En “Neoliberalismo /Una idea en disputa”, Álvaro Vergara invita al lector a recorrer la historia de este movimiento, “pieza clave en las discusiones que dieron forma al caótico siglo XX y que, hasta hoy sigue complicándonos” (por Mario Rodríguez Órdenes)

El neoliberalismo, por un lado, es denunciado, como la raíz de todos los males posibles y, por otro, defendido como un dogma.
En un lucido “Neoliberalismo /Una idea en disputa” (Instituto de Estudios de la sociedad, 2025), Álvaro Vergara invita al lector a recorrer la historia de este movimiento, pieza clave en las discusiones que dieron forma al caótico siglo XX y que, hasta hoy sigue complicándonos.
Álvaro Vergara Navarrete (Santiago, 1995) es licenciado en Ciencias Jurídicas de la Universidad de Los Andes. Actualmente es profesor de derecho constitucional y derecho político en la Universidad Finis Terrae.

Álvaro, a qué responde la expresión del presidente Boric cuando dice: «Si Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”.
“Responde a la configuración típica de la nueva izquierda latinoamericana cuyo componente central es la oposición a lo que ellos llaman ‘neoliberalismo’. Las izquierdas de hoy no tienen un proyecto político definido, sino que solo cuentan con un proyecto de oposición. Se oponen a un adversario y desde allí se construyen a sí mismos. En los años noventa, después de la caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética y el triunfo del capitalismo, diferentes autores intentaron renovar el socialismo. Inmersos en esa articulación, calificaron como ‘neoliberal’ a las economías que poseían componentes de mercado en la provisión de servicios sociales. Con esa frase grandilocuente que usted cita, el presidente Boric simplemente quería decir que intentaría que el Estado se hiciera cargo de la salud, educación y las pensiones. Pero parece que le fue mal: Chile no es ni la cuna, ni será la tumba del neoliberalismo”.
El neoliberalismo, movimiento intelectual, ideológico y político marcó el siglo XX. ¿Sigue vigente?
“No. No sigue vigente. El neoliberalismo fue un movimiento de renovación liberal en el que participaron intelectuales de la talla de Friedrich Hayek, Wilhelm Röpke o Frank Knight. Con esa articulación buscaban enfrentar a los desafíos de su tiempo: al totalitarismo en la primera mitad del siglo XX y a los Estados de bienestar gigantes en la segunda. Para eso desarrollaron todo un entramado filosófico y moral para responder a por qué era conveniente expandir las relaciones de mercado y defender un Estado fuerte, pero pequeño. Ese movimiento, sin embargo, se acabó a principios de los 2000, con la muerte de sus últimos exponentes. El último de ellos creo que fue Gary Becker”.
¿Se trata de una fuerza vital o corrosiva?
“Diría que, si entendemos al neoliberalismo como un movimiento intelectual, se trataba sin duda de una fuerza vital. Siempre es bueno pensar y sobre todo en conjunto. Este movimiento albergó a intelectuales y teorías de primer nivel, que intentaron comprender cómo funcionaba la interacción humana y qué se debía hacer para promoverla. Pero su traducción en la práctica también generó consecuencias corrosivas”.
El economista Jorge Fabrega precisa: «Hoy emerge con mayor claridad un desafío que el neoliberalismo del siglo XX apenas vislumbraba y que explica buena parte de las dificultades actuales». ¿A qué alude Jorge Fabrega?
“Lo que quiere decir Jorge Fábrega en su espléndido prólogo es que los neoliberales enfrentaron de buena manera a personas que querían controlar a través del Estado casi toda la actividad económica en el siglo XX. Sin embargo, al enfocarse demasiado en eso, menospreciaron otros elementos fundamentales para una buena sociedad. Pienso principalmente en el cultivo de virtudes públicas y la primacía de la política por sobre las otras ciencias. Chile, por ejemplo, creció económicamente a grandes niveles por reformas inspiradas en el pensamiento neoliberal, pero con ello se destruyeron otras cosas importantes, como las virtudes. Por eso los jóvenes hoy, y no solo en Chile, quieren ser cantantes urbanos y no panaderos. Prefieren ser famosos y ganar plata, a ejercer oficios nobles y de primera importancia”.
¿A qué nos ha conducido la pérdida de centralidad de la política en la vida de las personas?
“Creo que, en lo principal, produjo un tipo de ciudadano centrado en sí mismo. Ese ciudadano es similar al que describe Alexis de Tocqueville en La democracia en América: personas centradas en sí mismas y su familia, pero en nadie más allá. Hoy tenemos un ciudadano que exige y exige servicios, pero que nunca se pregunta qué puede aportar él para generarlos. Por ponerlo en términos gráficos, hay un montón de personas que alegan porque la municipalidad no viene a barrer la calle o la vereda. Están tan acostumbrados a que otros le resuelvan sus problemas, que se olvidan que ellos también pueden actuar. Muchas personas han olvidado que los bienes comunes también pertenecen a ellos y que, por lo tanto, tienen responsabilidad en su cuidado. Las personas quieren buenas micros y más estaciones de metro, pero existe una evasión de más del 30%”.
¿Por qué el neoliberalismo es una idea en disputa?
“Porque si bien el neoliberalismo original ya se terminó, todavía existe una discusión por la interpretación del concepto. Por un lado, la derecha intenta alejarse del concepto ante su fuerte carga negativa. Y por el otro, la izquierda lo utiliza para descalificar a toda persona que piense que el Estado no debería hacerse cargo de la economía y la producción. Me sorprendió mucho, por ejemplo, en los textos de muchos autores de izquierda que empleaban la palabra para calificar a autores, pero ni siquiera los citaban bien. Daban definiciones diferentes sobre lo que ellos pensaban que era neoliberalismo y luego lo utilizaban a su manera. Yo hice un ejercicio diferente. Primero fui a los críticos para intentar reconstruir la forma de cómo se entiende el neoliberalismo hoy. Y luego fui a los escritos de quienes eran tildados de neoliberales. Creo que en esa línea mi libro es lo más completo que se ha escrito en Chile respecto al tema”.
¿Qué sucede con el neoliberalismo en la actualidad?
“Nada. Una parte de la izquierda sigue utilizando la palabra para descalificar a otros, para describir lo que no les gusta o para exculparse. El diputado Diego Ibáñez llegó a decir que este Gobierno no pudo ir más lejos porque existía un ‘Estado neoliberal’. Iñigo Errejón, ex líder de Podemos en España y referente intelectual del Frente Amplio, luego de ser acusado por abuso sexual, se justificó diciendo que lo hizo por su ‘conducta neoliberal’. El presidente Boric dijo que iba a terminar con el neoliberalismo y terminó aprobando el TPP-11, reforzando las AFP y aliándose con SQM para explotar litio. Hoy la palabra neoliberal es simplemente un artilugio retórico. La única certeza que me quedó después de estos tres años de investigación es que la nueva izquierda no tiene ni idea qué es el neoliberalismo. Solo copiaron la consigna a otros que les dijeron que podía ser. Calificaron a tantas cosas de neoliberal, que ni ellos saben qué significa”.
Álvaro, a comienzos del año 2000, el intelectual Perry Anderson describió al neoliberalismo como «la ideología más exitosa del mundo». ¿Lo sigue siendo?
“A nivel académico y en la discusión pública, creo que sí. Me cuesta pensar en otra categoría que se utilice más que esta. Tal vez podría ser populismo. El uso de la palabra neoliberalismo, sin embargo, se ha mantenido en el tiempo y creo que nos acompañará varios años más. Nos sale hasta en la sopa. Hace un par de años lo utilizaron hasta para una pregunta en la PAES. Imagínese”.
¿Comparte que la mentalidad neoliberal se extiende hoy a la totalidad del planeta?
“No. Pero sí creo que hay bastante consumismo, cortoplacismo y egoísmo, por ponerlo en algunos términos. Pero el neoliberalismo no es eso. Es un movimiento intelectual y en mi libro intento contar su historia”.
Usted es parte de una generación que se formó pensando que el neoliberalismo era malo, que destruyó la comunidad. ¿Cómo considera que se aplicó el neoliberalismo en Chile?
“En Chile se aplicó a través de reformas de mercado que se inspiraron en la renovación liberal del siglo XX. El neoliberalismo se compone de tres escuelas de Economía: la Escuela Austriaca, la Escuela de Friburgo y la Escuela de Chicago. En nuestro país, para bien o para mal, se aplicó la última. La Escuela de Chicago a diferencia de otras dos, solo era económica. Entre sus exponentes no había grandes pensadores, ni filósofos, ni sociólogos. Se aplicaron reformas de mercado que produjeron crecimiento, limitaron la inflación, mejoraron el acceso al consumo y a bienes materiales, pero nunca hubo una reflexión de qué efectos podía tener eso. Friedman era el mejor en controlar la inflación, pero no tenía idea de lo importante que es la comunidad en la vida de una persona”.
¿Por qué señala en una entrevista que Chile ya no es un país neoliberal, es un Estado benefactor?
“Chile nunca fue un país neoliberal. Chile era un país con un Estado subsidiario y una economía social de mercado. Creo que en la actualidad es un Estado benefactor porque el Estado se está haciendo cargo de prácticamente todos los servicios sociales y a un muy alto porcentaje. Y me parece que hay que dar ese debate. Las cifras en educación, salud y pensiones lo respaldan. La pregunta está en si esto es financiable a largo plazo. Si se ve el alza tendencial en la deuda pública, tengo serias dudas. Si seguimos así seremos un Estado muy benefactor, pero muy quebrado”.
¿Por qué señala que muchos de los problemas que están ocurriendo en Chile «no tienen que ver con lo neoliberal, sino con la modernización?
“Porque ha sido común en confundir el neoliberalismo con la modernización que tuvo lugar en las últimas décadas. Lo que se produjo en Chile con las reformas de mercado aplicadas desde los años setentas es modernización. Carlos Peña lo explica bien en su libro ‘Lo que el dinero sí puede comprar’. Con la mejora en la economía, el chileno tuvo mejores oportunidades, acceso a mejores bienes y servicios. Hoy muchos pueden viajar y atenderse en una clínica. Eso era impensado para mis abuelos, por ejemplo. Solo los privilegiados lo hacían. La modernización produjo que bienes y servicios que eran para ricos, pudieran extenderse a las grandes mayorías. Piense en la cantidad de primeras generaciones de profesionales.
Yo me crie en Ránquil, en la Región de Nuble y cuando era pequeño un puñado de personas sabían leer. Ahora, los nietos de esas personas son abogados, profesores y psicólogos. Eso que desde luego es positivo, también trae desafíos y problemas a la larga. Sobre todo, cuando el país y los políticos generan expectativas, pero luego se estanca la economía por intentar expandir esas oportunidades”.
¿Por dónde se encamina el mundo, si el propio Trump tampoco es neoliberal?
“Efectivamente, Trump es un nacionalista que cree en el proteccionismo. Nunca fue neoliberal. Creo que nos dirigimos a un régimen con tarifas, guerra comercial y posiblemente a un periodo deflacionario en el mundo. Esto se veía venir hace años. China, la Unión Europea y Rusia también han colaborado con lo suyo. Tal vez soy catastrofista, pero pienso que así funciona la historia: tienen que haber periodos de crisis para luego poder salir de ellos. Nunca existió la ‘paz perpetua’ que pregonaba Kant”.