El Colegio de Periodistas, agrupación que reúne a muchos de quienes ejercen esa profesión en nuestro país, ha declarado su apoyo a Gabriel Boric, el candidato presidencial de la izquierda. Por su parte, el Colegio de Profesores ha puesto en su sitio web esta semana propaganda de ese candidato, señalando que “la educación está con Boric”.
¿Es legítimo que asociaciones gremiales como las mencionadas manifiesten su apoyo explícito a un determinado candidato? ¿No se desvirtúa la naturaleza de la asociación, cuando públicamente toma una opción como la comentada? Si los Colegios Profesionales, que derivan de una larga historia de asociaciones gremiales, son entidades que agrupan a quienes ejercen una determinada profesión y aspiran a representarlos en cuanto profesionales de esa área específica, ¿no debieran abstenerse de manifestar una opción política específica, que no está entre las funciones de la organización? Dicho más claro, un Colegio Profesional no debiera tomar una opción definida, en asuntos entregados a la plena libertad de sus asociados. Pero el asunto va más allá. Las declaraciones comentadas no han sido hechas por asociaciones profesionales cualquiera. Han emanado de la entidad que agrupa a muchos de quienes tienen la labor de proveernos de información, en un caso, y de aquellos que tienen la misión de educar a nuestros niños y jóvenes, la otra. Y ambas labores son fundamentales y forman parte de la esencia de cualquier sociedad libre, pluralista y democrática.
Entonces, tras la declaración del Colegio de Periodistas, ¿puedo yo acceder a un determinado medio de comunicación, en el cual trabajan colegiados del gremio mencionado, y aspirar a que la información que ahí se me ofrece sea lo suficientemente objetiva, ecuánime e imparcial? ¿No será que, a partir de la declaración, los medios serán mirados con recelo, suspicacia y prejuicio? Estimo que lo hecho por el gremio periodístico contraviene la esencia de la labor informativa, que es proveer a la ciudadanía de elementos con los que, cada cual, formará su propia opinión y decidirá, por sí mismo, la opción que marcará el próximo domingo. Y en el caso de la actitud adoptada por el Colegio de Profesores, la gravedad podría ser mayor aún. Esa entidad, que agrupa a numerosos docentes (no obstante, cada vez menos y muchos de ellos, jubilados) representa una de las labores que requiere de mayor ecuanimidad, imparcialidad y ponderación. Porque educar no es adoctrinar. Y, si quien educa ha declarado su apoyo a una determinada opción política, ¿tendrá la suficiente confianza de los padres que, legítimamente, pueden opinar diferente a él? La educación, así lo he entendido en mi larga trayectoria docente, se basa en el respeto irrestricto al alumno y a su derecho a ser educado con ecuanimidad. El Profesor debe abstenerse de exhibir su propia opción ideológica y, por el contrario, debe ofrecer a sus alumnos la más amplia gama de opciones, explicadas con imparcialidad y objetividad.
Ambas asociaciones gremiales han obrado doblemente mal. La primera, por transgredir la naturaleza de su finalidad específica, la cual es representar a todos sus asociados (y la declaración podría no representar a todos los periodistas colegiados) y la segunda, por traicionar la esencia de la acción educativa, que es muy diferente a adoctrinar o hacer propaganda. Pero, además, ambas entidades faltan gravemente el respeto de aquellos a quienes está dirigida su labor profesional. Quien escucha radio, ve televisión o lee el diario, anhela encontrar ahí la información con que construir su propia opinión. Y si quien le informa abusa de esa labor, proveyéndole sesgadamente, le está insultando y despreciando su derecho a ser informado de manera íntegra, equilibrada e imparcial. Quien confía sus hijos a la educación de un Profesor que confunde su labor con proselitismo o propaganda, está siendo profundamente agraviado en su derecho a elegir la formación de sus hijos. Y estos, más aún, porque estarán siendo educados por quien los ve como meros receptores de propaganda, más que como futuros ciudadanos.
Así como la propaganda no es formación ni, menos, información, la actitud de ambas asociaciones gremiales vulnera la naturaleza de las profesiones que dicen representar y, de paso, insultan gravemente a la ciudadanía que debieran respetar.