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ESTABLE, DENTRO DE SU GRAVEDAD. Por Juan Carlos Pérez de La Maza

Por Juan Carlos Pérez de La Maza, Licenciado en Historia, Egresado de Derecho

Es posible que el Lector haya sufrido el impacto de escuchar la frase del título, con la que alguien le describía el estado de salud de una persona enferma. Y la frase, casi un protocolo en las salas de urgencia hospitalarias, provoca sentimientos ambivalentes: por una parte, tranquiliza enterarse de que la salud del enfermo no continúa empeorando. Que el deterioro se ha detenido, que lo peor que podía pasar ya ocurrió y, a partir de ahí, se puede abrigar algunas esperanzas. Pero, al mismo tiempo, advertimos que la evolución de su salud se ha detenido en la peor de las paradas, en la más complicada y peligrosa. Detenerse en la etapa más compleja se parece a no poder salir de la tormenta. Y pasamos del tímido esbozo de esperanzas a la angustia compasiva de la conmiseración.

La reflexión anterior la hago a propósito de los múltiples análisis, explicaciones y desmentidos que provocaron las declaraciones de uno de los preclaros asesores del candidato presidencial de la izquierda más extrema y juvenil, Gabriel Boric, y que permiten evaluar, mejor que un psicoanálisis, el talante de aquellos que le rodean y asesoran.

“Vamos a meterle inestabilidad al país”, dijo Sebastián Depolo, que amén de asesor del candidato, también busca ser Senador de la República. ¿Puede alguien que aspira a tener un rol conductor de la sociedad, avisar, más bien advertir, algo como eso?  ¿No será, precisamente lo contrario lo que anhela nuestra sociedad en este momento? La frase comentada ¿no huele un poco a amenaza e intimidación?

¿Qué habrán sentido los miles de chilenos próximos a jubilar, por ejemplo, cuando el asesor les anuncia que, de ganar las elecciones, van a azuzar más aún la inquietud de los mercados y con ello, bajarán todavía más los fondos de pensiones? Por cierto, el asesor no pensó en ellos. Cuando se tiene menos de 40 años, nadie piensa en la jubilar.  ¿Qué habrán pensado los miles de pequeños y microempresarios, que estos últimos dos años han sostenido sus emprendimientos con esperanzas, más que con ingresos, cuando el joven asesor comunica su intención de poner más sobresalto y turbación a la sociedad? ¿Qué habrá sentido aquel emprendedor a la espera de inversionistas para su proyecto, cuando es sabido que los capitales huyen de los ambientes inestables? Huelga decir que el asesor, igual que el asesorado, nunca han estado tras un emprendimiento, ni dependido de la tranquilidad social para vivir.

Las declaraciones comentadas, ¿habremos de justificarlas en la inexperiencia, en los arrebatos juveniles y el nerviosismo de la campaña electoral? ¿No será que reflejan, también, la profunda desconexión de muchos de estos noveles aspirantes a cargos directivos, con la realidad de los millones de chilenos que han padecido, con dolor, paciencia y esperanza, las crisis sanitaria, económica y política que nos devastan desde 2019?  Decir a esos chilenos que han vivido la adversidad de manera protagónica estos últimos años, que la tormenta no ha pasado, que lo peor está aún por venir y que se deben afirmar porque la ventolera y la inestabilidad recién comienza es, a lo menos ser insensible. Y, por supuesto, irresponsable. Cuando nuestro enfermo está en Urgencia, lo que todos anhelamos es oír un mensaje de esperanzas y certezas. Un mensaje que nos diga que lo peor ya pasó y que, a partir de ahora, la crisis empieza a revertir y la enfermedad a remitir. Chile no necesita de bomberos locos que pretendan avivar las llamas, ni pregoneros de la tormenta que inciten el pánico. Y, menos, exaltados mesías del desasosiego que pretendan que el único camino al bienestar pasa por la angustia de la turbación.

Al igual que millones de chilenos, Ud., yo y la mayoría, sin duda preferimos pensar que, tras la gravedad que hemos padecido, venga un tiempo de recuperación tranquila y de convalecencia reposada. Y que nadie pretenda remecer la calma del enfermo con notificaciones de nuevas agitaciones, fiebres ni sobresaltos.  Con enfermeros como ese…

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