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HAY GENTE QUE NO ENTIENDE NUNCA por Juan Carlos Pérez de La Maza

Muchos chilenos no entienden lo que leen. Eso es una realidad lamentable. Pero lo que es peor aún, crecientemente observo que hay un alto porcentaje de la élite dirigente del país que tampoco entiende lo que escucha. Ni sabe cómo interpretar ciertas señales que son absolutamente claras. Y eso sí que es penoso.  Le doy ejemplos:

Por allá por octubre de 2019 miles de chilenos, cientos de miles, se manifestaban en las calles. Dicen que más de un millón de santiaguinos, y ya sabemos que Santiago es Chile, salió a las calles en aquellos días a exigir varias cosas: mayor seguridad, ante una delincuencia creciente; pensiones que permitan vivir con cierta dignidad y, también, un sistema de salud más eficiente y de mejor calidad. Seguridad, pensiones y salud, esas eran las demandas. Por eso, presurosos, la noche del 15 de noviembre los prohombres de la política acordaron que, ante las exigencias populares, había que dar al pueblo lo que este pedía: una nueva Constitución. ¿Se fijan? ¿Habrá un mejor ejemplo de no entender lo que se escucha?

Pero el problema siguió. Los políticos acordaron generar una Convención, que se encargaría de redactar un proyecto de nueva Constitución. Y pusieron por escrito este cometido, para que todos lo tuvieran meridianamente claro. Pero, los miembros del nuevo órgano, afectados por el mal que señalo, entendieron otra cosa. Pensaron que se les había encomendado refundar Chile, comenzando desde cero. Entonces, aprovecharon de agregar al proyecto unos “detallitos” como el aborto libre, la eutanasia y los derechos de la naturaleza, a la vez que suprimir instituciones “accesorias” como el Senado, el Poder Judicial o el Recurso de Protección. Y cuando la ciudadanía, masivamente, les dijo que aquello no era lo que les había encomendado y lo rechazó completamente, algunos reaccionaron indignados, señalando que es el pueblo el que no entiende nada.

El gobierno, cuyo líder tampoco entendió aquello de la prescindencia electoral y se embarcó de lleno en la campaña fracasada, dos días después de la derrota cambió su Gabinete, instando a sus nuevos ministros a “avanzar sin transar” en lo mismo que, horas antes, el pueblo había rechazado. Eso sí que es no entender lo que se le dijo en las urnas, con un lápiz y un papel.

Hoy, cuando los políticos discuten nuevamente cómo seguir adelante con un proceso que ya se ha extendido demasiado, convendría aconsejar, humildemente, que no intentemos repetir la vergonzosa experiencia de la Convención. Ya sabemos, lo dijo Einstein: locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados distintos. ¿Cree Ud. que una nueva Convención, paritaria, inclusiva, multicultural y con toda la larga lista de adjetivos de moda, haría las cosas diferentes? Yo no quisiera, supongo que el Lector y el 62% de los chilenos tampoco, repetir el numerito aquel en que elegimos un variopinto grupo de chilenos al que dimos, hasta por escrito, una tarea precisa y ellos no entendieron qué debían hacer.

¿No sería mejor encomendar esta labor constituyente a los que saben? ¿A qué se debe esa suerte de desconfianza en los expertos? Mejor dicho, ¿a qué se debe esa sobrevaloración del origen “popular” de los redactores? ¿Es, acaso, garantía de calidad el que la Constitución sea redactada por personas comunes y corrientes? Las grandes obras de la humanidad, sean las pirámides, las vacunas, los cohetes espaciales o la Mona Lisa, siempre han sido creadas por expertos, por aquellos que más saben de la ciencia o el arte respectivo. La Constitución norteamericana no fue redactada por un grupo de colonos simples y comunes. Lo fue por un tipo brillante, Jefferson, y editada por otros igual de excepcionales como Franklin y Adams. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano no fue escrita por gente común, sino tan excepcional como Lafayette e inspirada en las ideas de Rousseau y Montesquieu.  Entonces, reservemos la participación popular sólo para la etapa aprobatoria, la final, y dejemos la redacción a expertos en derecho constitucional y ciencias políticas. Que nuestra futura Constitución sea escrita por los que saben. Y entienden lo que leen.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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