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«¡Inolvidables ilustradores de libros!» por Jorge Valderrama

Entre 19″ por 95 y 2000 efectué más de 30 entrevistas a connotados intelectuales y personajes públicos, tales como: Dióscoro Rojas, cantautor y creador de la Cultura Huachaca; Francisco Gacitúa, brillante pianista; Orlando Mellado, académico y pintor; José Balmes, Premio Nacional de Artes Plásticas 1999; Fernando Rozas, compositor y creador de la Fundación Beethoven; Lautaro Mardones, ingeniero industrial, artífice de los Colegios Regionales de Talca, a manera de ejemplo. En ese contexto, a continuación sintetizo la visión de cuatro de ellos que aportaron significativamente al arte de la ilustración (Jorge Valderrama Gutiérrez)

Por su extraordinaria sensibilidad a los colores y a las formas, las imágenes son fundamentales para el ser humano. Conscientes de ello, algunos caricaturistas, pintores e imaginativos acicaladores del mundo de los libros, impregnaron parte de su arte tanto en libros de estudio, como en revistas, folletos y publicaciones de diversos géneros literarios, historiográficos y publicitarios… lo que algunos extrañan actualmente, al comprobar que la gráfica que acompaña algunas publicaciones es “fríamente” digital.

ICONOGRAFÍA DE PAPEL

Se podría afirmar que Lewis Carroll habría construido una Alicia en el País de las Maravillas aburrida y monótona, salpicada de letras, si no fuera porque numerosos artistas plásticos se inspiraron en su fantasía para “colorear” sus personajes y paisajes, haciéndola irresistible. Como afirmaba Renzo Pecchenino, Lukas: “Dibujar una historieta es tener una posición frente al mundo. El humor es algo más serio de lo que parece”. Por tanto, premunidos de tal paradigma, en la década del cincuenta del siglo pasado -incluso antes-, una legión de creativos chilenos tomó sus lápices, pinceles, amén de otros adminículos, y las emprendieron contra el tedio y la abulia de algunos lectores, para complementar sus pensamientos con ilustraciones e imágenes en libros de poesía, cuentos, novelas, historia, etc., arte en el que ya habían sobresalido los dibujantes Ricardo Guiraldes, Mario Silva Ossa (Coré), Valentina Cruz -quien se fue a residir a Barcelona- y José Gálvez -el popular Fantasio-, entre muchos otros.

Una de esas personas fue Emma Jauch Jelves, hija de un emigrante alemán y una chilena, nacida en Constitución en 1915 y fallecida en Linares en 1998. La destacada pintora y escritora, casada con el pintor Pedro Olmos, amiga de Neruda y lectora infatigable, me recibió por primera vez en su casa de Linares en abril de 1996, a la cual estaba invitado a tomar once y conversar. “En mi epitafio me gustaría que se leyera antes que nada: Emma Jauch, esposa y compañera del pintor Pedro Olmos”, había escrito en 1978, y lo que me corroboró en aquella oportunidad. La artista ilustró libros de numerosos escritores de diferentes lares, y también de maulinos, en la premisa de que “cada dibujo es una aventura distinta. Se pinta en soledad, se escribe en soledad”. Asimismo, en relación a su estilo me confidenció que “me gustaría encasillarme en la influencia de César Vallejos, el poeta, el mejor; me gusta este poeta americano, tan de la tierra, tan nuestro”. Siempre recordaba con sentimiento a la señorita Elena de la Fuente, una bibliotecaria que estimuló su amor por la lectura; y a su maestra de afiche, Anita Cortés, de la Escuela de Artes Aplicadas. Muchos dibujos salidos de su mente/mano se hallan esparcidos en diferentes bibliotecas.

LIBROS Y AFICHES

Otra caricaturista, dibujante, publicista y creadora plástica, fue la artista catalana Roser Bru, nacida en 1923 en Barcelona. Fue receptora de la influencia de grandes maestros de la ilustración de libros de Cataluña, España. Una fría mañana de un martes de julio de 1996, me esperaba en el salón del desaparecido Plaza Hotel, junto a su comitiva, para que la entrevistara en mi calidad de editor de cultura de un desaparecido diario regional, contándome que aún retenía en sus celdillas de memoria la frase de Winston Churchill: “Todo lo que se ventila en España no vale la vida de un marinero”, en alusión a la Guerra Civil Española, de la cual huyó en el barco Winnipeg rumbo a Chile, arribando el primero de septiembre de 1939. Especializada en una pictogenia fotográfica, su amorosa pintura se volcó en muchos libros, revistas, muestras y afiches publicitarios.

Sobre el aporte de esa catalana-chilena, don Enrique Lihn escribió en su libro Para Roser, en 1982: “Estoy en un estado de ánimo en que el acto de escribir es incompatible con la jerga teórica, más parecido a las ganas que al esfuerzo por dar, conceptualmente, en el clavo. Como siempre me ha gustado la pintura de Roser Bru, espero colmar tres carillas sobre eso de lo que, como se repite erróneamente, no hay nada escrito”.

DON VITTORIO Y SUS MUNDOS

En Ostinato Rigore, Vittorio di Girólamo Carlini, ex académico y vicerrector de Extensión de la universidad de Talca, emocionalmente ligado a la Región del Maule, en una conversación que sostuvimos en 1996, me narró antecedentes biográficos de su padre y familia. “Los tres hermanos hemos vivido nuestros primeros veinte años en Roma, en la calle Sabatino Nº 31. La familia ocupaba dos departamentos, cuyos ingresos estaban enfrentados en el sexto piso, el último del edificio (…) Dentro de ese mundo compuesto de dos espacios contiguos, había más rostros que las personas que vivían allí. Yo los veía. Y sus miradas me espiaban. A veces, esas otras personas se dejaban depositar por mi padre sobre el piso, cara a la pared, ordenadas en fila, una detrás de la otra; o habitaban en los muros, permaneciendo asomadas detrás de los vidrios, en esas ventanas que llamamos cuadros o dibujos enmarcados (…) Las manos de mi padre, las mismas que habían movido los hilos de la Marioneta del Ogro, ahora tocaban cada instrumento del taller así como lo hace el cirujano durante la operación (…) Nosotros asistíamos a ese lento nacimiento de una obra artística bajo las manos de mi padre. Un nacimiento de mucho cuidado, pero jamás con una falla, jamás con una interrupción, o un retraso. Después lo imitábamos en nuestros propios concursos. Esa fue nuestra escuela”.

Ilustrador de innumerables libros para niños y adultos, más de una vez lo entrevisté y conversamos cordialmente. Entonces, recordaba con especial nostalgia los “monitos” que había dibujado especialmente para el libro Para Saber y Contar, obra de lujosa encuadernación que fue publicada por Editorial Zig-Zag en 1967. También fue director de Mampato, colaborando posteriormente en revistas y textos científicos.

LA AVENTURA DE THEMO

Otro superlativo caricaturista a quien entreviste en dos ocasiones, cuando él residía en Casablanca, mencionado en más de una ocasión en estos escritos, fue Themístocles Lobos, el popular Themo. Nos conocimos el viernes 24 de mayo de 1996, mientras exponía sus comics en un supermercado de Talca, ocasión en que me reveló que “desde un comienzo quise contribuir al desarrollo intelectual de los niños. Por ello en mis caricaturas se advierte un trasfondo cultural. Esta realización de ‘historietas documentadas’ constituye el eje referencial que las sustenta y la que está orientada en un noventa y cinco por ciento a los niños. El restante cinco por ciento lo dediqué a plasmar este arte hacia lo sicalíptico, o más bien picaresco, y a lo político”. Posteriormente volvería a verlo y entrevistarlo, manteniendo una amistosa comunicación telefónica y vía email. El laborioso Themo elaboró un libro de canciones infantiles tradicionales chilenas, enseñó dibujo en el Departamento Universitario Obrero Campesino -DUOC- de la Universidad Católica de Valparaíso, además de publicar cinco libros sobre Alaraco e historias completas de Mampato, una de las cuales fue llevada al cine. Perfectos parafraseadores de Leonardo da Vinci: “El dibujo da existencia. Todo lo dibujado es”.

EPÍLOGO

Obviamente que son numerosos/as las y los ilustradores de libros que aún continúan con su creativa labor. De los clásicos y clásicas menciono al gran Enzo Pecchenino, Lukas; Jorge Délano, Coke; Elena Poirier, Elvira Santa Cruz Ossa (Roxane) inolvidable directora de El Peneca y El Cabrito; Henriette Morvan, suegra del connotado dibujante Mario Silva Ossa, Coré. Se citan también a Esther Cosani Sologuren, ilustradora y novelista nacida en 1914 y fallecida en marzo de 2001. Socia-fundadora de la Alianza de Dibujantes de Chile en 1941, recibió en 1951 el premio de la Dirección del Teatro Nacional por la obra La Casa de las Ratas, escribiendo además Cuentos a Beatriz, Las Desventuras de Andrajo, Rimas y Cuentos de Tocorí de la Sierra, ilustrados por su hija Beatriz; a la poetisa y novelista porteña Ruth Eliana Merino, creadora de la serial Pardo, el Señor de la Selva; e Isabel de Hagel, inteligente y bella guionista chilena de ciencia-ficción que se radicó en Venezuela, continuando su labor profesional en Robot, en la cual mantuvo algunos guiones (Mauricio García, creador del Museo de la Historieta de Chile).

GALERÍA DE FOTOS

Retrato de Roser Bru Premio Nacional de Artes Plásticas 2015 y portada del libro La Niña de Piedra, ilustrado por ella. Editorial Rapa Nui (1946-1951). Colección Biblioteca Nacional de Chile.
Retrato e ilustraciones de Vittorio di Girólamo para sus obras Bo y el Rey Triste y Sigfrido (esa última publicada en 1980 junto a Mario Igor). Archivo del autor.

El multifacético Themo Lobos. Portada del libro biográfico publicado por Rafael Valle, quien recopiló las principales creaciones del que fuera gran dibujante y guionista. Archivo del autor.

Retrato de Emma Jauch realizado por Pedro Olmos; e imágenes de personajes dibujadas por ella que se conservan en el Archivo del escritor Oreste Plat

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