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HÁGALO USTED MISMO por Javier Valdés

Sendos estudios hace varios años vienen ratificando un secreto a voces en nuestro país: al menos la mitad de los chilenos no entendemos lo que leemos; aquello no solo es una problemática compleja en sí, sino que denota un síntoma más, de la brutal desigualdad transversal que reina en nuestra sociedad chilena. El conocimiento os hará libres, decía Sócrates; la ignorancia alimenta los más diversos temores, y aquellos terminan solidificando en muchas ocasiones, la resistencia obsesa al cambio.

Lo anterior, cobra mayor relevancia a la hora de visitar o empeñarse en leer y comprender el proyecto de la nueva carta fundamental; y a modo de no naufragar en dicho intento, como primera cuestión, debemos leerlo siendo conscientes que aquel texto, no necesariamente obedece a lógicas enteramente literarias, es decir, no podemos tomar un fragmento de aquel, y hacer las interpretaciones que estimemos (tampoco tenemos “instrucciones del autor”, otrora obra de Cortázar, Rayuela), en el marco de nuestras aspiraciones, deseos, temores y anhelos; sino mas bien, debemos comprender que aquel, es un texto jurídico, y no cualquiera, sino que la ley de leyes. Por tanto, debe analizarse como un todo armónico y sistemático: inclusive considerando los tratados internacionales ratificados por Chile, con anterioridad a la convención. Sin duda, muy complejo.

Es decir, si leemos el capítulo II, sobre derechos fundamentales y garantías, no podemos analizarlas de manera aislada y fuera de un bloque. Si solo aplicamos una interpretación literal en cada artículo, corremos el alto riesgo de caer en el error de pensar que diversos derechos sociales, se otorgarían a la ciudadanía in actum (instantáneamente), en el caso que se apruebe la propuesta del nuevo texto constitucional mediante plebiscito; olvidando que al comienzo de dicho capítulo, en el numeral 2 del artículo 20, se establece que: “El financiamiento de las prestaciones estatales vinculadas al ejercicio de los derechos fundamentales propenderá a la progresividad.”. No debemos olvidar que, a lo imposible nadie está obligado.

Misma lógica, de temporalidad y progresividad, debemos aplicar al texto en general, a propósito de los artículos transitorios, los cuales, dan la debida gradualidad al entramado normativo y su aplicación en todo nuestro sistema; sería imposible aplicar todo de un día para otro. Vale decir, son el aterrizaje de la norma a la realidad.

Como segunda cuestión de relevancia, a la hora de abordar la propuesta constitucional, es tener presente lo señalado por Carlos Peña, en el sentido de separar el texto constitucional de sus autores; aquello, no solo es necesario, sino que, es de la esencia para un buen funcionamiento de la democracia representativa, debido a que, más allá de la molestia o poca seriedad que ha revestido el comportamiento de algunos constituyentes, aquello nada tiene que ver con su obligación principal: entregar un texto de propuesta para una nueva constitución, dentro de los plazos legales. No sería honesto aprobar o rechazar el texto, en base al comportamiento de los constituyentes: aquello denotaría que la individualidad es más importante que el órgano colectivo, y el producto del trabajo de esta. En suma, una golondrina no hace verano.

Como tercera y última humilde recomendación, es el de iniciar el propio camino de revisión y comprensión del texto constitucional, ensimismarse en aquel, y por sobre todo, no dejarse llevar por los cantos de sirena y las nefastas fake news, dado el actual mundo del mercado de datos que nos gobierna; aquel esfuerzo, no debe tener por finalidad enseñarle a alguien o el convencimiento de una “verdad” a más de alguno; sino que, debe ser un compromiso con uno mismo, y a la vez, con el espíritu democrático y ciudadano genuino que requieren las naciones, en aras de lograr un real desarrollo, tanto material como espiritual de sus integrantes.

Recuerde, estimado lector que, frente a la crisis institucional y social que aún no hemos logrado encausar del todo, está a disposición la herramienta democrática representativa por antonomasia de nuestra tradición republicana, el voto; insuficiente, quizás, por estos días desde el prisma de la verdadera participación política, el cual, sin embargo, en esta ocasión, puede marcar la gran diferencia.

Los procesos sociales ya comenzaron, el proyecto constitucional está listo; la decisión está en Ud. Recorra el derrotero, construya su opinión, más allá de la obligatoriedad de la votación. Sea libre. Hágalo usted mismo.

Javier Valdés

Abogado y magister en derecho administrativo de la Universidad de Talca
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