¿En qué consistía su labor en Carabineros en Santiago?
“Mi labor era hacerme cargo del circuito intersectorial de femicidios que se activan ante casos frustrados o consumados, así como de casos de connotación social afecte a una mujer por violencia de género”.
¿Cuál es su visión pensando que estos casos se han incrementado a nivel país asociados a la violencia en su más amplio sentido?
“En Santiago nos abocábamos a todo el país, trabajando con distintas instituciones del Estado, así como con el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género y con el Servicio Nacional del Adulto Mayor. Con ellos realizábamos mesas multidisciplinarias para diseñar programas de intervención en diferentes territorios del país”.
¿Y qué opina de que ahora el Ministerio de la Mujer ocupe un lugar destacado en la política al instalarse en La Moneda?
“Trabajar con ellos es de gran ayuda para nosotros como Carabineros, porque conocer su oferta programática nos permite entregar esa información a las víctimas, para derivar a las mujeres víctimas. Así ellas pueden acceder a casas de acogida y a las duplas psicosociales. Y también es muy relevante el conocimiento que ellos tienen en las temáticas de la primera acogida y en cómo abordar una denuncia de violencia intrafamiliar. Todo esto, para que el carabinero esté más preparado”.
¿Cuál ha sido la evolución de estas políticas?
“Se entiende que todo se vaya adaptando y perfeccionando en el tiempo. Por lo mismo, en su minuto se creó la ley que agravó las condenas en los casos de femicidios”.
¿Muchos se preguntarán porqué no hay una ley que proteja a los hombres que también pueden ser víctimas?
“Eso es porque las estadísticas hablan por sí solas. La mayor cantidad de personas que están siendo asesinadas por sus parejas son mujeres. Por ello, hemos tenido avances legislativos importantes. Más todavía con la Ley Gabriela, cuyo pololo la mató a ella y a su madre, por lo cual, se amplió la condena a quienes tengan un pololeo. Y, además, se configura por el solo hecho de que sea violencia de género. Esto es, en caso de que una mujer ejerza la prostitución y por eso la matan es igualmente un femicidio”.
¿Cuál es el perfil de los hechores y qué aspectos desencadenan un caso de violencia extrema que llegue a un femicidio?
“Nosotros trabajamos mucho con el concepto del ‘círculo de la violencia’. No podemos definir un perfil establecido, pero observamos que todo parte con un primer incidente que puede ser de violencia física, psicológica, sexual o económica. Y lo que ocurre después es que viene el arrepentimiento por parte del agresor, quien se disculpa y lo explica por un mal día con sus jefes o por la parte económica, sumado al consumo de alcohol o de drogas. Esto efectivamente lo puede desencadenar, pero nunca justificar”.
¿Y cómo reaccionan normalmente las mujeres?
“Muchas creen que el hombre va a cambiar, pero ahí es el llamado. Porque quien ya violentó o agredió en cualquier de sus formas a una mujer, lo va a volver a hacer. Entonces, viene esta ‘luna de miel’ que lo único que hace es acumular tensión. Él se vuelve a justificar y vuelve a ocurrir la violencia. Y así vuelve a ocurrir otro incidente y sigue el mismo circuito. Porque está comprobado que una mujer que sufre de violencia intrafamiliar tarda entre siete a ocho años en denunciar. Y ese es recién el primer paso, porque muchas veces después las mujeres se retractan”.
¿Por qué tanta demora en denunciar?
“Es porque no saben que están siendo víctimas de violencia. Ellas generalmente no saben diferenciar qué es una violencia, debido a los sucesivos episodios de maltrato. Y existen muchos tipos de violencia que, a lo mejor, lo terminan normalizando Y eso es lo que hay que hacer, llamar a no normalizar estos hechos. Si a mí me están controlando o revisando el teléfono, si le molesta mi forma de vestir y no le gusta que me maquille, eso ya es una violencia”.
¿Pero cuál es el factor decisivo para no denunciar?
“En el fondo es el miedo por los hijos, por dejar lo que se construyó como familia. En otros casos, hay una dependencia económica y pensar que no van a salir adelante solas. Con todo, existe una depresión terrible por parte de las mujeres que son víctimas de violencia intrafamiliar, con una autoestima que está por el suelo. Entonces, se necesita apoyo, contención y, al momento en que presenten la denuncia que tengan la ayuda necesaria y una primera acogida adecuada”.
¿Qué se le dice a la familia de estas víctimas?
“Para ellos, también un llamado a que apoyen y no hacerse los desentendidos, porque si adoptamos esta actitud, entonces puede ocurrir que el día de mañana, cuando miremos las noticias en el teléfono, veamos que esto sí pasó más allá y esa mujer va a ser víctima de un femicidio, ya sea frustrado o consumado”.
¿En qué se está trabajando para que esa primera acogida en Carabineros sea la adecuada en términos emocionales, pero también operativos para darle efectividad a la ley?
“Hace muchos años que Carabineros está preocupado por la violencia a nivel nacional, porque nos afecta a todos, sin discriminar grupo social, de raza o edad. Actualmente, Carabineros tiene salas de familia y oficinas de violencia intrafamiliar donde acoge todos estos procedimientos, con personal capacitado, entrenado y certificado para poder atender a la víctima y al grupo familiar, esto es, con los niños que también están siendo vulnerados en sus derechos”.
¿Cómo se traduce esta capacidad operativa en Talca?
“En la Cuarta Comisaría de Carabineros de Talca y en la Segunda Comisaría de Constitución tenemos una Sala de Familia, mientras que en la Tercera Comisaría de Carabineros de Talca existe una Oficina de Violencia Intrafamiliar”.
¿Cuál es la diferencia?
“Ocurre que la Sala de Familia aborda más de 23 delitos, no solamente el de violencia intrafamiliar, sino que todos aquellos asociados a familia, infancia y niñez. Por su parte, las oficinas de violencia intrafamiliar se abocan al delito de violencia intrafamiliar y violencia de género. Pero, en ningún minuto, si llega alguna denuncia por vulneración de derechos obviamente que la y el carabinero están capacitados para recibir la denuncia y poner en conocimiento al Ministerio Público, así como decretar medidas de protección a favor del niño, mujer u hombre que está siendo agredido. No podemos dejar de lado a los hombres, porque existe una ‘cifra negra’ de hombres que son víctimas de violencia es muy alta, lo cual está asociado a la cultura machista y patriarcal, donde el hombre no denuncia por el miedo a qué dirán. Y eso no se puede normalizar. La violencia en ningún minuto se puede normalizar”.
¿Los actuales procedimientos policiales son suficientes o es necesario seguir perfeccionando el accionar de las y los carabineros?
“Siempre hay que seguir perfeccionándose, pero los carabineros están actualmente entrenados y capacitados para dar una primera acogida, escuchar a la víctima, recoger la denuncia y ofrecer una solución, porque muchas veces las mujeres vienen a pedir un consejo. Otras exponen su caso y dicen que no saben si eso es o no violencia, cuando la situación es evidente, por lo cual, necesitan ayuda para hacer ese clic y atreverse a denunciar.
Cuando una mujer finalmente se decide a denunciar por sí sola es debido a que la violencia se traspasó a las y los hijos. No podemos dejar que estos casos se transformen en un maltrato habitual en el tiempo, porque la violencia va en escalada. Un día puede ser un grito, al día siguiente dejar encerrada a la mujer para que no vea a su familia, después puede ser un golpe y una quemadura. Y así va escalando, hasta llegar a la expresión más violenta que es un femicidio”.
¿Qué oferta entrega Carabineros a una mujer víctima? ¿La única alternativa es llamar al 133?
“Existe el nivel 133 donde la víctima puede llamar y pedir que concurra un carro policial, donde se van a adoptar todas las medidas de protección que sean necesarias, tras aplicar una pauta unificada de riesgo. Así podemos contactar al Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género para derivar en los casos que sean necesarios. La víctima puede acudir a cualquier unidad del territorio nacional, independiente si tenga o no una sala de familia. En la actualidad, estamos capacitando a 120 carabineros para que sean agentes preventivos de violencia, en conjunto con el Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género. A su vez, existe el fono 149 de cobertura nacional que permite entregar orientación, recibir denuncias y despachar un carro policial al lugar desde el cual están llamando”.
¿Para los agresores existe alguna oferta programática?
“Es muy importante informar que no solo se trabaja otorgando ayuda reparatoria y reinserción a las víctimas de violencia intrafamiliar, porque también existe una oferta programática para los agresores. Existe un programa especializado donde se busca que el agresor salga del círculo de la violencia y que entienda que está cometiendo un error. En el Maule son pioneros en este programa a nivel nacional”.
¿Los testigos también pueden denunciar un hecho de violencia intrafamiliar?
“Nosotros como Carabineros estamos facultados para prestar la ayuda necesaria en caso de recibir un llamado de auxilio. Los vecinos que saben que existen casos de violencia intrafamiliar en su sector pueden realizar denuncias, incluso en forma anónima, sin dejar ningún tipo de dato, por el miedo a ser objeto de represalias. Carabineros igual va a llegar y se va a hacer cargo de lo que está ocurriendo”.
¿Visualiza usted un cambio generacional en la primera reacción ante la violencia?
“Por supuesto. Las personas de más edad, si van en la calle y ven una discusión de pareja, siguen y no se detienen, como si no fuera un problema de connotación social. Pero los jóvenes no. Ellos son solidarios, se apoyan unos a otros y se están defendiendo. Ese es el llamado”.