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Entrevista: “Maule tiene mucho que ofrecer al mundo”

En “Alguna luz para este pueblo”, Pedro Gandolfo profundiza en la identidad del Maule. “El Maule es un pasado poco recordado, un presente inorgánico, fragmentario y contradictorio y un futuro muy incierto”, enfatiza Gandolfo (por Mario Rodríguez Órdenes)

Pedro Gandolfo Gandolfo (1959) es escritor, abogado y docente, licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Chile.

Hay libros fundamentales que nos ayudan a comprender lo que somos. Es el caso de “Alguna luz para este pueblo” (Ediciones UCM, 2023) de Pedro Gandolfo, un viaje profundo por el Maule.

Con lucidez, el autor cruza su biografía personal con la colectiva de los maulinos del ayer y del hoy. Una mirada que la enriquece con una extensa bibliografía. Es una reflexión que, en estos tiempos, nos permite navegar en aguas turbulentas. Permite, además, conocer nuestras debilidades y fortalezas. Estas últimas permiten pensar en un futuro colectivo mejor.

Pedro Gandolfo Gandolfo (1959) es escritor, abogado y docente, licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales por la Universidad de Chile. Magister en filosofía y columnista de El Mercurio. Es miembro de la Academia de Ciencias Sociales. Entre sus obras destacamos “A baja voz”, “Artes menores” y “De memoria: un breve elogio”.

Pedro, ¿cómo surge “Alguna luz para este pueblo”?

“Surge, de una parte, Mario, del deseo de escribir un libro y, por la otra, las razones del arraigo, el arraigo de una vida entera, a Maule y, en concreto, a Colin, la localidad en la cual he vivido. Creo que el arraigo a un lugar es esencial en la comprensión de la sicología humana”.

La publicación muestra un arduo trabajo de investigación, lecturas… ¿cómo lo fue armando, fue un trabajo solitario?

“En el año 2013 aparecen las primeras notas y planes de desarrollo. Como ve, el libro estuvo precedido y acompañado siempre, hasta en las últimas versiones, de un trabajo investigativo enorme en fuentes directas y secundarias. También hubo muchas conversaciones registradas con miembros antiguos de la comunidad de Colín”.

Esta publicación es un ensayo. ¿Qué le ha permitido esta condición?

“La elección del ensayo es fundamental. La flexibilidad de ese género me permitió dar una ordenación poco convencional a los temas y mezclar las consideraciones biográficas con las dimensiones más objetivas de una investigación”.

Como el mundo de García Márquez, el Maule tiene diversos mundos, ¿cuál cree que es la columna vertebral que los une?

“La columna vertebral que nos une es el río y en la medida que ese río ha sido herido simbólica y físicamente esa columna se ha debilitado. Pero es a partir del río y desde el río es que se han realizado los empeños de dotar a la región de una identidad, nunca encontrada por entero, escurridiza y fragmentaria”.

Su abuelo y su padre emigraron desde Italia, en la década de los 40′, ¿que los hizo llegar a Colin?

“Una mezcla de voluntad y casualidad. Las decisiones del emigrante implican siempre una gran apuesta. En mis ancestros hubo una necesidad de búsqueda de recursos y de un nuevo arraigo que después de varios pasos los radicó muy fuertemente aquí. En buena medida fue una decisión valiente y prudente a la vez y persistente hasta hoy”.

Ha estado toda la vida cercano al Maule, ¿que lo hizo alguna vez abandonarlo?

“Nunca lo abandoné del todo. No solo porque procuraba regresar, al menos, cada 15 días, sino porque me mantuve conectado en el alma, siempre, no pocas a través de la nostalgia, ese recordar con cariño un lugar ausente”.

Después de un fecundo trabajo en la Universidad y en medios tan relevantes como el Suplemento Artes y Letras de El Mercurio en Santiago, ¿por qué decide retornar a residir a Colin?

“Hubo circunstancias personales que lo impulsaron, pero también es un gesto concreto para señalar que cualquiera obra fértil requiere de un arraigo y yo quise acompañar a los míos y a la vez ratificar ese arraigo. Tengo la percepción que lo ‘local’ ofrece una perspectiva privilegiada para aproximarse a lo universal”.

El propósito de la Fundación Memoria del Maule, ¿es acaso una lucha contra esa condición de Chile de ser un país desmemoriado?

“Exactamente. La debilidad en el cultivo de la memoria impide que se teja una cultura rica, con profundidad y diversidad. Nuestra cultura crece en la inmediatez y ello reclama de todos nosotros un trabajo de la memoria. Quise hacer un aporte modesto al arte del rememorar”.

¿Tiene pensado otros trabajos relacionados con el Maule?

“Por ahora, no. Pero hay dimensiones del libro que quedaron afuera, como, por ejemplo, la de la casa en la que lo escribí, que tiene una historia interesante. En general, aunque no tenga relación directa con el Maule, nace de su escritura deseos de escribir otros libros”.

Pedro, el Colín que usted conoció en su infancia es muy diferente al Colin actual que está cercano a ser devorado por Talca. ¿Qué recuerda de esos años?

“Es un recuerdo con luces y sombras. Rememorar es un ejercicio que genera emociones encontradas. El campo de los 60 ha desaparecido casi por completo, pero, quizás porque su final coincidió con mi infancia, eso tiñe el recuerdo del color de la infancia. Y mi infancia fue muy feliz. Entonces no puede sino surgir la nostalgia por un mundo ido de sabores, olores, imágenes, fiestas y faenas, un mundo muy ameno y sensorialmente muy poderoso”.

El Maule ha vivido diversos procesos que le han dado una fisonomía singular. Alguna vez tuvo gran importancia Constitución y Colin jugó también un rol relevante. ¿Qué es el Maule hoy?

“El Maule es un pasado poco recordado, un presente inorgánico, fragmentario y contradictorio y un futuro muy incierto en lo que a paisaje, identidad y patrimonio se refiere. Basta pasearse por la calle Una Sur de Talca desde la plaza de Armas a la zona del terminal de buses para juzgar de primera de mano la degradación cultural que se expresa sobre todo en la vulgaridad y falta de todo estilo”.

¿Qué explica la decadencia de Constitución y la primacía de Talca?

“Múltiples causales. Constitución sufrió tres decadencias sucesivas: la de astilleros navales, la de puerto de comercio y la del balneario burgués. Su historia está llena de elegías y es un símbolo de las dificultades de construir identidades interesantes, divertidas, innovadoras y sostenibles en el tiempo”.

Destaca que desde la época prehispánica hubo diversos sometimientos de los habitantes que vivieron en el Maule. ¿Esa violencia permanente que significó?

“Una temprana y muy radical exclusión de la cultura nativa desde el ámbito público y en el de las costumbres privadas. Esta exclusión no significa desaparición porque aquella sobrevive como substrato a distintos fenómenos culturales”.

¿Es lo que usted llama mestizaje callado?

“Precisamente”.

El desarraigo y el destierro que han vivido los habitantes del Maule, ¿es también un hilo invisible en la actualidad que une a sus habitantes y tal vez una de las fortalezas de la región?

“Creo que tiene razón. Una historia entendida así para espacios, para crear el futuro poniendo en valor el paisaje que es el patrimonio mayor que tiene la región y que, al revés, está siendo tan agredido.  La otra fortaleza podría llegar a ser la educación. Maule tiene la ubicación y las características para convertirse en un gran centro educacional. Y un aspecto no menor es el de la cocina. Es un área donde hay estudios antropológicos y proyectos muy serios”.

Habitualmente el campo se ve desde el ángulo de la ciudad. Esta perspectiva, ¿cuánto ha distorsionado al Maule?

La mirada de la ciudad y, sobre todo de Santiago, considera el Maule como un mundo exótico, el mundo de lo local, provinciano y sin vínculo con lo universal. Creo, cómo le dije antes, que lo universal se logra, en cambio, a través del fortalecimiento de las identidades locales. Maule tiene mucho que ofrecer al mundo”.

¿Qué destacaría de la mirada de José Donoso, de Pablo de Rohka, del Maule, la mirada registrada por Rugendas, por señalar algunos ejemplos?

“Es una opinión personal, desde luego, pero De Rokha parece ser el autor que más ha contribuido a elaborar un imaginario común. Recorrió el Maule muy bien, conocía rutas cordilleranas y, también, como la palma de su mano, los caminos, lugares y personas en torno al Mataquito y el Maule y los plasmó en sus distintas obras, en su poderosa poesía y una autobiografía excelente”.

En uno de los procesos vividos en el Maule destaca el auge cerealero en el siglo XIX. Se generó una gran riqueza para los terratenientes, pero que no significó un gran cambio en la condición del campesinado, en general. ¿Por qué no se pudo aprovechar esta oportunidad?

“La estructura económica, social y política determinó que la riqueza quedara en manos exclusivas de los grandes terratenientes. Ellos tuvieron tierras casi ilimitadas, mano de obra barata, bajos aranceles, gran demanda, pero no se distribuyó el dinero. El gran problema de la desigualdad nos persigue”.

¿Es lo que hace aparecer el bandidaje en el campo?

“El bandidaje fue un fenómeno extendido en el Maule del siglo XIX a tal punto que surgieron bandidos legendarios en los Cerros de Teno hasta San Javier. El bandidaje -según un acucioso estudio de Jaime Valenzuela Márquez- de la situación social de la hacienda y la presencia del peón gañán, principalmente”.

¿Cómo dimensionar el auge que vivió Colin y Constitución?

“Es difícil de dimensionar por lo rotundamente que han cambiado las circunstancias. Los auges se produjeron sin dejar huella permanente. Volvemos al tema de la desmemoria. Parece que las cosas buenas que nos pasan se evaporaran en el tiempo”.

Cuando comienza la decadencia de Constitución, la elite se da cuenta, ¿por qué no encontraron forma de impedirlo?

“Siempre lucharon. Hacia el último cuarto del siglo XIX el río perdió su navegabilidad, el negocio de los astilleros decayó por el surgimiento del barco a vapor y el auge cerealero fue cesando. En 1915 pierde el carácter de Puerto Mayor”.

Pedro, ¿qué espera de la nueva Constitución para fortalecer el Maule, en forma orgánica?

“Soy más bien escéptico. Creo que no existe voluntad política real por regionalizar. La constitución, si es que se aprueba, va a ser escrita por la elite santiaguina y su visión no puede ser sino centralista”.

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