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Entrevista: “Lo que viví en Vichuquén me marcó para toda la vida”

El ingeniero Raúl González Larrea jugó un rol clave en la reconstrucción de Vichuquén. Más de 14 años después de la tragedia del 27 de febrero del 2010, rememora: “Fue un pueblo el que se levantó. Yo sólo tuve el privilegio de ser el coordinador de las tareas” (por Mario Rodríguez Órdenes)

(Crédito fotografía: Paulo Olivier Hansing): Raúl González Larrea nació en La Serena en 1956. Hijo del connotado médico Raúl González Maldonado y de la enfermera Ruth Larrea.

Tras el terremoto del 27 de febrero del año 2010, Roberto Mayne – Nicholls, gerente de la Compañía Minera Zaldívar, perteneciente al Grupo Barrick, designó al serenense Raúl González Larrea, como jefe de Proyecto de Reconstrucción de Vichuquén. Una de las zonas más castigadas por la magnitud del sismo. “Era como estar en un país desolado por la guerra.

Prácticamente todo en el suelo y viendo el dolor y las necesidades de las personas. Lo que viví en Vichuquén me marcó para toda la vida”, rememora Raúl al recordar el impacto que tuvo al llegar a la zona. Más de dos años estuvo en Vichuquén y se empapó con el cariño de esa zona maulina. “La tarea quedó como un ejemplo de un pueblo que se levanta frente a la adversidad”.

La titánica tarea tuvo que enfrentar diversos frentes. Principalmente la reconstrucción y el rescate patrimonial que consistió en recuperar las casas patrimoniales que daban identidad al pueblo de Vichuquén.

“Creo que fue lo más difícil por hacer, revivir la historia de más de 429 años de leyendas, entre adobes, tejas y barro. Cuando llegué muchas de las casas patrimoniales estaban a punto de caer. Y lo que era más grave, la identidad del pueblo se perdía. La recuperación se realizó con el apoyo de la Corporación del Patrimonio Cultural de Chile quien lideró los aportes del Ministerio de la Vivienda, Serviu, Consejo Monumentos Nacionales, Municipalidad de Vichuquén y de Barrick”, indica González.

Esta experiencia de rescate patrimonial se tradujo en un hermoso libro, “Vichuquén Terremoto y Reconstrucción”, editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, en el año 2014.

Patricio Rivera Bravo, alcalde de Vichuquén, señala respecto a los daños tras el terremoto que no se han podido recuperar: “A más de 14 años de haber ocurrido el terremoto, el pueblo se encuentra en buen estado. Ciertamente hay algunas edificaciones que no se han podido reconstruir en su totalidad. Por ejemplo, el edificio consistorial que ya estaba dañado antes del terremoto y no podía ser habitable. Tenemos una iniciativa de diseño para poder postular a la reconstrucción del edificio consistorial. El caso de la iglesia también es una edificación muy importante que tampoco ha logrado su reestructuración. Hay que recordar que inicialmente era un galpón, que paulatinamente se fue transformado en iglesia y en realidad no se encuentra en las mejores condiciones”.

Ingeniero formado en la Universidad Técnica del Estado de la Serena, actualmente Raúl González Larrea reside en esa ciudad.

“Tenía 55 años cuando participé en esta misión, tan profunda, en que se aunaron diversas voluntades para hacerla posible. Mucha gente trabajó con nosotros. Todas importantes, todas indispensables. Todavía hay personas que me recuerdan y se mantienen en comunicación. Como aquel matrimonio de profesores que le instalamos una vivienda de emergencia. Para mí fue un trabajo encomendado, pero la gratitud de las personas es un pago invalorable, difícil de dimensionar y que yo nunca olvidaré. Hay personas que no me conocían de nombre y simplemente me llamaban señor Barrick”.

Raúl González Larrea nació en La Serena en 1956. Hijo del connotado médico Raúl González Maldonado y de la enfermera Ruth Larrea, realizó sus primeros estudios en el Colegio Inglés Católico y terminó la enseñanza media en el Seminario Conciliar. Este colegio católico de gran prestigio en La Serena ha formado generaciones de profesionales, con un profundo sentido cristiano.  Sus estudios superiores, Raúl los cursó en la Universidad Técnica del Estado de La Serena, donde se tituló de ingeniero mecánico en 1980.

Raúl reside en La Serena. Está en el otoño de la vida y vive su jubilación, en la ciudad que lo vio crecer. Sin embargo, está lejos del retiro. Realiza consultorías en minería, lo que lo hace viajar constantemente por todo el país. Tiene tres hijos: Raúl Ignacio, Lorena Andrea y Mauricio Andrés. Comparte la vida con su esposa Paola Berrios Reyes. Tiene la fortuna de tener a su madre viva. La señora Ruth, que tiene 96 años y es miembro activo del Club de Jardines de La Serena.

“Era como estar en un país desolado por la guerra”, rememora hoy Raúl González Larrea sobre lo que encontró en Vichuquén tras el terremoto.

¿Qué balance general haría?

“En líneas generales el pueblo se reconstruyó en su totalidad y las nuevas edificaciones se han regido bajo las normas que considera una zona típica, que se protege contra los desastres de la naturaleza”. 

¿Qué lección dejó ese esfuerzo titánico de reconstruir Vichuquén?

“Dejó una lección esperanzadora. Al existir unión y esfuerzo de todos, del sector público, del sector privado, de la propia comunidad, se pueden enfrentar los desafíos titánicos como lo fue el terremoto del 2010. A veces pienso que, incluso, el pueblo quedó más hermoso. Fue una jornada de la que debemos estar orgullosos”.

Raúl, ¿qué destacaría de su gestión en Vichuquén?

“Bueno, algunos hitos relevantes están en el área de educación. La construcción de una escuela en Boyeruca, un internado en Vichuquén y la reconstrucción de dos escuelas más. Importantísimo fue la reconstrucción de casas patrimoniales, que es la esencia, identidad, el alma del pueblo de Vichuquén”.

¿Qué faltó por hacer?

“Estaba contemplado originalmente construir el edificio Consistorial, frente a la Plaza de Armas. Pero por motivos de privilegiar otros gastos, no se realizó”.

Ha pasado más de una década desde la tarea de reconstrucción de Vichuquén. ¿Qué le ha impedido volver?

“He tenido muchas ganas de volver a la zona. Una experiencia como la que viví en Vichuquén es también un privilegio que te da la vida. Una experiencia que fue compartida por muchos. Ese sentido de comunidad, de que nos necesitamos unos a otros, lo aprendí muy joven en el Seminario. Y eso lo agradezco profundamente. Razones de trabajo en el Norte de Chile me lo han impedido. No obstante, siempre estoy pendiente de lo que pasa en la zona”.

Raúl, hay un episodio clave en su formación, una estadía en Estados Unidos…

“Ciertamente. Fueron importantes en mi formación. Siendo niño, por motivos profesionales mis padres estuvieron en Estados Unidos y yo cursé más de dos años en un colegio católico en Jersey City.  Posteriormente cuando cursábamos enseñanza media en el Seminario Conciliar tuve un intercambio escolar de un año en Estados Unidos. Aprendí a manejarme en inglés y quizás a tener una mirada más amplia del mundo”.

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