La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su campaña comunicacional de este año, busca fomentar la conversación abierta sobre salud mental, con el objetivo de reducir tanto la estigmatización como la autoestigmatización de quienes viven con trastornos o enfermedades mentales. Esta iniciativa ha sido recogida por el Gobierno de Chile, que ha extendido una invitación a dialogar en torno a este tema crucial.
Desde la psicología, reconocemos que abrir espacios de conversación es un avance significativo. Sin embargo, este diálogo debe ser lo suficientemente profundo como para derribar los tabúes que aún persisten en torno a los diagnósticos de salud mental, tanto para quienes los viven como para su entorno. Solo así podremos avanzar hacia una convivencia basada en la aceptación de las diferencias, evitando miradas deterministas que obstaculizan la inclusión social.
Este 10 de octubre conmemoramos el Día Mundial de la Salud Mental en un contexto de alta incertidumbre a nivel local e internacional. Este escenario nos interpela no solo a reflexionar, sino también a actuar con urgencia. Los indicadores de salud mental en Chile muestran un deterioro preocupante del bienestar y la calidad de vida de una parte significativa de la población. Frente a ello, los esfuerzos discursivos no son suficientes: se requieren políticas públicas concretas que garanticen apoyos eficaces para aliviar el sufrimiento psíquico que afecta a tantas personas.
La problemática no se limita a prevenir el desarrollo de enfermedades mentales. La urgencia está en asegurar intervenciones de calidad y un acceso equitativo a tratamientos continuos. Reducir la brecha entre el sistema público y privado no es solo una meta sanitaria, sino una obligación ética. El dinero no puede ser otro motivo de angustia para quienes ya enfrentan un profundo dolor emocional.
Como formadores de futuras y futuros psicólogos, tenemos una doble responsabilidad: garantizar una formación académica rigurosa y entregar herramientas profesionales pertinentes al contexto social actual. Es imprescindible promover el pensamiento crítico desde un conocimiento situado, capaz de enriquecer el debate público y contribuir al diseño de soluciones respetuosas, contextualizadas y efectivas para cada persona que vive con una enfermedad mental.
En la Escuela de Psicología de la Universidad Católica del Maule, trabajamos para que nuestras y nuestros estudiantes desarrollen un perfil profesional comprometido con la realidad del país. Nuestra formación se fundamenta en el espíritu de servicio y se orienta hacia una práctica crítica, socialmente responsable y centrada en una visión integral del ser humano.
Dr. Pablo Méndez B.
Director
Escuela de Psicología
Universidad Católica del Maule