En nuestro país hemos sido testigos en los últimos 25 años de un crecimiento explosivo de negocios que replican una manera estandarizada de gestionar los productos que han demostrado ser altamente demandados por el mercado y con un gran potencial de crecimiento.
En tal sentido, el concepto de “franquicia” viene a formalizar una forma específica de comercialización de una marca y del formato de gestión del negocio, modalidad que posibilita satisfacer simultáneamente la necesidad de expansión del dueño de la franquicia (idea-negocio), con la necesidad del consumidor de contar con mayores opciones de consumo con cierta garantía de calidad. Además, permite ser una real alternativa de inversión para muchos emprendedores que ven en este modelo de negocio la posibilidad de desarrollar todo su potencial empresarial.
En este contexto, el punto crucial radica en qué tan bien desarrollado se encuentre el know how (saber hacer) del negocio y cómo se transfiere al franquiciado (emprendedor). Esto es, deben existir manuales de procedimiento, guías de trabajo y relación con proveedores, indicadores de gestión, en fin, todo aquello que permita resguardar que el negocio se lleve a cabo por el franquiciado tal y como lo desarrolla el franquiciante (dueño de la franquicia).
Claro está, deberá existir un contrato de franquicia que permita legalizar esta relación comercial, que junto a lo ya comentado deberá contemplar claramente la forma y los montos de dinero que deberá invertir el franquiciado para participar del negocio.
La inversión necesaria o el capital inicial que requiere el emprendedor dependerán de cada tipo de franquicia y representan el principal obstáculo para embarcarse en este tipo de negocio. Al respecto, los montos que se requieren de inversión en Chile se encuentran en un rango promedio de entre los 10 y 100 millones de pesos. Estos montos abren la posibilidad para distintos tipos de emprendedores, con una gama diversa de negocios que se pueden adecuar perfectamente al perfil del emprendedor.
El financiamiento del capital necesario para adjudicarse alguna franquicia en Chile debe ser gestionado directamente por el emprendedor y si no existen recursos propios habitualmente se deberá recurrir a la banca tradicional. Lamentablemente, todavía la banca nacional no ha focalizado y desarrollado un área de financiamiento especializado en franquicias, debiendo el emprendedor recurrir a la banca empresa tradicional a pesar de las particularidades del negocio de franquicia que dista bastante de los demás negocios, entre otras cosas porque la franquicia ha demostrado ser exitosa para las partes involucradas lo que podría garantizar en gran medida la devolución del capital adeudado a la banca, con márgenes de utilidad muy significativos.
Finalmente, debo señalar que en un país como Chile en donde el comercio y los servicios participan cada vez más del PIB nacional, la franquicia como modelo de negocio llegó para quedarse y desarrollarse con un potencial de crecimiento incalculable, lo que no sólo contribuye a la producción y el consumo, sino también a la generación de nuevos empleos, dado que las franquicias que se comercializan en Chile son principalmente asociadas a negocios de gastronomía y servicios varios, los que ocupan intensivamente personal para sus operaciones, que serán sin duda, quienes reactiven el mercado del trabajo postpandemia.