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¿IMPORTA EL APRENDIZAJE? por Juan Carlos Pérez de La Maza

Me pregunto: ¿a alguien importa el aprendizaje de nuestros niños? Para esta interrogante habría muchas y variadas respuestas, sin duda. Por eso, insisto y mejoro la pregunta: ¿importa el aprendizaje escolar a los directamente involucrados en este proceso? ¿El aprendizaje le importa a las autoridades?

Hace apenas unos días las principales autoridades de educación de nuestro país, ministro, seremi, directivos del gremio docente y otros, señalaban que el gravísimo conflicto en Atacama estaba a punto de solucionarse. Y que el paro docente que protagonizaron cientos de profesores y sufrieron 30.000 alumnos de la educación pública de esa región, llegaría a su término en la semana que acaba de concluir.  La larga paralización, más de 85 días seguidos, fue iniciada por los profesores de aquella zona, en protesta por las pésimas condiciones de la infraestructura en la que se desempeñan y a la cual asisten los miles de niños y jóvenes que no están en la educación privada, pagada o subvencionada. Tras numerosas reuniones, intensas negociaciones, mesas de trabajo, avances, retrocesos y fintas semejantes, se habría decidido que las actividades docentes se reiniciarían parceladamente, de acuerdo al nivel de avance de las reparaciones y adecuaciones de la deteriorada infreestructura. Hasta ahí, nada nuevo en estos frecuentes conflictos. Sólo que, en este caso, la extensa paralización mantuvo sin clases a decenas de miles de escolares, por casi tres meses.

En este caso, una de las cosas que más preocupaba a los padres y apoderados de los niños que padecían el paro, era la eventual pérdida del año escolar. Que “quedaran repitiendo”, como se decía antes, por no haber completado la cantidad de clases mínima. Pero, como la preocupación era grande y el peligro inminente, las autoridades del área prontamente calmaron las dudas y señalaron que no había motivo de preocupación, que los niños no perderían el año y que serían promovidos al nivel siguiente. Es por esto que reitero mi pregunta inicial: ¿y los aprendizajes?  Porque una cosa es “pasar de curso” y otra muy distinta es haber logrado los objetivos y los aprendizajes de que se trata el proceso educacional. La educación no se agota con asistir a clases. No basta la mera presencia de los educandos para que se consiga el propósito. Se requiere de algo mucho más fundamental, maravilloso y complejo: el aprendizaje.  Tal vez por esto es que las autoridades pertinentes han dicho que aquellos aprendizajes no alcanzados este año, quedarán para el próximo, incluyéndolos en el primer trimestre 2024, en cada nivel escolar. Pero, ¿será posible algo así? ¿No habrá de producirse una merma de lo aprendido, si comprimimos el tiempo que se destina a cada tema? ¿No será que el proceso educativo requiere de ciertos tiempos y no es posible meter contenidos y saberes “a la fuerza”.

Y, a propósito de la presencia de los estudiantes en la Sala de Clases ¿qué ha pasado con el otro gran problema de nuestra educación pública, la deserción escolar? Observo estadísticas, recientemente publicadas, que dan cuenta de que las estrategias diseñadas para devolver a los estudiantes a las Salas no han dado resultado alguno. Más bien al contrario, la cantidad de niños y jóvenes que han salido del sistema ha aumentado. Y los esfuerzos, académicos, humanos y económicos para lograr retenerlos no han sido efectivos. Como tampoco lo ha sido la estrategia de los revinculadores (notable contribución lexicográfica), cuya labor, tan intangible como silente, no ha obtenido resultado alguno. Las cifras están a disposición de quien las quiera revisar. La cantidad de alumnos desertores, con estrategia, presupuesto y todo, ha crecido en los últimos meses, superando largamente los cincuenta mil alumnos que, hace un año, encendieron las alarmas.

Por eso, majaderamente vuelvo a repetir: ¿a quién importa el aprendizaje? Si, de acuerdo a lo expuesto, pareciera que las autoridades no se inquietan frente a una región completa sin clases por casi tres meses; si tampoco hay desvelo frente a objetivos, contenidos y conductas que se promete introducir “a la fuerza” en las jóvenes mentes escolares; y si, por último, no hay ansiedad ni sobresaltos ante el abandono de las aulas de decenas de miles de escolares, debemos concluir que a nadie, o casi a nadie, importa el aprendizaje de los niños.

* Licenciado en Historia. Egresado de Derecho.

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