La reciente publicación de “Dadme otra monja alférez” refleja el itinerario intelectual que ha seguido Maite Pizarro, una joven talquina que ya en el Liceo Abate Molina, en el primer decenio del siglo XXI, mostraba su talento (por Mario Rodríguez Órdenes)
“Dadme otra monja alférez” (Somos libros, 2023) de Maite Pizarro Granada (Talca, 1990) y Purificación Beltrán, cuenta con ilustraciones del artista talquino Diego Lorenzini, y circula actualmente en España y Chile. La publicación coincide con un logro muy significativo de Maite. Haber alcanzado su doctorado en estudios lingüísticos, literarios y culturales por la Universidad de Barcelona. Han sido años de esfuerzos que, esperamos, sirvan de experiencia a otros jóvenes del Maule que quieren enfrentar el mundo con las armas de la educación.
El libro trata sobre la vida de Catalina de Erauso, la legendaria monja guerrera del Siglo de Oro que, tras escapar de un convento, se vistió de hombre y vivió toda clases de aventuras increíbles en América. El libro está dividido en dos partes. La primera, “Dadme otra monja alférez”, consiste en una lista de anécdotas razonadas sobre su vida y su legado. La segunda, “La misma historia”, es una conversación ficticia entre la periodista Paula Ventura y las tres versiones imaginadas del personaje histórico: Catalina, la mujer lesbiana; Antonio, el hombre transexual y Catalina Antonio, la persona no binaria.
Maite, ¿cómo surge “Dadme otra monja alférez”?
“El libro fue un accidente. Mientras terminaba mi tesis doctoral, estaba trabajando como encargada de documentación en la editorial Somos Libros y buscaba autores chilenos que se pudieran rescatar. Así encontré a Catalina de Erauso, la monja alférez, una novicia vasca fugada del convento que se había hecho guerrera y que había vivido aventuras dignas de cualquier comedia de capa y espada en los territorios de ultramar. La mayoría de sus crímenes y proezas los había cometido en Chile y Perú –por eso estaba en “Memoria chilena”– y un tercio de América Latina la reclamaba como suya, aunque en estricto rigor era española. Al principio, le propuse a Lola, editora de Somos Libros, que hiciéramos una reedición de la autobiografía que en su minuto la monja había escrito. Le conté sobre el personaje y le encantó. Hablamos sobre que había matado sin querer al hermano, que había tenido amores con mujeres, que el rey y el papa del momento le habían permitido llevar un nombre masculino (Antonio) y andar vestida de hombre, que se había comido a su caballo cruzando los Andes, etcétera. Una ‘Mulán’ del Siglo de Oro, el primer hombre trans de España. Todo sonaba bien hasta que llegó la siguiente reunión y chocamos con el dialecto de la época”.
¿Castellano antiguo?
“Del siglo XVII, no tan antiguo, pero sí lo suficientemente como para espantar a varios. Lola me hizo entender que la manera en que el texto estaba escrito era demasiado lejana. El texto tampoco tenía la calidad literaria para hacerle frente a la anacronía. Y ya había trabajos maravillosos realizados desde la vereda crítica, literaria y/o académica como la edición de Cátedra o la de Banda Propia Editoras. Así que lo dejamos ahí, hasta que un día propuse hacer un libro de cahuines históricos con el español del siglo XXI y basados ya no solo en la biografía de la monja guerrera, sino también en el impacto cultural que ésta había tenido: películas, novelas, pinturas, anécdotas confirmadas y rumores. Ese fue el germen del libro. Luego a Lola se le ocurrió traer la monja al presente. ¡Y nada más propio de comienzos de este siglo que el género del podcast!, así que empezamos a imaginar una entrevista ficticia con el personaje. Para eso nos contactamos con la periodista española Purificación Beltrán, quien inventó a Paula Ventura, un claro alter ego de ella misma, pero con tendencias amarillistas y un ánimo insaciable de polémica. Purificación construyó buena parte de las preguntas, sugirió ciertas reflexiones y participó con Lola y conmigo imaginando a Catalina, la mujer lesbiana; Antonio, el hombre transexual; y Catalina-Antonio, la persona no binaria. No teníamos cómo saber exactamente quién había sido la monja alférez, así que nos pareció divertido plantear esta especulación fantasiosa que se llamó ‘La misma historia’ y que está dentro de ‘Dadme otra monja alférez’”.
¿Qué le atrajo de ella?
“Su devenir trasatlántico, sus aventuras, la fama que agarró su nombre en un mundo lleno de leyendas y supersticiones, las especulaciones sobre su posible identidad de género… En realidad, no hay una sola cosa que me atrajera de ella. Pero sí hay algo que me hizo tenerle una simpatía caprichosa, su vínculo con el mundo vasco. Mi abuela materna era vasca, del Baztán. Y desde siempre he sentido mucha curiosidad por esa cultura”.
Catalina de Erauso fue una mujer que rompió estereotipos. ¿Qué costos le trajo?
“La inadaptación. Mientras estuvo en Sudamérica adoptó distintas identidades masculinas, engañó a las aduanas y escapó de la justicia. Su figura fue la de un hombre violento con un prontuario impresionante que se valía del ingenio y del talento con la espada, pero cuando volvió a Europa y se volvió una celebridad ya todos la tomaban por mujer. Nadie se atrevía a pelear con ella y la gente importante la buscaba para adornar sus mesas, porque se transformó en un mono de feria. A pesar de tener el permiso de un papa y un rey, las personas ya no la dejaban de ver como mujer. Y, al margen de su (siempre debatible) identidad de género, creo que lo que más quería era libertad y aceptación”.
¿Considera que tuvo una vida desgarrada?
“Tuvo una vida de película. De hecho, ha habido varias inspiradas en su historia. Y, sí, claro, muchos de esos episodios son desgarradores. Me imagino que debe haber sido horroroso que a los cuatro años la internaran en el convento del que escapó siendo una adolescente. También creo que uno de los episodios más duros de su vida fue el asesinato accidental de su hermano, el capitán Miguel de Erauso. La monja en realidad estaba ejerciendo de padrino de duelo de un alférez amigo y resulta que el otro padrino era su hermano. El problema es que la pelea fue en la noche y la oscuridad no dejaba distinguir bien las caras”.
¿Qué es un padrino de pelea?
“Cuando los hombres se enfrentaban en un duelo era frecuente pedir ayuda a algún compañero. El caso es que Juan de Silva, amigo de la monja, había desafiado a Francisco de Rojas y cada uno tenía un padrino que lo custodiaba en el duelo. Según el relato de la propia Catalina, la pelea fue a las once de la noche y nadie veía nada, así que con Juan se amarraron al brazo un pañuelo vistoso para reconocerse en la oscuridad. El truco funcionó, pero la monja terminó matando a su hermano. Lo más triste de esta historia es que ella siempre dijo quererlo y admirarlo”.
Maite, ¿qué vigencia tiene Catalina de Erauso en el mundo actual?
“A la monja alférez la han interpretado en clave feminista, trans, romántica, etcétera, así que su importancia en el mundo actual está directamente relacionada con el enfoque que le demos. A mí, citando a Parra, me gusta ver a Catalina de Erauso como ‘un embutido de ángel y bestia’ porque también era una villana dispuesta a asesinar indígenas en nombre de su rey y su dios. Podemos empatizar con ella o admirarla y al mismo tiempo condenarla y despreciarla. Creo que en las contradicciones radica su vigencia”.
¿Qué significa el título del libro?
“Son las palabras que pronunció el Papa Urbano VIII cuando luego de permitirle a la monja usar una identidad masculina algunas autoridades lo trataran de indecente. Él dijo: ‘Dadme otra monja alférez y le concederé lo mismo’. Una respuesta brillante que calló al mundo y que sorprendió a mi editora cuatrocientos años después. Fue ella misma quien me dijo que me olvidara de esos nombres tan largos que yo estaba proponiendo y me quedara con la frase de Urbano, un Papa que –aprovecho de comentarlo– era bien progresista y hasta fue amigo de Galileo Galilei. Como para que luego digan que no fue revolucionario el Barroco”.
El libro cuenta con las ilustraciones del dibujante y músico talquino Diego Lorenzini. ¿Cómo fue trabajar con él?
“Admiro profundamente a Diego. Es un artista increíble que, a través de la estética de las muñequitas recortables, logró parodiar los roles de género y vestir a la monja alférez con sus dos hábitos: el de novicia y el de guerrera. Trabajar juntos fue muy especial, porque él fue el primero en leer el borrador del libro y también quien me propuso esta estructura de cahuín histórico que vertebra el anecdotario. Diego, además, es mi padrino de duelo en España, mi compañero en la vida y mi artista favorito, así que me encantó”.
El libro el año pasado se presentó en Barcelona y Madrid. ¿Cómo lo ha recibido la crítica?
“Muy bien. Quizá una de las cosas que más me impresionó fue la nota que publicó El Mundo. Estoy feliz de que la monja haya aparecido en un diario tan importante y creo que esto se dio gracias a las actividades de promoción como la lectura dramatizada a cargo de las actrices españolas Virginia Flores y Mamen Godoy o la producción del montaje teatral a cargo de la actriz chilena Sol De Caso. Me siento muy afortunada de haber podido trabajar con profesionales tan talentosas”.
Maite, esta publicación ha significado largas horas de investigación. ¿Qué desafíos tuvo que superar?
“Creo que el principal desafío fue transformar el lenguaje del Siglo de Oro y ponerlo a dialogar con el conocimiento de mundo del Siglo XXI”.
¿En qué publicaciones trabaja ahora?
“Estoy trabajando en un libro que reúne reescrituras del entremés ‘El retablo de las maravillas’, de Cervantes, pero todavía está en pañales”.
¿Le costó estudiar fuera de Chile?
“Siempre es un desafío estudiar, pero no creo que sea más difícil hacerlo afuera. Es una experiencia que le recomiendo a todo el mundo”.
¿Qué significado tuvo que su padre, Roberto, la haya acompañado en estas jornadas decisivas de su formación? (Defensa de la tesis)?
“Fue emocionante verlo en la defensa doctoral y poder compartir con él esos días. Conoció a mis profesores, a mis amigos y celebró conmigo. Se quedó solo cinco días, así que fue una misión relámpago”.
Esta larga residencia en España, ¿cómo la ha cambiado?
“Creo que España me ha dado una perspectiva distinta, un enfoque más gozador porque es una cultura que entiende lo importante que es disfrutar la vida”.
¿Cómo ha logrado insertarse en el mundo cultural español?
“Principalmente a través de las actividades de comunicación de la editorial Somos Libros”.
Recientemente estuvo algunas semanas en Chile. ¿Qué significó?
“A diferencia de otras veces, este viaje estuvo también enfocado en la distribución y el lanzamiento del libro, así que significó una experiencia profesional, no solo familiar”.
¿Ha tenido la ocasión de reunirse con sus antiguas compañeras de liceo?
“Siempre. Son mis amigas del alma y puede que me encuentre con dos de ellas en Barcelona muy pronto. También me pude juntar con las del coro. No he vuelto a participar de actividades musicales, pero recuerdo con mucho cariño mi paso por el coro de niños de la Universidad de Talca. Hace un año tuve la oportunidad de compartir aquí en Barcelona con la soprano y directora de coro infantil Macarena Escobar Alcázar, otra gran amiga, que vino a perfeccionar su técnica y que era mi compañera en el coro. Su marido, David Contreras, hizo un máster en producción musical y realmente fue un lujo tenerlos cerca. Admiro el trabajo que están haciendo en Talca, pero los echo mucho de menos”.
Su mundo está vinculado a los libros. ¿Están en peligro los libros formato de papel?
“Tanto libro pirateado me hace pensar que no. Pero quién sabe cuál sea el destino del libro en papel. Creo también que se ha ido transformando en un objeto de lujo, así que su valor cada vez es más el de un fetiche, un objeto de arte”.
¿Cómo cree que se debe estimular la lectura en los niños y jóvenes?
“Libertad y espacios para la discusión, o sea, para la lectura activa y hasta para la escritura de los niños y adolescentes. Yo siempre he sido muy lectora y creo que es un proceso personal, pero si lo compartes lo enriqueces. Eso es lo más lindo que me queda de los talleres literarios que dirigía la poeta Marcela Albornoz. La discusión, la mezcla de perspectivas, de interpretaciones, edades, etcétera”.
De los autores chilenos contemporáneos, ¿qué ve de Chile en las vitrinas españolas?
“Paulina Flores, Diego Zúñiga, Alejandro Zambra, Lina Meruane, Benjamín Labatut, Nona Fernández, etcétera”.
¿Cuándo piensa volver a radicarse nuevamente en Chile?
“Hay algunos proyectos que me gustaría hacer aquí antes, pero sí o sí tengo que volver a retribuir la beca Chile antes de que pasen cuatro años. Mientras tanto, me tomo las cosas con calma”.