Hoy realzamos la labor de aquellos(as) profesionales que un día eligieron dedicar su vida laboral a educar a los seres humanos que recién se integran a la sociedad. Celebramos el “Día de la Educación Parvularia y del Educador(a) de Párvulos”, relevado por la Ley N° 20.370 que define al nivel educativo que atiende integralmente a niñas(os), desde su nacimiento hasta su ingreso a la educación básica, a fin de favorecer de manera sistemática, oportuna y pertinente, el desarrollo integral y aprendizajes relevantes y significativos, apoyando a la familia en su rol insustituible de primera educadora.
El ser humano nace con un cerebro inmaduro, desprovisto de muchas habilidades y destrezas básicas para sobrevivir; pero que pronto le permitirá desarrollar, su inteligencia, creatividad, numerosas habilidades, destrezas y convivir con otros. En estos primeros años de vida el cerebro evoluciona de manera sorprendente, gracias a su plasticidad, lo que quiere decir, que establece una gran cantidad de conexiones neuronales (antes de 6 años aprox.), razón por la cual la necesidad de la intervención educativa oportuna y profesional de la Educación Parvularia en complemento con la familia, es de suma importancia.
El(a) bebé, se desarrolla en forma constante y progresiva, los aprendizajes se logran a través de múltiples oportunidades sistemáticas, tarea que el educador(a) de párvulos realiza como profesional competente para potenciar y beneficiar óptimamente este desarrollo y formación; proporcionando pedagógicamente oportunidades de aprendizaje planificando y considerando su etapa de desarrollo, las condiciones idóneas, las interacciones necesarias, los recursos y acciones pertinentes, por ejemplificar algunas.
Además, los niños(as) son potenciados en actitudes y habilidades que les permitirán, por ejemplo: a valerse por sí mismos en el ámbito escolar, familiar y social, al autocuidado y cuidado de los otros y del entorno, apreciar sus capacidades y características personales, a desarrollar su capacidad motora, a relacionarse con una actitud de respeto y aceptación de la diversidad social, étnica, cultural, religiosa y física, a comunicarse por medio del lenguaje verbal y corporal, a resolver problemas cotidianos simples, a explorar el medio natural y social apreciando su riqueza, a desarrollar su creatividad, a expresarse libre artísticamente, entre otras múltiples habilidades, logrando de manera integral y armónica que logren adaptarse y adecuarse a su entorno.
Dra. Sandra Castro Berna
Académica de la Escuela de Pedagogía en Educación Parvularia
Facultad de Ciencias de la Educación
Universidad Católica del Maule