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INFRAESTRUCTURA AÉREA. Por Leonardo Vergara

Por Leonardo Vergara

El Maule, tan cerca y tan lejos de todo. Estamos cerca de Santiago, pero a 3 horas, si todo sale bien. Cualquiera de nuestras ciudades costeras, a 5 horas. En general los caminos son transitables todo el año, pero a velocidades moderadas. Hace poco se daba la noticia de un tren relativamente rápido (160 kilómetros por hora) entre Santiago y Chillan, lo que -por cierto- será una gran ayuda.

 

Pero en este siglo de fuertes transformaciones tecnológicas y de que todo ahora es rápido, da la impresión que es poco 160 kilómetros por hora. Países más avanzados que el nuestro, además de buenos trenes, tienen buenos y apropiados aviones.

 

El Maule, aunque no se nota mucho, tiene un importante tráfico aéreo, dado por aviones civiles de clubes y aeronaves para el trabajo, principalmente, en fumigación e incendios forestales (solo este año en la región van a operar más de 20 aeronaves para incendios). Ahora bien, cuando se relaciona el tráfico aéreo regional con la infraestructura, queda una sensación de que algo nos falta.

 

Aeródromos civiles, municipales y/o particulares, dan el punto positivo, salvando la situación, partiendo por Panguilemo en Talca, Aguas Negras en Curicó, Sn Antonio en Linares, Pangal en Sn Javier y el Boldo en Cauquenes, otras pistas que ofrecen rol estratégico son Quivolgo en Constitución y, muy especialmente, Licantén, en esa misma comuna. Esta última es la única asfaltada en la costa de la región.

 

Pareciera que, si bien es cierto, se ha hecho un esfuerzo, falta aún mucho más para pensar en el estándar que una región intensamente productiva y exportadora requiere.

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