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LA NUEVA Y LA EX, EN PERSPECTIVA por Franco Caballero Vásquez

Aprovechemos las primeras imágenes, históricas por lo demás, que nos entrega el telescopio James Webb para que podamos poner algunas cosas en perspectiva. Si nos miramos políticamente como nación, me parece que el debate Apruebo o Rechazo es un exceso de democracia, pero trajo algo bueno: un intensivo en educación cívica.

Si pensamos en que el pueblo de Chile ha optado en una gran mayoría por cambiar la constitución con un 79% de aprobación de esta propuesta (2020), en la que corresponde a la votación con mayor participación electoral desde que se impuso el voto voluntario (2012) y donde además se eligieron democráticamente, con todo el despliegue de representatividad, a cada una de las personas que pudieran escribir este documento, no debiésemos estar evaluando el trabajo terminado.

De todas formas, desde la vereda de la Formación Ciudadana creo que podemos celebrar todo cuanto está ocurriendo. Quizás es la primera vez en la historia del país donde nos sometemos a una evaluación tipo control de lectura espontánea, que respecta a la carta constitucional de la nación. Tremendo fenómeno ciudadano. Una Constitución que va de mano en mano, que se discute, se debate, se despliega y se comparte por redes y hasta en pdf. Fenomenal. La política en el foco central de los intereses comunes. Políticamente estamos “despiertos”. Ok, dijo el gringo.

Si nos sometemos a este control de lectura, bien debemos concebir que aquí cada uno va a entender según lo que quiera entender. Es algo sabido. El trasfondo de las palabras que componen la nueva y la vieja Constitución se corresponden a la traducción de un pensamiento que permite el marco administrativo de la nación. Aunque bien saben los abogados que todo escrito es interpretable, una frase puede decir mucho. La vieja Constitución dice: Artículo 1: “Los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos” Así de simple, y así de corto. Por tanto, si un colegio se quiso crear con el solo deseo de lucrar con la educación, tenía la posibilidad de serlo porque aquí hay libertad y cada cual puede lucrar como se le dé la gana. Este sistema que nos determinaba era el sistema liberal, donde la importancia radicaba en la elección individual de las personas por sobre las colectivas, en la pluralidad de opciones de vida y la fundamentación de un Estado neutral que no propone orientaciones morales (John Rawls). Dicho en términos de la crítica antilberal (Charles Taylor) un sistema de subjetivismo moral y de relativismo ético.

La nueva Constitución habla así en el Artículo 1: “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico”. No habría que ser muy duchos para consagrar un fundamento comunitarista en este nuevo documento. Se logra distinguir una diferencia clara al referirse a Estado principalmente, antes que “los hombres libres” que dice el volumen de 1980. El fundamento comunitarista cree que las personas se definen por la comunidad, logran autonomía y proyección gracias a que somos seres comunitarios (Charles Taylor). La revista comunitarista estadounidense The Responsive Community dice que “una perspectiva comunitaria reconoce tanto la dignidad humana individual como la dimensión social de la existencia humana” (vol. 2 1991/1992). Aunque bien no se trate de reducir este debate a liberalismo y comunitarismo que se ciñe en Norteamérica y las naciones anglosajonas, sus planteamientos nos aproximan a distinguir la idea política tras ambos documentos, aún cuando es preciso indicar que estos dos planteamientos tienen más cosas en común que diferencias. En liberales y comunitaristas se considera la moral compartida, la mejor y más justa distribución de bienes y la defensa de los Derechos Humanos (Rubén Benedicto Rodríguez. 2010). Si lo pienso un poco, la vieja Constitución podría entrar en disputa con estas coincidencias de los polos que determinan las grandes e imperiosas fuerzas mundiales de la democracia. Pero eso ya da para otro análisis.

En definitiva, las reglas son así y hay que votar por Aprobar o Rechazar, en un debate que abre viejas heridas, sin embargo, nadie gana más que la Educación Cívica como espejo formativo de una sociedad que ya bien sabe lo que significa una Constitución, y aún más, pareciera avanzar del primer nivel de comprensión lectora que es identificar al segundo nivel que es interpretar. Profesores de Castellano sintámonos a gusto.

Franco Caballero Vásquez

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