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“La gestión del gobierno en estos temas (comunitarios) no ha lucido mucho”

El sociólogo Francisco Letelier reconoce que los casos de irregularidades que se investigan en el caso fundaciones “ha producido un daño” al objetivo de fortalecer el trabajo comunitario. Además, asegura que el programa de gobierno tiene -respecto a esta temática- “un eje no estructurado, no nombrado, pero que existe” (por Rodrigo Contreras Vergara)

Francisco Letelier, sociólogo y docente de la Universidad Católica del Maule, se ha especializado en temas comunitarios, territoriales y de acción colectiva. El pasado 7 de agosto se conmemoró el Día del Dirigente Social, una buena excusa para reflexionar en torno a estas temáticas, pero también para dar una mirada al caso fundaciones, donde lo comunitario se ha visto afectado.

¿Conoces algún ejemplo en otro país o en otras sociedades donde las organizaciones comunitarias sean fuertes y tengan un “poder” de contrapeso ante el Estado, el sistema político y, fundamentalmente, el modelo económico que impera en casi todo el mundo?

“Creo que el problema de la debilidad de la dimensión comunitaria en relación al poder del estado y del capital, es global. Sin embargo, podemos encontrar buenos ejemplos de capacidad organizativa comunitaria y de políticas públicas que la reconocen. Pienso, por ejemplo, en el potente movimiento cooperativista en Uruguay, Argentina o Brasil, que es reconocido y apoyado por los estados en la producción colectiva de vivienda.

Pienso en las comunidades indígenas que tienen instituciones comunitarias de larga data y una enorme capacidad de gestionar sus propios problemas. Pienso en el movimiento vecinal en España, que tuve la oportunidad de estudiar, y que ha sido decisivo para la forma en que se construyen las ciudades y barrios.

En Chile la debilidad de lo comunitario es particularmente evidente. Esto es producto de varios procesos sociales y políticos que han ocurrido desde la dictadura y que tienen expresiones institucionales muy concretas. Por ejemplo, si uno revisa la ley de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias (19.418), encuentra que la máxima atribución de las organizaciones es la petición. Si uno revisa la Ley de Participación Ciudad en la Gestión Pública (20.500), encuentra que la atribución máxima de los Consejos de la Sociedad Civil es la de ser consultados, y que, en el caso de los comunales, son presididos por el alcalde. Chile es uno de los países con mayores desequilibrios de poder entre estado, mercado y comunidad”.

 

Porque si bien en Chile el golpe militar promovió un debilitamiento de la organización comunitaria, instalando un modelo económico marcadamente individualista, esa forma neoliberal de entender las relaciones sociales es la que en mayor o en menor medida prima en todas las sociedades…¿Qué papel juega lo comunitario en un mundo capitalista?

“En todo el mundo se vive hoy una contradicción entre capital y vida. En una sociedad organizada por el capital, sin darnos cuenta, la mayor parte de lo que hacemos está dirigido, no a reproducir nuestras vidas (sentirnos felices, realizados, tener buenas relaciones), sino a la ampliación del propio capital. Como decía Jesús, uno no puede servir a dos señores y en la sociedad actual servimos más al capital. Ahora bien, la sociedad no existiría sin la dimensión comunitaria. Sin ella tampoco existiría el capitalismo. Lo que ocurre es que se nos esconde la dimensión comunitaria, como un mago esconde un conejo. Se hace aparecer como si fuera algo marginal, secundario, cuando en realidad, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, estamos inmersos en universos relacionales, sin las cuales, nuestra existencia no tendría ningún sentido”.

Chile no es el país de inicios de los 70, Chile ha cambiado como ha cambiado el mundo, más allá incluso de haber vivido una dictadura, lo ha hecho vertiginosamente, desde lo económico y social, incluso desde lo tecnológico… ¿No será que, en ese contexto de cambios tan profundos, lo comunitario no ha sabido adaptarse a esa realidad?

“Las formas de organizar lo comunitario son diversas. Los jóvenes están estableciendo múltiples tramas comunitarias en torno a interés compartidos, como el animalismo, el k-pop, el anime o los juegos de rol. Esos espacios no son mera sociabilidad ni puro ocio, en ellos se produce un conjunto importante de bienes relaciones como amistad, confianza, apoyo mutuo, aceptación, etc. Lo mismo ocurre con la vida vecinal, donde también se dan encuentros y relaciones cotidianas que permiten la reproducción de la vida colectiva. El problema que tenemos es que estas relaciones no tienen expresión en lo público, no influyen en la forma en que se organiza la sociedad. En este sentido están despolitizadas y esto no es azaroso, sino una estrategia para debilitar las resistencias sociales a las reformas neoliberales y minimizar nuestra capacidad creativa y de gestión colectiva de manera que sea el mercado y el estado los únicos que puedan ‘resolver’ nuestros problemas. Dicho esto, creo que las diversas expresiones de lo comunitario tienen desafíos. En lo vecinal, en particular, que hemos estudiado más, nos parece que es fundamental que las organizaciones territoriales se abran a tejer lazos con otras organizaciones, se articulen, y al mismo tiempo, generen vínculos con las vidas cotidianas de las personas: con sus intereses, con sus motivaciones, con sus saberes y con sus padecimientos”.  

Señalas en una columna que “tener mejores organizaciones comunitarias ayuda a que la sociedad recupere mecanismos locales más complejos para procesar sus malestares y transformarlos en demandas y mandatos que puedan sostenerse en el tiempo”. ¿Pero de qué vale tener mejores organizaciones comunitarias cuando entidades colaboradoras como las fundaciones incurren en actos irregulares que no solo dañan las respuestas a necesidades requeridas por la ciudadanía, sino también la imagen de un proceso (en el que colaboran las fundaciones) que tiene objetivos virtuosos?

“En Chile hay cerca de trescientas mil organizaciones de la sociedad civil. El 80 por ciento de ellas son comunitarias y las otras son Organizaciones no Gubernamentales. Con esto quiero decir que el universo del que estamos hablando es inmenso. Todas estas entidades cumplen un papel fundamental en múltiples áreas. Esto no puede ser desconocido por casos de corrupción que, claramente, es necesario investigar y sancionar”.

 ¿El caso “convenios” puede haber provocado un daño “colateral” importante al objetivo de fortalecer el trabajo comunitario?

“Hagamos una distinción. Lo comunitario hace referencia al conjunto de relaciones humanas, más o menos permanentes, que satisfacen necesidades con cierta autonomía del capital y del estado. Definido, si lo comunitario se detuviera solo un minuto, toda la sociedad colapsaría. Luego, están las formas organizadas de lo comunitario. Ahí es donde encontramos más de doscientas mil organizaciones comunitarias que, pese a tener poco poder, cumplen un papel fundamental en la vida social. Finalmente, están las organizaciones como fundaciones o corporaciones, que cumplen un rol de apoyo y promoción que también es importante. En este último eslabón es donde los casos de corrupción, pero también la enorme cantidad de información poco precisa que se ha entregado, ha producido un daño. Esperemos que no sea tan grande”.

 Me parece que hay una afinidad entre las ideas que tu sostienes en materia de organizaciones comunitarias y el programa de gobierno e ideas del Presidente Boric…Has comentado que “el fortalecimiento de la esfera comunitaria podría ser un eje de su agenda, especialmente porque hay un gran número de iniciativas distribuidas en distintas áreas de su programa de gobierno que tienen una relación evidente con el ámbito comunitario”. ¿Cómo evalúas la labor del actual gobierno respecto a estos temas comunitarios?

“Mi tesis es que el programa de gobierno tiene un eje no estructurado, no nombrado, pero que existe. Hay numerosas iniciativas que van en el sentido de lo que nosotros denominamos ‘políticas de lo comunitario’, es decir, aquellas destinadas a reconocer, respetar, facilitar y ampliar los mecanismos comunitarios que permiten la reproducción de la vida. Sería muy positivo si este eje se ordenara y explicitara. Creo que podría ser una línea de trabajo donde una buena parte de la centro-izquierda, y una parte del centro político, podrían encontrar puntos de acuerdo. Ahora bien, en un ambiente crispado y revanchista como el actual, y donde lo comunitario no está puesto en la mesa como un tema central, me parece que la gestión del gobierno en estos temas no ha lucido mucho”.

 En la actualidad el concepto de “participación ciudadana” se ha instalado con fuerza…muchos proyectos, públicos y privados, consideran procesos participativos…, igual relevancia han tomado las políticas de Responsabilidad Social Empresarial (RSE)… ¿Son estas iniciativas un paso adelante en esta necesidad que planteas de fortalecer a las organizaciones comunitarias?

“Nosotros hacemos una diferencia entre fortalecimiento comunitario y participación ciudadana. Lo comunitario es una esfera autónoma, del mercado y del estado, y que funciona en una lógica de colaboración, no de interés privado ni de autoridad. La participación ciudadana es un ejercicio de tomar parte en las decisiones públicas. En Chile tenemos dos problemas a resolver. Primero, que lo comunitario es poco reconocido como dimensión relevante de la vida social y segundo, que los mecanismos de participación ciudadana son insuficientes. Una esfera comunitaria más fuerte puede promover procesos de participación más intensos, a la vez, mecanismos de participación efectivos, también pueden promover el fortalecimiento de las comunidades. Pero son dos ámbitos distintos en los cuales tenemos déficits importantes”.

Una de las acciones que propones para el fortalecimiento de lo comunitario es impulsar la discusión del proyecto de reforma a la Ley 19.418 de Juntas de Vecinos y Organizaciones Comunitarias, presentado en 2019, que podría -aseguras- “devolver poder a las organizaciones y promover su articulación”. ¿Qué ha pasado con ese proyecto durante la actual administración de Gobierno, si bien es una iniciativa presentada en el Congreso?

“Lamentablemente no ha pasado nada. El proyecto está en estado de latencia en la Comisión de Descentralización. Sin embargo, ya estamos articulándonos entre diversos actores con interés en el tema para despertarlo. Una de las senadoras que integra la Comisión es Vodanovic, quién representa a nuestra región. Esperamos que cuando llegue el momento nos pueda recibir para plantearle este desafío”.

Has planteado que la organización comunitaria ha sido “una de las grandes escuelas de formación política, de convivencia en la diferencia, de resolución de conflictos…”. Sin embargo, hoy la política se desarrolla en un entorno de crispación eterna, de diálogo de sordos, de acusaciones mutuas…¿Cómo se pueden superar esas diferencias políticas que, obviamente, se replican en lo comunitario? ¿No es preferible que lo comunitario sea un espacio despolitizado? 

“Es importante hacer una diferencia entre lo político y el partidismo. Lo político tiene que ver con la forma en que nos organizamos para diseñar y construir los futuros deseados. Cuando decimos que las organizaciones comunitarias están despolitizadas, queremos decir que han renunciado a su función transformadora y se han quedado en la administración de lo que existe. Por ejemplo, si una Juntas de Vecinos hace un levantamiento de los desempleados que hay en su territorio y se sienta con SENCE a diseñar un programa de capacitación para ellos, esta organización está actuando políticamente, es decir, está desarrollando acciones para que las condiciones de vida de sus vecinos cambien. Lo político tiene que ver con ponerse desafíos, con imaginar un futuro posible. Hoy en la mayoría de las organizaciones comunitarias esta capacidad no se está expresando”.

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