Hace algunos días se revelaron los resultados de la última medición del Indice de Precios al Consumidor (IPC) correspondiente al último mes del año 2020, ubicando en +0,3% la variación mensual de la canasta, cifra levemente por encima de las expectativas de los analistas quienes proyectaban en +0,2% el incremento de precios, cerrando con ello la inflación anual para el pasado 2020 en +3,0%.
El saldo obtenido, que dicho sea de paso estuvo marcado por las fases de desconfinamiento, el incremento en el consumo derivado del segundo retiro del 10%, las alzas de precios en los alimentos y las medidas difundidas por el gobierno de apoyo a diversos sectores afectados por la pandemia, permitió a este indicador ubicarse dentro del rango meta establecido por el instituto emisor (que va de 2% a 4%), al cerrar el año, tal y como los analistas y expertos estimaban ocurriría.
Al dar una mirada desagregada al índice, se destaca que de las doce divisiones que lo componen, nueve mostraron incidencias positivas, tres lo hicieron negativamente. Entre las divisiones con incrementos en sus precios, cabe relevar el caso de vestuario y calzado con aumentos en el 80% de sus clases (cuatro de las cinco), destacando vestuario +3,9% y zapatos y otros calzados con +3,8%. Por otro lado, también resalta la división equipamiento y mantención del hogar, destacando en esta división el +2,4% y +2,1% de aumento en no durables y muebles y artículos para el hogar.
Asimismo y a nivel anual, claramente el comportamiento de los precios a lo largo del año da cuenta de los cambios en los patrones de consumo de los chilenos derivados del fenómeno de la pandemia, lo que explica las alzas en el precio de los alimentos con +8,1% (exacerbadas por el alza del dólar, la sequía y menor oferta de mano de obra), los equipos audiovisuales +15,8% (televisores, celulares, tablets, cámaras, etc..), muebles y accesorios para el hogar y artefactos domésticos con +12,6% y +13,3% respectivamente.
Con todo, este último registro mensual de la inflación del 2020, más allá de los visos que naturalmente se dan en su lectura, no debiera entenderse como una señal de presión inflacionaria, pues se debe considerar que la actividad económica (nacional y mundial) se encuentra contraída, e incorporar en ello los diversos shock transitorios que afectaron el comportamiento de la demanda a lo largo del 2020, en especial los que subyacen a los dos retiros de las AFP, los subsidios y apoyos gubernamentales, la trayectoria del precio internacional del cobre, el valor de dólar, y tal como lo he planteado antes, la propia e impredecible evolución de la pandemia (confinamientos vs. desconfinamientos).