Con “De la verdad a la interpretación”, Francisco Roco Godoy sigue una línea fundamental en la filosofía. Pensarla, escribirla, enseñarla, desde la provincia. Su inmersión en Nietzsche tiene ese propósito (por Mario Rodríguez Órdenes)
“Tras la interpretación está el intérprete. Por esta razón para muchos hermeneutas contemporáneos la interpretación no es simplemente descripción, sino diálogo que se establece entre distintos hablantes a través de los textos que conectan tiempos y espacios diferentes. La neutralidad y la objetividad tan anhelada por los positivistas desaparece en medio de la compleja trama de discursos y contextos. A esto aludía precisamente Nietzsche cuando hablaba del psicólogo, el intérprete tras la investigación”, precisa el doctor Francisco Roco Godoy en “De la verdad a la interpretación” (Editorial Universidad de La Serena, 2009).
Francisco Fernando Roco Godoy (La Serena, 1954) estudió en el Liceo de Hombres de La Serena del que egresó en 1971, en pleno gobierno de la Unidad Popular. Su carrera universitaria la comenzó en la Universidad de La Serena, donde se tituló de profesor de Castellano. Estudios posteriores en la Universidad de Chile, lo acercan a la filosofía y le permiten alcanzar un doctorado.
Entre sus libros destacamos: ¿Es posible el último hombre de Fukuyama? (1993); Origen y esencia de la filosofía (1995); La literatura como método (1998); y Comunicación y Revolución Tecnológica. Aportes para comprensión humana en la era digital (2019). Francisco Roco representa un sostenido esfuerzo de hacer filosofía desde provincia, un tema trascendental en el mundo de hoy, que también se realiza en Talca.
Francisco, ¿cómo surge su interés en Nietzsche?
“Honestamente, no tengo muy claro el origen ‘sistemático’ de ese interés. En general, mis lecturas nunca han llevado un plan. Leo aquello que llega a mis manos. Si me gusta lo termino, si no lo postergo o definitivamente lo abandono. Respecto de Nietzsche (1844 – 1900), llegué a él por otras lecturas en que se refería la distinción entre lo apolíneo y dionisíaco que establece en el libro ‘El origen de la tragedia’. La verdad es que, en ese momento, no me atrajo especialmente. El escrito que sí me conmovió fue otro de sus escritos de juventud, ‘Sobre verdad y mentira en sentido extramoral’. Allí, en claro estilo, plantea algunas tesis muy diferentes a las que se divulgan habitualmente respecto de la verdad, de los valores, del lenguaje. Desde ese momento, comencé a prestarle especial atención”.
¿Qué propósito tiene “De la verdad a la interpretación”?
“Tiene varios propósitos (modestos, pero varios). Quizá primeramente ayudar en la lectura inicial del filósofo germano. Es fácil extraviarse. Escribe frecuentemente en aforismos y con estilo metafórico. El aforismo es una sentencia breve, llena de sentido, pero muy sintética. El filósofo no se detiene a explicar ni a ejemplificar lo que dice. Luego pasa a otra idea. Entonces el lector va quedando lleno de incertidumbre. Sin saber si entendió o no. Si se suma la recurrencia a figuras literarias, aumenta la perplejidad (por lo menos, eso me aconteció). Entonces nuestro libro pretende relevar los temas recurrentes en Nietzsche quien, sin pretender crear un sistema de filosofía (más bien fue antisistema), es bastante pertinaz en los temas que lo preocuparon y ocuparon desde muy temprano. Hay registro de escritos de los trece años. Nuestro libro, además, quiere destacar por qué el concepto de verdad ha comenzado a desaparecer del lenguaje científico y filosófico. Esto es muy curioso, porque la Verdad (con mayúscula) ha sido el gran tema de esos saberes. Las ideas de Nietzsche arrojan mucha luz al respecto”.
La lectura que hizo Nietzsche del siglo XX que se avecinaba ha sido influyente hasta el momento actual. ¿Cuáles son las coordenadas de ese pensamiento?
“Creo que después de las grandes guerras europeas del siglo XX, el pensamiento de Nietzsche se ha venido acrecentando. En vida, tuvo pocos lectores. Sin embargo, tuvo clara conciencia de que su pensamiento se escribía para el futuro. Solía decir ‘mi tiempo no es aún llegado’ o ‘mi pensamiento se comentará en las universidades en los próximos dos siglos’. Así ha sido. Logró vislumbrar, en sutiles signos, el fin de una era y el advenimiento de otra. Distinta, no necesariamente mejor. Describió ese ocaso, en una desoladora y simbólica proposición: ‘Dios ha muerto’. Frase que es mucho más que una declaración de ateísmo. Simboliza, como decimos, el fin de una época que surgió en Occidente con los griegos y se acrecentó con el cristianismo. El declinar acontece porque todo fluye, todo cambia. Ni los dioses pueden sustraerse a ese destino. Creencia de la cual hoy casi nadie duda. En rigor, la filosofía ni la cultura son las mismas después de Nietzsche”.
¿Qué mundo pulverizó el pensamiento de Nietzsche?
“Nietzsche derribó el mundo metafísico. Es decir, aquel o aquellos mundos ‘creados’ para justificar o dar sentido a este único mundo en el cual vivimos. ‘Nada hay tras la cortina’, decía. Ese mundo del ‘más allá’ es una mentira inventada por quienes detentan el poder. Aunque no niega que son mentiras necesarias para la vida, pero mentiras, al fin y al cabo. Y como tales pueden ser reemplazadas por otras. ¿Para qué vivir? Esa es la gran cuestión que debe responder quien quiera ser libre y no formar parte del ‘rebaño’. Los caminos no están pre hechos, cada cual debe ‘inventar’ el suyo”.
¿A qué alude Paul Ricoeur cuando al referirse a Marx, Freud y Nietzsche los considera los tres maestros de la sospecha?
“Paul Ricoeur, el filósofo francés, incluyó a esos tres grandes pensadores en lo que llamó ‘la escuela de la sospecha’. Tal denominación se debe a que ellos dudaron que las bases de la cultura occidental se asentaran en ‘verdades’, sino en interpretaciones circunstanciales, que luego se olvidaron que lo fueron y se asumieron como absolutas. Desenmascararon a los engañadores. Dice Nietzsche ‘no hay hechos morales, sino solo una interpretación moral de los hechos’. Freud inventa el ‘super ego’ para interpretar los relatos que le cuentan sus pacientes, agobiados por los fantasmas mentales que los acosan. Marx, por su parte, no cuestiona la sociedad burguesa, sino la interpretación burguesa de la sociedad. Es decir, el proyecto histórico de occidente es solo discurso, nunca ‘verdad’”.
¿Dónde radica la influencia de Nietzsche en pensadores como Max Weber y Michel Foucault, claves para comprender el mundo actual?
“El imaginario filosófico contemporáneo, denominado posmodernidad, lleva la marca de Nietzsche. Por lo tanto, no hay filósofo que no haya recogido sus influencias. No solo en el sentido que sean seguidores o continuadores de su pensamiento, también en cuanto opositores. Puso en escena muchos temas silenciados por ‘inconvenientes’. Preguntar, por ejemplo, ‘¿Por qué han de valer los valores?’ o ‘¿Qué valores deben valer?’, parece una franca estupidez. Pero filosóficamente hablando, obliga a replantear desde la base el tema de los valores y no aceptar su valía por comodidad o conveniencia. Los pensadores pos Nietzsche no solo heredaron nuevas canteras de temas, también la valentía y una nueva manera de abordarlos. Es decir, nuevos métodos”.
Si Nietzsche derribó el mundo de las certezas. ¿Qué mundo nos espera?
“El mundo que nos espera es el mundo que los humanos seamos capaces de construir. Sin excusas. Si no hay Dios, se es más libre, pero a la vez absolutamente responsable de los actos. La filosofía de Nietzsche es esencialmente vitalista. Cualquier idea que colabore en la mantención de la vida, en su acrecentamiento, es bienvenida. Por el contrario, aquellas que la contraen y limitan, aunque sean en nombre de Dios, deben mirarse con suspicacia. La eliminación de las interpretaciones canonizadas (‘verdades’) ha permitido la liberación de muchos grupos históricamente marginados, oprimidos, discriminados, ya sean por opciones sexuales, religiosas, ideológicas. Creo que las ideas no avasalladoras de Nietzsche y su convencimiento de que la razón no es el único instrumento para la comprensión de cuanto hay, ayudan a la convivencia de culturas diversas, especialmente en el mundo globalizado como el actual. No me cabe duda que la difusión del pensamiento de Nietzsche colabora en la constitución de mentes más tolerantes, responsables y aceptadoras de lo distinto. Muchas ‘guerras santas’ se evitarían si se las pensara como cosas humanas, ‘demasiado humanas’ y motivadas por egoístas voluntades de poder”.
¿Cómo fueron los últimos años de Nietzsche?
“Desgraciadamente, los últimos diez años de la vida Nietzsche los pasó sin saber quién era. En un sanatorio para enfermos mentales. Diversas teorías se han forjado al respecto. Desde el castigo divino por anunciar la muerte de Dios o efecto de una posible sífilis contraída en la época de estudiante. El diagnóstico médico efectuado desde hoy, de acuerdo con los síntomas que él mismo describió en sus textos, señala que habría sufrido de parálisis cerebral, que también fue la causa de la temprana muerte de su padre, cuando el filósofo tenía cinco años. Quizá una enfermedad inmerecida y paradójica para quien fuera una de las mentes más lúcidas del siglo XIX”.