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ENTREVISTA: Terror en Lo Cañas por Carmen Mc Evoy y Gabriel Cid

Los sangrientos hechos ocurridos e 19 de agosto de 1891, junto al posterior suicidio del Presidente Balmaceda, solo pueden ser comprendidos -señala el historiador Gabriel Cid- “como el punto culmine de una trayectoria histórica de acostumbramiento a la violencia de una generación” (por Mario Rodríguez Órdenes)

Gabriel Cid Rodríguez (Ovalle, 1984) es doctor en historia por la Universidad del País Vasco.

«La Matanza de Lo Cañas» es uno de los episodios más barbaros de la historia de Chile. Ese aciago 19 de agosto de 1891, un grupo de 40 jóvenes opositores al gobierno de José Manuel Balmaceda, régimen que consideraban dictatorial, junto a un grupo de obreros en la hacienda de Lo Cañas, se reunieron con el fin de organizar la caída de Balmaceda cuando fueron sorprendidos por el ejército balmacedista que los capturó. En una jornada de barbarie los amotinados fueron torturados y luego ejecutados.

Carmen Mc Evoy y Gabriel Cid en La matanza de Lo Cañas (Taurus, 2022) intentan comprender este hecho, de profunda relevancia en la historia nacional.

Gabriel Cid Rodríguez (Ovalle, 1984) es doctor en historia por la Universidad del País Vasco. Especialista en historia política e intelectual del siglo XIX hispanoamericano y chileno. Entre sus libros destacamos: Pensar la revolución. Historia intelectual de la independencia chilena (2019), Revolución y república (2018), La guerra contra la Confederación (2011).  Actualmente es docente del Instituto de Historia de la Universidad de San Sebastián, Concepción.

Gabriel ¿cómo surge su interés en la Matanza de Lo Cañas?

Carmen y yo somos especialistas en la Guerra del Pacífico y nos intrigaba el vínculo entre ese conflicto y el de 1891: cómo la generación de 1879 terminó enfrentándose de manera tan sangrienta apenas unos años después. Era un enigma histórico que nos interesaba dilucidar. Más aún, con el antecedente de la matanza de Lo Cañas, un hecho inédito en la historia de las guerras civiles del país. En efecto, las guerras civiles habían sido frecuentes durante el siglo XIX -1829, 1851 y 1859- pero jamás habían dado lugar a una masacre como la de agosto de 1891. Intentar explicar esos hechos singulares fue el estímulo para llevar a cabo la investigación que dio a la luz este libro”.

¿Qué documentación revisó para articular el trabajo?

“Además de la prensa, libros, panfletos, poesías, grabados y fotografías de la época, hallamos el expediente judicial que se siguió después de la guerra contra los implicados en la matanza de Lo Cañas, un material desconocido y lleno de valiosísima información para reconstruir los hechos. Contiene las declaraciones de los victimarios que lograron ser capturados, así como el testimonio de los familiares de las víctimas y algunos sobrevivientes”.

¿Cuál era la situación política de Chile cuando ocurre la Matanza de Lo Cañas?

“La montonera opositora a Balmaceda tenía el propósito de bloquear las comunicaciones de la capital con el sur de país, para lo cual perseguía cortar las líneas telegráficas y volar puentes que impidieran el arribo de tropas desde el sur para reforzar las posiciones del gobierno de cara al desembarco del ejercito congresista en Concón. Para llevar a cabo esta misión establecieron una improvisada base de operaciones en el fundo de Lo Cañas, propiedad de Carlos Walker Martínez, líder de la oposición a Balmaceda. Delatados en sus intenciones, se envió una fuerza militar para ajusticiarlos, pues semanas antes el gobierno había dado órdenes a sus subordinados que esa sería la pena a quienes incurrieran en actividades de sabotaje”.

¿Cómo se fueron juntando tantas odiosidades?

“La guerra civil de 1891 condensó de manera sangrienta una serie de procesos históricos larvados desde hace años. La descomposición del sistema político, la personalización del poder por parte de Balmaceda, el enfrentamiento de los poderes del Estado a propósito de cómo interpretar la constitución vigente, la militarización de la política y el conflicto de clases latente en el Chile de inicios de la cuestión social; todos fueron problemas de gran envergadura que no lograron encontrar un cauce institucional para zanjar políticamente las diferencias. El odio político difundido por la prensa de aquellos años y el acostumbramiento a la violencia de una generación marcada por la guerra terminaron por allanar el camino hacia un conflicto fratricida”.

¿Los acontecimientos influyen en el curso de la Guerra Civil?

“Los sucesos tuvieron lugar en vísperas del desembarco de las tropas congresistas en Concón. Cuando se supo las noticias, generó amplias críticas contra Balmaceda y contribuyó a socavar la legitimidad de su gobierno. El joven Arturo Alessandri recordó que la muerte de sus amigos despertó una ‘ola inmensa de rencor y estímulo de venganza’”.

¿Qué explica las razones de la brutalidad del ensañamiento con los caídos? Fue una barbarie…

“La interpretación más importante que sostenemos en el libro es que los sucesos de Lo Cañas solo pueden ser comprendidos como el punto culmine de una trayectoria histórica de acostumbramiento a la violencia de una generación que convivió con las lógicas de guerra ya desde inicios de 1870, con las campañas militares en la Araucanía, y luego con la Guerra del Pacífico. Es la misma generación que termina esta trayectoria de asimilación de la violencia y deshumanización del otro enfrentándose sangrientamente en 1891. Además de este acostumbramiento a la violencia, hay otros elementos: en la reconstrucción de los hechos se puede constatar un ensañamiento clasista (pues la mayoría de las víctimas provenía de la elite conservadora), además del consumo de alcohol por parte de la tropa. Por último, el aislamiento del lugar (ubicado en la precordillera capitalina) permitía la sensación de impunidad por parte de los victimarios”.

Gabriel, ¿hubo sobrevivientes?

“Pese al ensañamiento, hubo algunos individuos que lograron sobrevivir. Al ingresar al fundo, los soldados dieron orden de que los campesinos y parte de la servidumbre abandonara el recinto. Algunos montoneros sobornaron a los soldados para comprar su libertad, mientras que otros lograron huir de la cacería humana en la oscuridad de la noche en el bosque de Panul, escondiéndose en zanjas o fingiéndose muertos”.

¿Se determinaron responsabilidades por los hechos?

“Una de las grandes dificultades de la posguerra fue el establecer responsabilidades en los hechos perpetrados en Lo Cañas. Y la dificultad residía en que los personajes con capacidad de responsabilidad política y militar en los hechos murieron. Balmaceda atribuyó los hechos a los excesos de sus subordinados; el general Orozimbo Barbosa, el responsable militar, fue masacrado en la batalla de Placilla, mientras que el líder del piquete de soldados que ejecutó la matanza se escudó en la cadena de mando militar. ‘Yo solo seguía órdenes’, declaró Alejo San Martín cuando declaró en Argentina años después. En 1893 solo 6 soldados estaban presos por su actuación en los hechos, siendo posteriormente liberados por una ley de amnistía”.

¿Cómo lo explicó el Presidente Balmaceda?

“Balmaceda intentó desmarcarse de los sucesos. Cuando se le solicitó clemencia con los montoneros que iban a ser ajusticiados, prefirió no oír nombres y dejar que la sentencia se ejecutara. Sin embargo, al enterarse del nivel de violencia desplegada en las ejecuciones, en su testamento político explicó lo sucedido aludiendo al descontrol de la tropa en un contexto de guerra. ‘Todos sabemos que hay momentos inevitables y azarosos en la guerra, en que se producen arrebatos singulares que la precipitan a extremidades que sus directores no aceptan y reprueban’, señaló”.

¿Qué buscaban los opositores al gobierno de Balmaceda?

“La guerra civil de 1891 enfrenta a dos modos de comprender el balance de poderes del Estado con base a una interpretación divergente de la constitución de 1833. Para el bando congresista, Balmaceda estaba concentrando una cantidad peligrosa de atribuciones en el poder Ejecutivo que iba a contracorriente con el proceso político chileno que desde la década de 1870 inclinaba la balanza crecientemente a favor del parlamento. Y esta situación, con un Estado no solamente más extenso y más rico, como resultado de la Guerra del Pacífico, volvía a la figura presidencial una amenaza para el sistema político”.

¿Cómo afectó a la sociedad chilena?

“La guerra civil de 1891 fue el conflicto interno más sangriento de la historia chilena durante el siglo XIX. Solamente para dimensionar su magnitud deberíamos considerar que, en Concón y Placilla, las batallas decisivas de la contienda, murieron más soldados chilenos que en Chorrillos y Miraflores, en la Guerra del Pacífico. La matanza de Lo Cañas y el suicidio de Balmaceda pusieron en evidencia el drama histórico que se vivió en aquel momento, y el quiebre profundo en la sociedad nacional, que repercutió por años”.

¿Qué medidas se tomaron para pacificar a la sociedad chilena?

“Uno de los grandes desafíos del conflicto de 1891 fue pacificar las relaciones sociales tras la guerra y lograr allanar el camino hacia la reconciliación política. La solución fue la amnistía, es decir, sancionar una ley de olvido de los crímenes políticos. Ya a fines de 1891 se decretó la primera de estas leyes, en el marco de la Navidad de aquel año. ‘El país forma una sola familia y no es posible que viva eternamente dividida… reconstitúyase ahora el país; olvide, perdone y venga la paz. Vivamos de nuevo unidos y felices’, declaró un diputado en la época. Sin embargo, los crímenes de Lo Cañas quedaron permanentemente fuera de estas leyes, porque se consideraba que la crueldad de aquellos sucesos estaba más allá del perdón y el olvido. Solo en 1894, en la última ley de amnistía sobre la guerra civil, se ordenó el indulto a los implicados en Lo Cañas. Era la instrumentalización política del perdón en aras de la gobernabilidad de un país que aun padecía las heridas de la guerra civil”.

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