Al comienzo de esta semana en la cámara de diputados se votaron dos proyectos relativos a un quinto retiro del 10% de los fondos de pensiones. Uno de ellos, presentado por la inefable Pamela y su séquito, sin restricciones; y el otro, presentado por el gobierno, acotado a quienes cumplan algunas condiciones específicas (pagos de pensiones alimenticias y de deudas, entre otras).
El primer proyecto estaba en línea con los proyectos ya presentados para el primero, segundo, tercero y cuarto retiro. Su objetivo inicial, cuando la pandemia tenía consecuencias en el campo laboral y los apoyos desde el gobierno eran claramente insuficientes, fue el de posibilitar que desde los propios ahorros previsionales de los trabajadores se pudiese enfrentar la emergencia. Sin embargo, con el tiempo estos retiros han ido perdiendo razón de ser: primero, porque desde el propio gobierno anterior se empezaron a admitir acciones de apoyo a quienes se veían afectados; y segundo, porque la pandemia ha ido perdiendo fuerza y como consecuencia de ello, el mercado laboral se ha ido recuperando.
El gobierno actual, teniendo presente el contexto económico, no obstante que está sustentado por una coalición que en el pasado respaldó los proyectos de retiro del 10% anteriores, decidió no respaldar el proyecto mencionado en el apartado anterior. El fundamento de esta decisión se sustenta en el hipotético impacto inflacionario que un quinto retiro tendría en un contexto que de por sí ya tiende al alza de precios por factores internos y externos.
Para compensar esta decisión, como una forma de mostrar su sensibilidad frente a los problemas que subsisten, y para frenar el proyecto original del quinto retiro, el gobierno resolvió presentar un proyecto similar pero acotado, limitado a casos particulares. El resultado ya se conoce: ninguno de los dos proyectos alcanzó la votación requerida para su aprobación.
Es difícil imputar el resultado de las votaciones a la oposición o a la coalición gubernamental porque hubo votos cruzados. En general hubo diputados de oposición que votaron por el quinto retiro sin restricciones y diputados de gobierno que votaron por el proyecto del quinto retiro acotado, pero no faltaron los díscolos de lado y lado que revolviendo el gallinero y por llevar la contra, hicieron caer ambos proyectos.
¿Quién ganó? ¿quién perdió? Paradojalmente estimo que, en términos de los propósitos, ganó tanto la oposición como el gobierno. La oposición, por principio nunca ha querido retiro alguno, salvo algunos que lo hacen mirando la platea, y desde el gobierno el proyecto se presentó nada más que para frenar el que ya estaba en la cámara de diputados.
Desde el punto de vista del país se ganó en el sentido que lo ocurrido es una señal de la necesidad de ponernos serios de una vez por todas. Esto implica dejar de emborracharnos la perdiz presentando una y otra vez proyectos que apuntan a recurrir a los recursos reservados para nuestra vejez. Y concentrar toda la energía y capacidad del poder ejecutivo y legislativo para abordar a fondo la tantas veces postergada reforma previsional.
Si lo que se pretende es tumbar a las AFP es ridículo hacerlo por la vía de dejarnos sin un peso para nuestra vejez. ¿O acaso alguien cree que trabajaremos hasta el fin de nuestros días? ¿O que el Estado será quien se encargue de nosotros para tener una vejez decente y digna? No están los tiempos para milagros.
Rodolfo Schmal S.