“Me acaricia tu mirada, / la dulce boca tuya, / guarida de melodías añejas, / no quiero irme / y me duermo en este intento”, dice Cecilia Winett en su libro “Llamarada en el agua”.
La autora nació en San Miguel, Región Metropolitana en 1973 y actualmente reside en la ciudad de Linares. Es profesora de Educación Diferencial y desde los quince años participa en talleres literarios con maestros como Mauricio Redolés y Osvaldo Ulloa.
Ha publicado en micromedios y en las antologías “Cómo te lo explico”, “Cabeza de pesca´o 2” y “Ciudad abajo”. Participa en Colectivo de Arte Matra y Centro Cultural La Ruka de Linares.
En 84 páginas la poeta desarrolla un intenso poemario centrado en la experiencia del amor y del desamor, del encuentro, del diálogo de los cuerpos y las emociones entre los seres humanos. Así afirma en su poema “Convicción”: “No existe tregua en el arrollador / paso de los sentires y los quereres / tan nuestros, / tan públicos. / Con el peor raiting, / pero la más absoluta convicción / de ser par”. (Fragmento).
Carmen Yáñez, en un bello prólogo afirma que “Llamarada en el agua” es “la poción de locura necesaria que debemos beber alguna vez si somos parte de este mundo que llamamos casi siempre desdichado. Mísero y grave es el que no ha probado la cascada del amor en estado puro”. Y agrega que en este libro “la poesía entra en los espacios oscuros y húmedos de los amantes para mostrar valientemente la faz de la felicidad, del regocijo del encuentro”.
Yáñez señala además que Cecilia Winett a través de sus versos se enfrenta al amor y a la risa, a los cuerpos que se funden y se separan, al frío del amanecer, al sosiego, al hastío, a la costumbre, al desapego.
La aventura del amor que siempre implica el riesgo del dolor. La locura humana, a veces más intensa que el instinto por la vida se despliega en sus múltiples matices en este poemario.
La poeta dividió su libro en tres capítulos simbólicos: Brasas, Fogón y Cenizas.
En Brasas se encuentran versos transparentes como: “Casi podría adivinar / como huele tu cuello entre mis dientes”. En Fogón se despliega el erotismo de textos como: “A la alzada de su pollera, aflora / la mirada de seda, / cándida y tranquila / descubre sus senos / invitando a una quimera”. Y en Cenizas expresa: “Espero / Ansiosa / Enamorada / Acostumbrada, / Los minutos / De treinta en treinta / Rompen paciencia, / desespero, / lloro sangre / invisible / de mujer ansiosa, / enamorada /y / domesticada”.
“Llamarada en el agua”, un libro abierto, valiente, capaz de estremecer nuestras rutinas y redescubrir el misterio de las pasiones y el lenguaje de los amantes.