“…El miedo en medio de todas las fiestas”. Dice Chinoy.
Aprovecharé esta nueva oportunidad de escribir, para reflexionar sobre nuestra educación a raíz del joven que se ha quitado la vida producto de bullying en Estados Unidos este verano. Creo que amerita decir que esta palabra es una verdad personal, lo que no debe tomarse como impuesta, sino propuesta. De esta manera podré hablar con mayor libertad sobre Educación y su reflejo de los síntomas que deja la crisis de la era materialista:
Ya comienzan las clases presenciales tras dos años de telemática. Comenzamos este nuevo ciclo con el duelo de Drayke Hardman al hombro. Prudente es reflexionar sobre convivencia escolar, psicología de la construcción personal y gestión administrativa para la integración educativa. Porque a la escuela hay que ir contento. Reflexionar también en cómo estamos formando a los niños/a-es. Cuánto ejemplo les estamos dando, o cómo nos está afectando en la salud mental nuestro sistema de vida.
¿Cuándo hemos perdido la religión, hemos perdido con ello la conciencia? La conciencia que al desdoblarse puede auto observar nuestras acciones y con ello supervisarlas para conducirlas a hacer lo correcto en todo momento, aun estando solos. Sea esta doble conciencia llamada Dios o Ética, nos da un fundamento de vida que puede sostener las instituciones que han perdido su plan para la sociedad.
Con un fundamento claro, los establecimientos, en este caso educativos, pueden actuar grupalmente como comunidad, al unificar principios y razones que desarrollen una conducta colectiva que armonice los estilos de vida de sus participantes. Bien sabemos que siempre necesitamos de los demás, que nuestros problemas no pueden encerrarse en nosotros mismos para cultivar pequeñas bombas ocultas en la vida normal. Si acaso la sociedad de hoy tiende a aislarse e individualizarse, la escuela debe ser el promotor de todo lo contrario. Así nos preguntamos ¿estamos buscando que los estudiantes se comuniquen o se conecten entre ellos?
Tal como una familia, tenemos que vernos unos en los otros. Sobre todo, incentivar la posibilidad de encuentro entre estudiantes, que vienen de poca socialización tras estos dos años pandémicos. En la película “Eres mi héroe” del año 2003, de Antonio Cuadri: unos jovencitos de 13 años se hacen amistad entre quienes se bullyiaban gracias a interactuar entre sí. Si podemos como escuela propiciar los espacios, las acciones, las conductas para que los estudiantes se articulen, se encuentren, se desarrollen en conjunto podremos ser un gran norte.
Hay líderes educacionales que adoptan estos desafíos, y combaten el sistema resultadista que nos ha tenido cautivos, pero es muy difícil, porque las pruebas estandarizadas determinan el prestigio de los establecimientos.
Hace seis años atrás Chile era uno de los países que lideraba el ranking de depresión en adolescentes según la OMS (Organización Mundial de la Salud) reflejando que 1 de cada 5 estudiantes presentaba algún tipo de enfermedad mental, y una tasa de suicidios en niños y adolescentes que aumenta anualmente. Luego, se destaca la investigación de la consultora Internacional Ipsos realizada el año 2021, en la cual determinaba que Chile era el segundo país en el mundo en empeorar su salud mental tras un año de Covid-19. Ciertamente nos hemos enfermado. ¿Cuáles podrían ser las causas? Personalmente creo que vivir para la producción; vivir para el resultado; vivir para la ambición; vivir para competir. Si nuestras escuelas están siendo “víctimas” de esta enfermedad debemos necesariamente atender el bienestar estudiantil como un aspecto de primera relevancia, para que sea la escuela el mejor lugar para el desarrollo personal, más que un negocio de efectividad.
Si acaso hemos estado enfermándonos mentalmente como sociedad, lo mínimo que podemos hacer es librar de bullying los establecimientos, y atender la psicología de nuestros estudiantes. Según el Ministerio de Salud el suicidio sigue siendo la segunda causa de muerte de jóvenes entre los 15 y los 29 años. ¿Cuánto puede aportar un establecimiento educativo en este fenómeno? ¿Cuánto puede aportar un centro educativo a llenar el vacío de las conciencias víctimas de la sociedad actual? ¿Qué otra institución lo está haciendo?
Los ojos del sistema consciente ven más allá, ven por dentro de la mirada el alma de la persona. “Si mi sonrisa mostrara el fondo de mi alma, mucha gente al verme sonreír lloraría conmigo” dijo Kurt Cobain. La conciencia puede ver sus lágrimas, porque ingresa en el espíritu de la persona ¿Estaremos entrando tan a fondo? Debemos continuar trabajando para que la educación forme desde las almas la construcción de la plenitud en las personas.
Franco Caballero Vásquez