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Entrevista: “Los maulinos somos como la maleza que crece en los pueblos fantasmas”

Con una obra múltiple, Hugo Villar Urrutia se ha consolidado como uno de los referentes culturales de El Maule. Acaba de publicar “La persistencia de imagen”. “Creo que la poesía es todo”, precisa (Mario Rodríguez Órdenes. Fotografía Héctor Labarca). Hugo Villar Urrutia (Talca, 1981) es un notable creador del Maule. Estudió pedagogía en religión y filosofía en la Universidad Católica del Maule y posteriormente un magister en literatura y artes visuales en la misma universidad. Entre sus libros de poesía y cuentos destacamos: Extramuros (2015) y El impostor (2016).

Hugo Villar Urrutia estudió pedagogía en religión y filosofía en la Universidad Católica del Maule.

Hugo, su infancia en el campo maulino fue decisiva. ¿Qué recuerda de esos años?

“Recuerdo la violencia del paisaje provocada por el clima, la carencia, la bondad de algunas personas, el aislamiento, el salvajismo de los hombres. Recuerdo haber bebido ñache a los seis años, presencié cuando comenzaba a brotar la sangre del cuello del cordero, escuché al animal morir, y mientras la sangre caía, uno de los hombres acercó un tacho de bronce y luego me lo pasó para que lo tomara, la sangre aún estaba caliente”.

Cuando se traslada a Talca. ¿qué mundo encontró en el Liceo Abate Molina?

“Al llegar a Talca, primero estuve en el colegio Darío Salas, de quinto a séptimo básico, en esa época viví con mi abuelita Alicia en la población Abate Molina, pasaje Colombia, mientras mis padres y hermanos continuaban en el campo. Esa experiencia me sirvió para aprender a ser independiente. Una vez que llegaron de Botalcura nos fuimos a vivir a la Villa Magisterio, estando ahí estuve en la escuela El Edén. La enseñanza media la realicé en el colegio Integrado, primero y segundo medio, tuve buenos profesores de lenguaje y arte, actué en algunas obras teatrales, hice buenos amigos, conocí el punk rock y estuvieron a punto de expulsarme. Por ese motivo, mi padre me cambió al Liceo Abate Molina donde estuve tercero y cuarto medio, en un curso del internado, los años 1998 y 1999. Eran muchachos de sectores rurales alejados de Talca que vivían y estudiaban en el liceo, fueron grandes amigos, eran unos pedazos del Maule, conglomerados en una sala: Villa Prat, Melozal, Maule Sur, Nirivilo, Bella Unión, Gualleco, Curepto, Carretones estaban ahí, representados en esos adolescentes. Aprendí muchas historias y conocí sus pueblos en los veranos o en vacaciones de invierno, aún visito a algunos, fue una vuelta al campo”.

Seguramente la misma ciudad de Talca lo impresionó. De la vida cultural de esos años, ¿qué escritores y creadores conoció?

“En esos años, a finales de los noventa, no me interesaba mucho la literatura, pero sí el cine y la música. Entonces, te puedo comentar que quedé impresionado con grupos como La Polla Records, unos españoles punk antiguos, viajé a Santiago a verlos, en tren, clase económica, nos fuimos una comitiva de punkis rurales a la capital. A la una de la madrugada tomamos el tren que venía del sur, llevábamos unas botellas plásticas con vino de Santa Rosa de Lavadero, comprado en garrafa y luego trasvasijado meticulosamente, eso era solo para el viaje, para ver a la mejor banda punk en español. En Talca pude ver a grupos de Santiago como Panzer, La Floripondio, Fiskales Ad Hok, Rojo Vivo; de los grupos talquinos Los Asociales, Hecatombe, Causa Perdida, ADN, Smegma, Godless entre muchos otros. En cuanto al cine, en esos años teníamos TV cable en casa y pude ver y grabar muchas películas. Me impactó El Club de la Pelea, Carretera perdida, también fue importante el festival de cortometrajes y luego de cine que realizaba Marco Diaz. Vi muchas obras notables, además venían actores y directores con los cuales uno compartía”.

Egresado de la Universidad Católica del Maule se fue a trabajar a la V región. ¿Qué importancia tuvo el encuentro con la poeta Florencia Smiths y el narrador Jorge Muzan?

“Con ambos forjé una amistad en ese momento, me incitaron a escribir, me prestaron libros, me mostraron autores, cada uno en su área, me mostraron su obra. Por otra parte, la soledad de la playa y el tiempo libre me permitían leer, escribir, salir a caminar, observar, imaginar, a veces pasaba horas sentado frente al mar, solo cerraba los ojos e imaginaba, igual que un ciego frente al mar, parafraseando a Spinetta”.

Hugo, ¿qué influencias ha recibido en su formación?

“Bueno, creo que en primer lugar está mi madre, María Eugenia, como una gran influencia, ella siempre fue amante de las películas, mi amor por el cine viene de ahí, luego aparece el rock como algo fundamental en mi vida, posterior a eso, llega la filosofía en la universidad y luego la literatura y el arte”.

¿Destacaría algunos autores y libros cómo referentes de su obra?

“Sí, a César Vallejo, Klaus Kinski, Luca Prodan, Bruce Willis, Pablo de Rokha, Luis Alberto Spinetta, Robert de Niro, Bob Dylan, Imanuel Kant, Lou Reed, Nekro de Fun People, las películas de Quentin Tarantino, Werner Herzog, Wim Wenders, Reiner Fassbinder, Alejandro Jodorowsky, David Cronenberg, Martin Scorsese, David Lynch, los libros de Albert Camus, Charles Bukowsky, Cecilia Pavón, Jorge Luis Borges; Marcel Duchamp y los dadaístas, los discos de L7, The Clash, Sonic Youth, Cristina y los Subterráneos, Nirvana, Sepultura, David Bowie, Jorge González, The Velvet Underground, Andrés Calamaro, The Strokes, Dead Kennedys, Álvaro Henríquez, La Polla Records, la banda argentina Él mató a un policía motorizado, Fiskales Ad-Hok, los textos de Roberto Bolaño, Óscar Bustamante, el rostro de Jack Nicholson, las canciones de Víctor Jara, Perdidos en Tokio de Sofia Copolla, Juliete Lewis, la historia de la belleza y de la fealdad de Humberto Ecco, Tadao Ando y su obra arquitectónica del silencio, la luz y la desnudez de los espacios, Nastassja Kinski, Jimi Hendrix, y un largo listado”.

Su amplitud artística es múltiple: actor, guionista, narrador. ¿Qué encontró en la poesía?

“Creo que la poesía es todo, por lo mismo intento ligarlo todo a ella. Es enigmática, salvaje, tierna, creativa, nostálgica, experimental, infiel, es una explosión, por eso me gusta, tiene carácter”.

La producción de la película Los culpables, en 2017. ¿Qué desafíos le planteó?

“Es una película autogestionada que realicé con mi amigo el cineasta Vito García Viedma, entre los dos escribimos la historia, el guion, realizamos la producción y conseguimos a los amigos necesarios para que actuaran y nos ayudaran. Es la primera película de acción talquina, comenzamos a grabar en 2013 y tardamos cuatro años entre el rodaje y el montaje, la estrenamos en el desaparecido Cine Plaza de Talca, participó en algunos festivales de cine, estuvo en la plataforma de cine chileno Ondamedia y el año pasado la liberamos en Youtube, Incluye mafiosos, póker, boxeo, traición y todo está ambientado en la ciudad de Talca”.

Extramuros (2015) y El Impostor (2016) lo sumergen en la narrativa. ¿Qué logró capturar en ellos?

“Los dos son libros híbridos, tienen una parte con poemas y otra con relatos breves. Son en su mayoría relatos de acción, robos, disparos, bandidos, persecuciones en auto, explosiones, mafiosos, detectives privados. No escribo relatos realistas ni moralizantes, ni de denuncia, creo que son muy obvios y simples, prefiero la ficción en estado puro”.

Su reciente La persistencia de la imagen lo muestra cercano al cine. ¿De algún modo el cine refleja mejor el mundo de incertezas y todavía no explorado que nos ha tocado vivir?

“Creo que el cine es magnífico, me parece poético. Jorge Teillier decía por ahí que si una película tenía al menos un ínfimo minutos o segundo de poesía ya valía la pena”.

¿Qué prepara ahora?

“Un nuevo libro de poesía, que intenta fusionar el cine, lo narrativo, la conexión de distintas partes y personajes. Algunas reflexiones sobre la belleza, un detective privado, un pintor y un niño pájaro”.

Preocupación constante en su obra es la identidad maulina. ¿Qué la caracteriza?

“Creo que sí, es algo inconsciente, es el lugar donde me tocó nacer, vivir y desarrollarme. Sin duda el clima, el paisaje y las costumbres propias de la cultura influyen en los poemas y los relatos”.

En el documental Sota, una historia de la Diez Oriente, ¿muestra un mundo que se fue?

“Claro, un mundo que ya no está, aunque tengo sentimiento encontrados con el documental, la verdad es que no sé si ahora realmente me gusta. La historia de esa calle roja causó dolor y sufrimiento en muchas personas, en el documental hablan los dueños de los burdeles de una forma festiva y anecdótica, lo cual no era totalmente la realidad de todas y todos los que trabajaban y vivían ahí”.

Es también Maule una tierra de contradicciones. Usted escribe: «tierra prometida, aborígenes ebrios y españoles asesinos». ¿Cuánto la marcó esta condición?

“Esa contradicción es esencial, me gusta, es parte de la idiosincrasia de los nativos”.

¿Qué autores y obras recientes de El Maule destacaría?

“Destacaría a Héctor Labarca en la fotografía, Mario Verdugo publicó un libro de ensayos sobre Curepto hace poco, no lo he leído, pero me parece interesante lo que hace. En el cine, la película Blanco en Blanco de Theo Court, la obra de Vittorio Farfán, la película Cintas Snuff de Vito García, la película Tetoterapia de Jorge Panchana y Alejandra Gómez. Y en la literatura es importante destacar a Susana Burotto, Felipe Moncada, Pedro Gandolfo, José Luis Muñoz, Raúl Alcaíno, José Tomás Labarthe, Persus Nibaes, Rosa González, Jonathan Opazo, Américo Reyes, Patricia Schaffner, Claudio Maldonado, Benjamín Rivera-Meza, Silvia Rodríguez, Daniela Sol, Masiel Zagal, Bernardo González, Julio Marín, Alejandra Moya, Gabriela Albornoz, Tomás J. Reyes, Rodolfo de Los Reyes, Rodrigo Peralta, Edgardo Alarcón, Cristián Rau, Juan Carlos Aros, Adriano Améstica, Hugo Metzdorff, Leonidas Rubio, Santiago Azar, Juan Mihovilovic, Lilian Barraza, Claudio Oyarzún, Luis Gutiérrez, Pablo Umanzor, Marcela Albornoz Dachelet, Mario Meléndez, Ricardo Opazo, Nikolao, Jorge Benavidez, Daniel Acuña, Javiera Aguilera”.

¿Cómo ha resistido la identidad maulina los embates de la modernidad?

“Creo que no ha resistido, se ha ido modificando, adecuando, ensamblando a los nuevos tiempos. Ahora puedes ver a un jinete a caballo con un buzo Adidas, escuchando trap en un parlante; recuerdo una ocasión que fui a leer a Curepto, al aire libre en el Mirador los Grillos, luego cantaron hip hop unos muchachos, en ese momento, un jinete se mezcló con su caballo en el público y comenzó a disfrutar de la música y realizar piruetas con el equino, mientras muchos grababan con sus celulares y subían el video a redes sociales”.

A su juicio, ¿qué somos en la actualidad los maulinos?

“Lo que siempre hemos sido, una mezcla a la fuerza de varios elementos contradictorios que sobreviven a la violencia del tiempo, el clima y la modernidad. Los maulinos somos como la maleza que crece en los pueblos fantasmas”.

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