Una remodelación, una bóveda y un hallazgo de alto valor. Esos conceptos resumen lo que ocurrió en la Municipalidad de Talca. El reacomodo de espacios interiores del edificio consistorial obligó a sacar tres cajas fuertes que no prestaban mayor utilidad. Dos de ellas estaban vacías y una tercera se encontraba cerrada y sin llave o combinación a mano para ser abierta.
Con ayuda de un cerrajero se logró acceder al interior de dicha bóveda, la cual contenía algunos documentos administrativos sin valor alguno. Sin embargo, un sobre de mayor tamaño llamó de inmediato la atención, porque a simple vista se trataba de algo de importancia. Y así lo fue.
Corresponde a un texto llamado “Libro Heráldico de Talca”, empastado en 1888 que contiene el Escudo de Armas de la llamada Villa San Agustín de Talca, su significado y, además, un escrito solicitando ante el Rey Carlos IV que otorgase el título de ciudad.
El documento, cuyas páginas se encuentran protegidas por trozos de telas que también demuestran el paso del tiempo, se constituye en una pieza única de la historia talquina, por cuanto describe las bondades de esta tierra.
La descripción es la siguiente: “muy celebrada y estimada por sus conquistadores por la bondad de sus terrenos para crianza de ganados, siembra de trigo y plantaciones de viñas y árboles frutales”, donde los más beneméritos de aquellos conquistadores habían pedido y se les había concedido el repartimiento de sus tierras, “por cuya razón se hizo muy desde los principios el domicilio propio de muchas personas principales del Reino de Chile, que dejaron a sus descendientes situados y acomodados en aquellas porciones de tierra”.
Esta descripción pasó a ser determinante para que el Rey Carlos IV otorgara finalmente el título de ciudad a esta villa.
“GENTES NOBLES Y ACOMODADAS”
El texto da cuenta del dinamismo que tuvo esta zona y de la rápioda evolución hacia el desarrollo de su gente.
“Que la bondad del clima y la fertilidad del terreno, hizo en poco tiempo tan numerosa su población, que siendo fundada el año de mil setecientos cuarenta y dos a orillas del río Maule una villa con el nombre de San Agustín de Talca, fuese asiento del corregidor y cabecera del partido del Maule, cuya fundación formada de gentes nobles y acomodadas, se hizo en breve, por sí misma, de lucimiento e importancia; y con el descubrimiento de las Minas de oro de asiento Chivato atrajo de la capital otros vecinos que se fijaron en ella, construyeron casas de igual magnificencia a las de la capital y dieron nuevo brillo a la población, formando de los principales un ayuntamiento y cabildo, que con celo y eficacia, cooperó desde su establecimiento a darle una política que la acercaba a la de la ciudad de Santiago, cuya prosperidad inspiró a sus vecinos el deseo de distinguirse y condecorar su pueblo con un nombre superior al que tenían los demás fundados al mismo tiempo, como también el sentimiento que les causaba verse reunidos en un pueblo tan considerable con solo el nombre de villa”.
Así expresaba el documento impreso de manera original en el Libro Heráldico de Talca. También señala que en 1788 se hizo presente ante el monarca las bondades de esta tierra, la misma que en años posteriores, tal como se describe en el texto, “se hicieron nuevos edificios, se concluyeron dos iglesias, y se agregaron al vecindario nuevos hacendados que habían permanecido fuera de él”.
Así fue como para el año 1793 ya se verificaba “el bueno y ventajoso estado de sus templos, que se habían construido tres puentes sobre el estero que parte la población; que el ayuntamiento completo, en todas sus plazas, se componía de personas decentes, bien instruidas, y que en general el vecindario del recinto, que ascendía a cinco mil personas, era lúcido, que vivía con comodidad y abundancia; que las calles eran largas, derechas y algunas bien empedradas”. Esto era argumento ante el Rey para condecorar a esta referida población con el título de ciudad que tanto apetecía y que finalmente fue otorgada por su Majestad Carlos IV.
Todo esto, se encuentra de manera escrita, testimoniado en el Libro Heráldico de Talca, actualmente bajo custodia y preservación de la Municipalidad de Talca, como un tesoro que de manera casi fortuita hizo su aparición cuando esta ciudad acaba de cumplir 282 años desde su fundación.