Así, tal como lo hacen en un programa radial de la Pudahuel, donde el juego, si bien sencillo, consiste en deletrear varias palabras que juntas son un mensaje alusivo a alguna cosa cotidiana. La inquietud vista a tal punto de fragmentar en ella en cada una de sus letras. Parece ser signo de estos tiempos donde todo se relativiza, donde se pierden los nortes, nos volvemos a preguntar por las cosas más simples como si tras la pandemia volviésemos a conocer el mundo, porque “todo cambió” por ello no sería en vano repensar todo cuanto existe, y no hay sitio más cómodo para hacerlo que desde el sitial del reinado de nuestra visión, donde cada uno opina lo que quiere. Desde aquella actitud oso a pensar qué es la inquietud.
Así como los niños, la inquietud abre camino entre las ramas de una hiedra trepadora. Se piensa y se siente la inquietud. Es un motor que genera energía. Nace en la mente y se calienta en el estómago, la segunda mente como dicen. Proviene de la grieta donde se emergen los acontecimientos, las sorpresas, los milagros. Es la hermana de la vida. “¿Y por qué?” Preguntan siempre los niños, porque abre, no cierra. El intento educacional debiese intentar el encendimiento de la inquietud, esa es la chispa que enciende el fuego del motor del aprendizaje. ¿Desde dónde surgen esas ganas por aprender a cocinar por ejemplo? O esas ganas de aprender a tocar piano, o a confeccionar ropa: primeramente, desde la inquietud.
Y no se trata de vivir con dudas, ni habitar la incertidumbre, pero sí permite cuestionar aquello que está establecido. Usted pensará “¡pero cómo vamos a promover el cuestionamiento en un mundo tan relativizado!” Bueno, pero cuando se diversifican las preguntas la realidad se presenta más homogénea. Porque mire usted un siglo atrás, la religión establecía creencias que determinaban el comportamiento de la gente, hoy las creencias están en crisis, y frente a esta crisis los fundamentos valóricos se agotan y ya cada uno hace lo que se le da la gana. Pero, si valoramos la inquietud, podremos asumir la actitud reflexiva y con ello sosegarnos. El asunto radica en darnos cuenta de que no somos los dueños de la verdad, por tanto, la inquietud combate no solo a las creencias, sino también a las apropiaciones de verdades. Si ando con la verdad por el mundo, voy a pelear y a chocar con todo cuanto me perturbe dicha convicción. El llamado es a la posibilidad de entendernos como entes comprensivos, inspirados por el sentido común que se nutre de la consideración de que el otro, también puede tener su verdad, igual que yo. Bien simple.
Cuando se abre la INQUIETUD se repiensa la CREENCIA. Usted dirá, bueno pero la creencia produce estabilidad y la inquietud incertidumbre. Justamente es así, pero bien sabemos que podemos habitarlas a ambas según los diversos aspectos de nuestras vidas. ¿En cuales aspectos tengo una o la otra? Interesante pregunta personal. ¿En cuales aspectos somos más “porfiados”?
Por ejemplo, una nación puede definirse desde la inquietud o desde la creencia, si pensamos en lo que sucede en Irán, que dejó atrás su monarquía, bastante occidentalizada y liberal por lo demás, y se transformó en una república religiosa. Los persas, ni más ni menos, región donde dicen que surgió la humanidad, una potencia energética a nivel mundial, estableciendo la creencia de las cosas, determinando la realidad, poniendo hijab para proteger la agresividad sexual de los hombres contra las mujeres, supuestamente, coartando con ello la libertad femenina. Antes, cuando eran monarquía, las mujeres no usaban este velo, y hacían sus vidas normales tal como en Occidente.
Su nueva república instaurada en 1979 NO separó la Iglesia del Estado. Claro, por acato la cosa es distinta, nosotros en Chile podemos sacar pecho y enorgullecernos por haber separado la Religión del Estado con la Constitución de 1925. Estamos bastante más avanzados que los persas, somos geniales. Pero, esta relación aún no se disocia del todo puesto que el Decreto 924 creado sin democracia en el año 1983 sigue vigente, el cual indica que las clases de Religión se deben impartir si bien optativas, en todos los establecimientos educacionales. El problema radica en que, si usted no desea optar por dicha clase, su hijo tendrá esa hora liberada, sin clases prácticamente. Revisando este decreto, pude constatar que se intentó modificar en septiembre del año pasado, pero no se pudo por ser inconstitucional. Al parecer la inquietud como fundamento ético aún está en pañales.
La inquietud, la reflexión, el discernimiento promueven la apertura hacia el otro, hacia el mundo, hacia nuevas ideas, nuevas perspectivas. La creencia cierra la ventana, reduce las posibilidades, restringe las visiones. En la medida personal, cada uno podrá habitar una y otra, en eso no hay problema, pues vivimos en el mundo occidental, latinoamericano, nuestros Estados no imponen la reducción de las libertades, pero de ahí a promover la Ética, todavía queda tramo por recorrer.
Franco Caballero Vásquez