Quisiera partir esta columna, en calidad de Directora del Festival de mujeres y literatura “pasadas pa’ la pluma”, haciendo notar cómo recientemente el premio de literatura Stella Corvalán, impulsado hace ya varios años por la Municipalidad de Talca, generó un intenso debate público al recaer una vez más en manos de escritores varones, constatando además que todos los postulantes (bajo seudónimos) pertenecían al mismo género. Este hecho, entre otros, evidencia que la literatura, como espejo cultural de nuestra sociedad, no solo narra nuestras historias, sino que también refleja nuestras desigualdades.
A pesar del legado monumental de Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura, en Chile persiste la subrepresentación de mujeres y disidencias en el ámbito literario. Esta realidad no es exclusiva de la escena nacional, sino que se replica en contextos locales como el Maule. Escritoras como Stella Corvalán, Emma Jauch, Alejandra Moya, Gabriela Albornoz y Amparo Pozo han tejido universos literarios ricos y diversos, sin embargo, no siempre reciben la misma atención o reconocimiento que sus pares masculinos. Además, es imprescindible mencionar a otras escritoras de diversas zonas, como Carmen García en la costa maulina, Ángela Covarrubias en Curepto, Ana María Lepe en San Javier, entre muchas otras. Esta disparidad no solo refleja una falta de equidad, sino también una pérdida cultural al limitar la diversidad de voces que conforman nuestro patrimonio literario.
Desde una perspectiva histórica, las mujeres han enfrentado barreras significativas para acceder a la educación y a los círculos culturales, especialmente en regiones con una fuerte influencia rural y tradicionalista como el Maule. Espacios culturales predominantemente masculinos, como el Club de Talca y el Club de Leones, se suman a las dificultades que enfrentan las voces femeninas para alcanzar el reconocimiento que merecen.
La representación femenina en la literatura no solo es una cuestión de equidad, sino que también es crucial para que las niñas y jóvenes encuentren en la literatura un reflejo de sus propias posibilidades y aspiraciones. Reconocer y valorar las contribuciones de las mujeres en la literatura enriquece y expande nuestro entendimiento del mundo.
A pesar de los esfuerzos de instituciones como la Universidad de Talca, que han promovido la visibilidad de las escritoras a través de eventos y publicaciones, aún queda mucho por hacer. El reciente concurso literario Stella Corvalán, donde no hubo postulaciones femeninas, es un claro ejemplo de las brechas que aún debemos cerrar. Esto no debe interpretarse como una falta de interés o talento por parte de las mujeres, sino como un reflejo de las barreras que aún enfrentan para participar en igualdad de condiciones.
En ese sentido, es fundamental reconocer el papel de figuras como Silvia Rodríguez, Escritora Maulina, quien compiló la «Antología poética Maulina», así como los esfuerzos de la Editorial Universidad de Talca con su colección Mujeres en la Literatura, cuyo trabajo contribuye a asegurar que la literatura femenina sea vista como un elemento patrimonial sustancial de nuestra región. Este año, además, se llevará a cabo el Festival «Pasadas pa’ la pluma», una iniciativa liderada por la Junta de Vecinos N°30 de la Florida, que busca visibilizar a las mujeres inmersas en el sector literario regional.
La literatura es un universo vasto, lleno de matices y sensibilidades. Reconocer la plenitud de este universo implica abrirnos a todas las voces, independientemente de su origen. Solo así podremos apreciar verdaderamente la riqueza y la diversidad del patrimonio literario del Maule y de Chile.
Catalina Salazar
Directora Ejecutiva del Festival “Pasás pa’ la pluma”
Proyecto Fondart financiado por el Fondo del Libro MINCAP