
Aprender junto a los hijos a usar la inteligencia artificial puede ser una oportunidad para fortalecer el pensamiento crítico y el diálogo familiar.
La inteligencia artificial (IA) nos abre un mundo de oportunidades y también plantea nuevos desafíos. En mi experiencia, mientras más la conozco, más oportunidades descubro. Al mismo tiempo, se me hace evidente que el verdadero riesgo es desconocerla, quedando atrás frente a quienes logren integrarla con naturalidad.
Aprender a usar la inteligencia artificial implica reconocer sus beneficios y también sus riesgos: puede generar dependencia si se utiliza de manera acrítica; reforzar sesgos si no contrastamos la información; o fomentar la desinformación si confiamos ciegamente en ella. Y, sobre todo, puede llevarnos a delegar nuestra capacidad de pensar y reflexionar. Aprender a usarla es como aprender a andar en bicicleta o conducir un auto: lo importante no es evitarla, sino hacerlo con cuidado y responsabilidad.
Para guiar a nuestros hijos en el uso responsable de la IA, primero tenemos que conocerla nosotros. Difícilmente podremos orientarlos si no somos capaces de modelar un uso reflexivo y ético. No se trata de ser expertos, sino de animarnos a probarla, preguntar, explorar sus límites y compartir lo aprendido.
Para aprovechar al máximo la inteligencia artificial, hay que verla como algo más que una máquina de respuestas: es un aliado que analiza, resume, compara y elabora manuales o guías de estudio. Nos ayuda a resolver problemas del trabajo, la escuela o la vida diaria. Cuanto más claras y precisas sean nuestras preguntas, más útiles serán sus respuestas. Usarla bien no es un acto mecánico, sino un ejercicio de creatividad, curiosidad y pensamiento propio.
Nuestras buenas y malas experiencias serán los mejores argumentos para conversar con nuestros hijos e hijas sobre los beneficios y precauciones que implica usar la IA. También podemos acoger sus experiencias, analizarlas juntos y ayudarlos a pensar críticamente, sin miedo ni ingenuidad.
En definitiva, la mejor manera de acompañar a los niños y jóvenes en esta nueva etapa es aprender junto a ellos. La inteligencia artificial no reemplaza el juicio humano ni el diálogo familiar; al contrario, puede ser una oportunidad para fortalecerlos. Aprender con ellos será siempre la mejor forma de educar.
Felipe del Real
Psicólogo
Mg en Dirección y gestión educativa
Director Territorial
Fundación Educacional Arauco








