Cuidar nuestro planeta es una función en la cual todos debemos involucrarnos. Esto significa participar de todas aquellas instancias que nos permitan ser incidentes en la construcción de nuevos paradigmas, tanto en ésta como en otras materias, ya que claramente tiene que ver con el modelo de desarrollo del país. Existen claros indicios que reconocen los vínculos existentes entre la desigualdad y la degradación ambiental. Es muy necesario hacer estos análisis más allá de las simbologías y asumir un real compromiso de cambio.
Hoy en día estamos inmersos en una crisis ambiental improcedente en nuestra historia. Se han tomado ciertas medidas para revertir estos hechos, sin embargo la depredación del medio ambiente es un hecho que vivimos diariamente y las políticas medioambientales han sido más débiles que las fuerzas económicas que mueven este sistema. El cambio climático y la crisis de los ciclos biológicos de los océanos, el nitrógeno, el carbono, como también los cambios en el uso de la tierra son solo algunas de las consecuencias gravísimas que vamos a tener que enfrentar.
Es indudable que el capitalismo es incompatible con la conservación de la naturaleza. La sobreexplotación de los recursos naturales incide directamente en las condiciones de vida de los seres humanos. El sistema nos empuja constantemente a consumir más y a crear falsas necesidades en nosotros y nosotras que vivimos esclavizados ante una mercantilización que no nos da espacios para pensarnos más allá de la oferta y la demanda de productos que muchas veces son innecesarios en nuestras vidas.
Implementar la ley de cambio climático, es una de las ideas fuerza, como también, debiera ser el tejido angular de la política nacional, por ello, se debe analizar desde una mirada que englobe lo social, lo económico y lo cultural. Esto significa desarrollar un diagnóstico de todos aquellos elementos que faltan por desplegar desde la institucionalidad ambiental, como por ejemplo la inexistencia hasta hoy del Servicio de Áreas protegidas. Invertir en estas políticas pasa por avanzar en la descarbonización, acabando con los combustibles fósiles tanto de la locomoción pública como privada, ya sea autos, camiones, buses, como también de las termoeléctricas, entre otros.
Educar en función de la protección de nuestro medio ambiente es un imperativo hoy. Cuidar los espacios de la biodeversidad significa valorar y preservar la naturaleza, entregando una formación que vaya en esa dirección desde la primera infancia, mediante políticas que orienten, tanto el cuidado como la toma de conciencia sobre estas materias.
Esto significa un nuevo diseño de ciudad, a través del ordenamiento de los espacios públicos y el ahondar en elementos identitarios que permita pensarnos bajo la lógica y los privilegios de la vida en comunidad. De esta manera los sujetos sociales protegerán y resguardarán sus patrimonios porque los sentirán como algo inherente a sus vidas.
El nuevo presidente electo Gabriel Boric se ha comprometido, en su programa de gobierno, a fortalecer la institucionalidad medioambiental desde políticas que incentiven el respeto y la valoración del medio ambiente, como también el no permitir proyectos como el de Dominga, donde claramente se pasaron a llevar todas las reglas normativas en esta materia. En esa misma dirección existe el compromiso de facilitar las condiciones para que la convención pueda desarrollar su trabajo de forma eficiente, segura y de cara a la ciudadanía.