Durante agosto se celebra el mes del corazón, conmemoración que nos invita a reflexionar sobre el cuidado que le damos al cuerpo y la salud en general, adquiriendo hábitos que contribuyan a mejorar la calidad de vida en niños, jóvenes y personas mayores.
Al respecto, las enfermedades cardiovasculares (Infarto agudo al miocardio y accidente cerebrovascular) son causa de alrededor del 25-30% de las muertes en el mundo. Por esto, es fundamental realizar acciones que contribuyan al envejecimiento saludable de las personas.
El tabaquismo, la hipertensión arterial, obesidad y diabetes, además, las dislipidemias o el aumento del colesterol-LDL (“colesterol malo”), son factores de riesgos cardiovascular, que pueden ser modificados. Lo que no se puede cambiar es la genética, la cuál tiene menos importancia que los otros aspectos. Por otro lado, sobre la edad, a medida que aumenta, también lo hacen las enfermedades cardiovasculares.
¿Qué hacer al respecto? Entre las recomendaciones se encuentran: no fumar, consumir preferentemente alimentos saludables y realizar actividad física. Esto último, es un aspecto fundamental considerando a las personas de todas las edades, pero especialmente a los/as mayores de 60 años, ya que a medida que avanza el tiempo puede aparecer el síndrome de fragilidad que es una disminución de las capacidades, lo que se expresa, entre otros aspectos, en disminución de la fuerza, la velocidad de caminar y equilibrio. Investigaciones clínicas han mostrado que las personas mayores frágiles tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, principalmente infarto agudo al miocardio y enfermedad cerebro cardiovascular.
En este sentido, la fragilidad de las personas mayores afortunadamente es reversible, entonces la posibilidad de no ser frágil existe y básicamente se asocia a una alimentación saludable y a la actividad física, estas dos condiciones, no siendo las únicas, son muy importantes. La actividad física es muy relevante, ya que permite que el sistema osteomuscular esté en mejores condiciones, además de múltiples beneficios en otros órganos, incluidos el cerebro y el corazón.
En dicho sentido, no solamente los jóvenes pueden hacer ejercicios, las personas mayores pueden hacer actividad física que apunten a la mayor flexibilidad, pero también a aplicar un poco de fuerza, de tal forma que la masa muscular se mantenga y no disminuya. Se debe evitar la sarcopenia (perdida de la masa muscular). La actividad física, junto con la alimentación adecuada, y la socialización, sin duda contribuirá al bienestar de la persona.
Profesor Iván Palomo
Director del Centro Interuniversitario de Envejecimiento Saludable (CIES)
Universidad de Talca