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Escolares exploraron la ciencia detrás de los biopolímeros en entretenida “Búsqueda del Tesoro”

Se trata de un proyecto ejecutado por el Centro de Investigación de Estudios Avanzados de la UCM

¿En qué consistió?

Con entusiasmo, curiosidad y mucha energía, cerca de 90 estudiantes de enseñanza media de distintos liceos de la región participaron en la actividad “Búsqueda del Tesoro: tras la huella de los biopolímeros sustentables”, organizada por el Centro de Investigación de Estudios Avanzados del Maule (CIEAM) de la Universidad Católica del Maule (UCM).

¿Cómo fue?

La iniciativa —realizada en el Campus San Miguel de la UCM— tuvo como principal objetivo acercar la ciencia a los escolares, a través de una experiencia práctica, lúdica y colaborativa.

Mediante un recorrido por estaciones temáticas, los seis grupos participantes enfrentaron desafíos físicos e intelectuales que les permitieron descubrir el valor de los biopolímeros y su aporte a una cultura sustentable.

¿Qué dijo un académico del CIEAM y coordinador de la actividad?

El Dr. Alexander Galán destacó que esta instancia fue una oportunidad concreta de transferencia de conocimiento desde la universidad a la comunidad escolar.

“Buscamos difundir la investigación científica que hace la UCM, contribuir al intercambio de saberes y promover una cultura sustentable, en especial entre estudiantes que están próximos a decidir su futuro académico”, señaló.

¿Qué dijeron los participantes??

“Fue súper divertido, aprendimos hartas cosas y nos ayudó a comunicarnos más con el curso. Aprendí que hay microorganismos que se usan en medicina para hacer medicamentos que combaten bacterias. Eso fue lo que más me quedó”, comentó Camila Vergara, estudiante de tercero medio del Liceo Santa Marta de Talca.

Desde el Liceo Francisco Antonio Encina de Villa Alegre, Valentina Villaseca destacó el dinamismo de la actividad: “Hicimos hartas actividades, nos cansamos harto, paseamos por toda la universidad. Aprendí que los polímeros pueden ser lineales, ramificados o entrecruzados, y que se les pueden agregar aditivos como el ácido cítrico. También supe que se obtienen de microorganismos y se producen según las temperaturas extremas”.

Yonci Moya —del mismo establecimiento— valoró el enfoque práctico de la experiencia, agregando que “Me entretuve mucho y aprendí que hay distintos tipos de polímeros, algo que me costaba entender. Ahora sé que sirven para la medicina, la agricultura y también la industria alimentaria”.

¿Cómo se combinó la ciencia y el juego?

La jornada comenzó con la bienvenida de autoridades y la exposición del Dr. Alexander Galán, quien dio un matiz teórico de lo que luego verían en los laboratorios.

Luego, los estudiantes recorrieron por turnos seis estaciones con actividades tanto científicas como recreativas, incluyendo desafíos físicos, dinámicas de equidad de género y la visita al laboratorio del CIEAM, donde conocieron de primera mano aplicaciones concretas de los biopolímeros en distintas industrias.

Cada grupo, identificado con un color y guiado por un cronograma, fue recolectando piezas del “tesoro”, que al final ensamblaron para formar y exponer un tipo específico de biopolímero y su aplicación como parte del cierre simbólico de la actividad.

¿Cuál fue el aprendizaje?

La experiencia fue valorada como una instancia educativa innovadora y cercana, que reforzó conocimientos científicos en estudiantes de enseñanza media, potenciando además habilidades como el trabajo en equipo, la comunicación y la conciencia ambiental.

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