realidad, con personajes verdaderos y cuyas actuaciones concuerdan en fechas y lugares con los archivos históricos”, precisa Guillermo Parvex durante la conversación que tuvo con Diario Talca sobre su reciente libro: “Soldado por circunstancia” / Un profesor en el asalto del Morro de Arica (Ediciones B, 2024).
La trama de este relato de la Guerra del Pacífico transcurre poco antes del inicio del conflicto hasta la toma del Morro de Arica. Relatado por un profesor, Benjamín Valdés, movilizado como sargento, que nos entrega su visión, a veces crítica, de lo vivido en esa campaña. La Guerra del Pacífico fue un conflicto armado ocurrido entre 1879 y 1984 que enfrentó a Chile contra los aliados Bolivia y Perú.
Guillermo Parvex Canales (Santiago, 1954) es licenciado en comunicaciones y postgraduado en comunicación estratégica. Ha ejercido como asesor comunicacional en Chile y en el extranjero. Es miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía. En 2014 publicó “Un veterano de tres guerras”, libro que con 150 mil ejemplares vendidos ha sido un éxito editorial. Entre sus libros destacamos “Servicio Secreto en la Guerra del Pacífico” (2017) “El rey del salitre que derrotó a Balmaceda” (2020).

Guillermo, Benjamín Valdés, protagonista de “Soldado por circunstancia” participa en uno de los episodios de la Guerra del Pacifico: la toma del Morro de Arica. ¿Qué circunstancias lo hacen posible?
“Él no quería dejar a su mujer embarazada y marchar a la guerra, pero estaba obligado a hacerlo, como miles de chilenos. No obstante estar compelido a participar en el conflicto bélico, pone todo su esfuerzo en desempeñarse lo mejor posible y siempre piensa que es un soldado por las circunstancias, porque desea volver junto a su familia y a ejercer su amada vocación de profesor”.
«La guerra es lo peor que le puede suceder a una sociedad. Es más terrible que el más nefasto de los cataclismos o la más virulenta de las pestes», precisa el protagonista…
“Exactamente. Él era un hombre con gran cultura y tenía la capacidad intelectual como para apreciar lo que significa el flagelo de la guerra. Cumplió con su deber de militar, pero siempre rechazando los horrores de esta conflagración”.
Durante años el propio Benjamín Valdés no se puede referir a ese episodio. ¿Qué crudeza alcanzó?
“Como todas las guerras, ésta dejó profundas huellas psicológicas en los combatientes, como el caso de Valdés. En esa época no se hablaba de estrés post traumático, dados los horrores de las batallas, simplemente se le llamaba ‘melancolía’. Eso mantuvo al protagonista dos décadas sin querer hablar de ese conflicto”.
Dentro del conflicto bélico, ¿qué hito marca la toma del Morro de Arica?
“La toma del Morro de Arica marca una verdadera epopeya. Los observadores europeos consideraban que, por la complejidad de las defensas del morro, era imposible tomarlo por asalto y que le única manera de doblegar a sus defensores era a través de sitiarlos y conquistarlos por el hambre y la sed. Sin embargo, el mando chileno tenía claridad que no se podía esperar semanas ni meses, ya que la batalla de Tacna había dejado miles de enfermos y heridos que era necesario evacuar hacia el sur y el único puerto cercano era Arica. De ahí que se opta por el asalto al morro, que contra todo pronóstico llevó al triunfo de las armas chilenas en menos de una hora, por la bravura y valor de nuestros soldados”.
Da escalofríos pensar que en 1978 Chile pudo haber tenido un conflicto bélico con Argentina. Usted lo relata en “El año que marchamos a la guerra”. ¿Qué cerca estuvimos y qué lo impidió?
“Estuvimos muy cerca de la guerra con Argentina en diciembre de 1978. Solo a minutos. Fue frenada a última hora por los mandos argentinos, al comprobar la decisión de soldados y marinos chilenos de combatir hasta el último aliento. Ello los llevó a paralizar la orden de invasión a Chile. No fue la tormenta en el mar austral, fue la información de último minuto que no vendrían a Chile a un paseo militar, sino a enfrentarse con miles de hombres decididos a defender nuestro suelo”.
Guillermo, ¿qué hacía tan inexpugnable el Morro de Arica?
“El Morro de Arica parecía inexpugnable, primero por su configuración topográfica, que ofrecía las mejores posiciones posible de imaginar para batir con su poderosa artillería un avance por tierra y también desde el mar. Segundo, por primera vez se había recurrido al empleo de minas accionadas por electricidad, que permitían ir dando de baja a las tropas a medida que avanzaban escalando el morro, que tenía sucesivos fuertes con bien dotadas trincheras. La inteligencia chilena logró conocer dos días antes la existencia de estos campos minados y se formaron cuadrillas de zapadores que fueron cortando gran parte de los cables eléctricos que las accionaban, precediendo a las tropas asaltantes”.
En el libro se mencionan las diferencias que existían en Chile para la conducción de la guerra. Sucintamente, ¿cuáles eran las que tenían el ministro Rafael Sotomayor y el general Erasmo Escala?
“El general Erasmo Escala, siendo un excelente oficial, tenía un concepto anticuado de la guerra y las principales diferencias con el ministro Sotomayor se centraron en la logística. El ministro en campaña no concebía combatir, sin tener apoyadas a las tropas convenientemente con munición, agua, comida y servicios sanitarios, servicios muy precarios al inicio de la guerra y que en meses de convirtieron en los más avanzados del mundo y de hecho fueron observados con el mayor interés por oficiales franceses, ingleses y alemanes que eran testigos de las acciones”.
¿Qué fue fundamental para el triunfo de las tropas chilenas?
“Si hay que buscar un elemento fundamental para el triunfo de las tropas chilenas, creo que son dos grandes elementos: la capacidad táctica de los jefes y el coraje y sentimiento patriótico de las tropas”.
Guillermo, ¿cómo fue armando “Soldado por circunstancia”?
“Quería relatar, a través de un protagonista ficción, el sentir de miles de soldados que constituyeron el ejército chileno. Que hasta la entrada del país a la guerra eran civiles comunes y corrientes, pero gracias a la capacidad de instructores del ejército de línea, se convirtieron en excelentes soldados, pero llenos de sentimientos, invadidos por el deseo de regresar algún día junto a los suyos, pero por sobre todo conscientes de su deber de militares”.
De alguna manera, ¿es parte de “Un veterano de tres guerras”?
“No es parte de ‘Un veterano de tres guerras’. La historia se desarrolla al interior de un regimiento de infantería y el veterano de caballería Varela, el protagonista del primer libro, va voluntario a la guerra y Valdés lo hace por obligación. Los escenarios son distintos, las motivaciones también. Además, la gran diferencia entre ambas obras es que la primera es no ficción y ésta es novela histórica”.
En el año 2018 escribió un libro muy relacionado: “La muerte acampa en Chorrillos”, libro que solo circuló en Perú. ¿Cómo fue recibido por la crítica y los lectores?
“Este libro sí que es parte de ‘Un veterano de tres guerras’. Fue editada aquella sección del libro que transcurre en suelo por entonces peruano. Fue bien recibido por la crítica peruana, porque se le consideró un relato apasionante y honesto”.
Aborda temas sensibles como la ocupación chilena de Lima, en enero de 1881. ¿Qué la caracterizó?
“Hay una gran tergiversación histórica respecto a la ocupación chilena de Lima. Muchos historiadores han tratado de calificarla como un gran saqueo, obviando que la ocupación se rigió por el derecho internacional de la época, que básicamente imponía al vencido el pago de los gastos incurridos por el vencedor en el conflicto. Como las arcas fiscales peruanas estaban vacías, se optó -conforme al mismo Derecho de Gentes- por la incautación de materiales ferroviarios, monumentos, laboratorios y obras de arte. Sin embargo, los tres años de ocupación permitieron imponer grandes avances en la administración del estado, como los servicios de correos, de ferrocarriles, aduanas y sanitarios, que estaban muy atrasados en el Perú y que fueron mantenidos luego que Chile se retiró del Perú”.
Este libro tiene el prólogo del escritor y militar del ejército peruano Carlos Enrique Freyre. ¿Qué alcances hace?
“Carlos Enrique Freyre, actual coronel en servicio activo del Ejército del Perú y destacado novelista, habla de la honestidad del personaje para relatar en forma objetiva esa época, sin rehuir u ocultar hechos históricos negativos para las fuerzas chilenas, como por ejemplo el saqueo y destrucción de Chorrillos, por soldadesca ebria”.
¿Considera que el inexorable paso del tiempo ha superado las heridas de la guerra?
“Han pasado muchos años del término de la guerra, exactamente 140 años. Me da la impresión de que en Chile han sido superadas en gran medida las heridas dejadas por la Guerra del Pacífico. Esto contrasta con la animosidad contra nuestro país existente en muchos sectores del Perú, principalmente impulsada por los planes educativos”.
Guillermo, usted no descansa… ¿en qué libro trabaja ahora?
“Trato de no descansar. Ahora estoy trabajando en dos nuevas obras. Una situada en la segunda mitad del siglo XX, que llevó a la pérdida de Laguna del Desierto ante Argentina y otra dedicada al período de la ocupación chilena de Lima”.