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LA FLOR DE TALCA por Franco Caballero Vásquez

“Porque yo he visto al rosal mostrarse rígido y feroz durante todo el invierno, y después ostentar una rosa en la cima”. Hay primaveras que florecen en pleno invierno. Hay capullos que se abren en medio de la neblina fría y húmeda de las gélidas estaciones, como si quisieran sorprender e irrumpir inesperadamente a merced de su propia voluntad y deseo.

La primavera “oculta en la vida normal” se nos presenta no en el clima, evidentemente, más bien luego de un largo invierno que inició en febrero del 2010. Podrá pensarse que es ingenuo ser tan optimista, luego de ver que siguen pendiente grandes elementos de nuestra ciudad, pero tampoco por ello podemos desmerecer esta nueva imagen que se desprende tras la fachada.

La primavera urbana, quizás a través de las tonalidades del otoño, se descubre ahora como un despertar al hacer notar la hermosura y el arte entre las venas abiertas del centro, o al menos, de ciertos sectores que al potenciarse contribuyen a la ciudad toda.

La mirada se levanta. Ya no veo el cielo nublado del cemento y miro hacia un Talca que se embellece. El límite del proverbio chino podría frenar esto, sin embargo, la luz de mayo se posa sobre la arquitectura del centro de Talca y se observa el resurgimiento de una ciudad terremoteada, casi que, acostumbrándose a levantarse así, a su ritmo y su hora.

El foco luminoso del otoño con sol instala este plano impresionante que es pasearse mirando los edificios y las casas y las estructuras grandes. Siempre he admirado las grandes estructuras y sus imponencias en el medio de las ciudades. Pasear por la uno oriente hacia la alameda, apreciar el maravilloso edificio del Serviu, las palmeras de esa cuadra o la placita frente al clásico edificio de la Ext Utal.

Frente a ella la Cevichería 305 a quien también cabe la cita mencionada de Dante Alighieri. Luego avanzar al obispado que es admirable con su Cristo en el centro con las manos puestas en una posición solo para entendidos, para pronto culminar en esa esquina que ofrece la arquitectura, el diseño estructural de la forma y el arte que tiene el Insuco que por fin se nos presenta como un coloso ante la pequeñez del ser humano. El otoño le luce a las formas de las cosas que ha construido el ser talquino, desde la posición de los árboles y las dimensiones de las casas. Hemos construido un campus ameno de la ciudad.

La recuperación, la nueva fachada ha llegado. Las formas de construcción y diseño actuales se presentan en la nueva arquitectura talquina complementada por el estilo colonial y clásico de lo que somos. ¿No es acaso ésa la mejor de las simbiosis entre lo nuevo y lo viejo? Incluso podríamos hallar cierta identidad cuando vemos las refacciones de las casas coloniales en el centro que avivan un aire entre moderno y antiguo de una ciudad que se dignifica.

Las refacciones del bello hotel Gamero que suma también la refacción de la esquina de la uno sur con dos oriente. Qué buen gusto y elegancia. La nueva biblioteca pública es otro espacio que mejora. El llamado Lastarria talquino entre la uno poniente y la 3 oriente desde la dos norte hacia la alameda siempre impecable, hoy más cuando apreciamos el conjunto entre el patio Rugendas, el Monky coffee y el café frente a La Salle.

¿Son escrituras de optimismo y entusiasmo? Sí, lo son, por eso advierto y pongo el límite del proverbio chino. Pero, no resta en absoluto, sino más bien nos permite pensar en cómo serían estos lugares, sobre todo la cuadra de las palmeras en la dos norte y la esquina del Insuco, si es que, por ejemplo, las empresas y compañías de una cuadra se pusieran de acuerdo y sacaran los cables solo de su cuadra, como quien barre las hojas frente a su casa. Un centro lastarriano de Talca sin cables ya sería una sustento patrimonial y estético de envergadura.

Pero hagamos la reflexión hacia el pasado, miremos de dónde venimos, de lo que ha ocurrido en nuestro último periodo, de una ciudad que no se levantó rápidamente post terremoto, que todavía tiene sitios sin uso, que supo atravesar la crudeza del invierno, rígida y feroz, y eso ningún proverbio puede frenar, porque aun cuando no debamos confundir “los latidos del corazón con el casco de los caballos”, tras un duro pasado ahora toca coronar. Queda trabajo pendiente, pero que eso pendiente se entusiasme y se llene de energía por medio de todo lo otro que mejora.

Franco Caballero Vásquez

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