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INTENTANDO CUADRAR EL CÍRCULO por Rodolfo Schmal S.

Se nos está yendo un año movido que termina marcado por los resultados del plebiscito de salida. Muchos han querido ver en ellos una suerte de crítica a un mundo político que no atina, incapaz de resolver los problemas reales que afectan a las personas. No descarto que así sea, pero creo que los resultados dicen algo más, que revelan un desconcierto generalizado. Como que anduviéramos dando palos de ciego. Intentaré explicarme.

El tema constitucional partió desde el minuto cero, cuando se promulgó la constitución del 80 en base a un plebiscito fraudulento, sin registros electorales, en el contexto de una oposición diezmada, relegada a las catacumbas, en una contienda electoral absolutamente desigual, rematada con un voto en que las opciones estaban representadas por una bandera chilena y una bandera negra. Como que no había por donde perderse.

Desde el triunfo del NO en el plebiscito del 88 se ha bregado por modificarla con éxitos parciales a la medida de la derecha, la que se había asegurado su derecho a veto vía senadores vitalicios, designados, sistema electoral binominal, y quórums calificados. Todo estaba amarrado y bien amarrado. Los senadores vitalicios se levantaron cuando la derecha vio que ya no le convenía, y lo mismo con los senadores designados. Y así, a paso de tortuga se logró ir avanzando, pero manteniendo siempre las bases, la esencia del modelo neoliberal instalado a sangre y fuego. El mismo que instaló Fujimori en Perú con mano de hierro, y que hoy Milei pretende instalar en Argentina.

Si bien la constitución actual, luego de sucesivas modificaciones, ha cambiado sus bases políticas originales, mantiene sus bases económicas primigenias. Bases que se han intentado modificar sin éxito.

En el año 2019, el estallido social se desactivó gracias a un acuerdo que derivó en la necesidad de un cambio constitucional. Cambio que posteriormente fue refrendado en un plebiscito donde por amplia mayoría el país quiso que nos abocáramos a elaborar una nueva constitución.

Posteriormente se eligió una convención donde los representantes de los partidos políticos fueron barridos, eligiéndose mayoritariamente convencionales provenientes de movimientos sociales de izquierda. Fue un resultado expresivo de la desconfianza existente en la clase política. El fruto de esta convención fue una propuesta convencional ampliamente rechazada por la ciudadanía.

En vista de ello se emprende un segundo proceso constituyente donde la ciudadanía tiene la oportunidad de elegir nuevamente a los consejeros responsables de redactar una nueva constitución. Ahora se adoptaron resguardos para reducir la posibilidad de que nuevamente fuera rechazada. A la hora de elegir a los consejeros constitucionales, sorpresivamente la extrema derecha alcanzó una holgada mayoría. Una mayoría que, junto con la derecha, les permitía elaborar una constitución a su pinta, dejando de lado la propuesta constitucional que un consejo de expertos había logrado armar con acuerdo de todos los sectores, de un extremo a otro. La derecha no resistió la tentación, la oportunidad de hacer la constitución que querían, una que en el fondo consolidara, apretara las clavijas sueltas de la constitución actual. Se fueron para el otro extremo respecto de la convención anterior. Sometida al plebiscito, la ciudadanía volvió a rechazarla.

¿Qué significa todo esto? Los resultados señalan que la ciudadanía no quiere la constitución actual, tampoco la que salió del primer proceso constituyente, ni la que salió de este segundo proceso. Uno se puede preguntar ¿por qué? Sospecho que fue porque las dos constituciones elaboradas son extremas, dividen en vez de unir.

La paradoja reside en que a la hora de elegir a quienes debían elaborar la constitución, en ambos procesos, elegimos a convencionales y consejeros que preconizaron posturas extremas aprovechando las mayorías alcanzadas. No se aguantaron de pasar la máquina. La contradicción que visualizo reside en que queremos una constitución que una, una constitución para todos, pero elegimos convencionales o consejeros que solo quieren llevar agua a su molino. Queremos una constitución moderada, pero para elaborarla elegimos consejeros que se atrincheran. Así no se puede, así es imposible. Es como intentar cuadrar el círculo.

Aparentemente estamos igual que hace 4 años, pedaleando a lo largo de estos años sin avanzar nada. No sería tan pesimista. Algún aprendizaje tenemos que sacar de todo esto. Veamos el vaso medio lleno. No olvidemos que el camino al éxito está empedrado de fracasos. No existe el éxito sin fracaso. De haberlo, es ficticio, engañoso. Aprovechemos que es fin de año, que se viene otro año, para reflexionar sobre en qué fallamos, cómo salir del trance, cómo reencontrarnos, cómo abandonar nuestras respectivas trincheras, cómo enfrentar las dificultades en que estamos sumidos. Pensemos, con una mano en el corazón, mirándonos a los ojos, en cuál es el grano de arena con que cada uno de nosotros podemos contribuir a la paz y justicia en el mundo, en nuestro país, en nuestro entorno, en nuestro hogar.

Un abrazo, adiós 2023 y bienvenido 2024

Rodolfo Schmal S.

Ingeniero Civil Industrial, Universidad de Chile

Magíster en Informática, Universidad Politécnica de Madrid, España

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