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LOS NIÑOS ¿PRIMERO? por Juan Carlos Pérez de La Maza

Honestamente no recuerdo quién acuñó la frase, más bien eslogan, que pongo en el título de esta columna. Pero, de lo que sí tengo certeza, es de lo provechosa que la frase puede ser, si la pronunciamos en época electoral. Es que nadie, estoy seguro, podría negarse a considerar que los niños, y extendamos la frase a los adolescentes, debieran ser los sujetos prioritarios en cuanta política pública se quiera implementar. En toda época y lugar, el bienestar de los niños ha sido un objetivo privilegiado. Brindarles protección, proporcionarles beneficios, estimular sus potencialidades, son algunas de las formas en que la sociedad se preocupa, y ocupa, de aquellos a quienes sitúa en ese primer lugar.

Sin embargo, y no obstante la potencialidad electoral de la frase en cuestión, es poco más lo que se ha hecho con ella. Tal parece que, como sociedad, este objetivo de situar a los niños primero no se ha reflejado en esa realidad que circunda a los ciudadanos y que, alguna vez, podrían haberse visto motivados por ella. O, para decirlo más claro: una vez más la frase electoral prometedora se ha quedado en eso, sólo en palabras que sirven para conseguir votos. Mientras, los niños, supuestamente favorecidos, protagonizan variadas formas de perjuicios.

Me entero, seguramente el Lector también, que entre diciembre y lo que va de enero, sólo en la región Metropolitana han sido asesinados 6 niños o adolescentes. Una niña de 10 años, unos muchachos de 14 y así otras tragedias semejantes, que segaron la vida de quienes debieran haber sido especialmente protegidos. Esta funesta situación, dicen las autoridades, es parte de una oleada de crímenes (mientras escribo me entero de que, en menos de 24 horas ya van 5 asesinatos en Santiago), frecuentemente relacionados con otros delitos. Conflictos entre bandas delictuales, ajustes de cuentas, narcotráfico, etc. Pero ¿qué tiene que ver una niñita de 10 años con esas situaciones? ¿Qué tienen que ver adolescentes de 14 años con eso? Me corrijo: en una sociedad que pone a los niños en el lugar prioritario de protección, no debieran tener nada que ver. Pero, esas jóvenes vidas ya fueron truncadas, con independencia de las declaraciones admonitorias y las frases furibundas de las autoridades. Pero pronunciadas después. Cuando ya no se cumplió con la protección que debiera haberse brindado.

En un plano distinto, pero estrechamente relacionado, también nos enteramos de las preocupantes cifras de deserción escolar y su tozuda mantención. Pese a las estrategias y los discursos ministeriales, ya van más de 50.000 niños y jóvenes que han desertado de la escuela o el liceo con que el Estado les brindaba educación. Pese a los cientos de revinculadores (una suerte de reencantadores con la educación) y los cuantiosos recursos, pareciera que la calle o el ocio pueden más. Y, lo que es aún  peor, pareciera ser que el atractivo del dinero fácil y la fiesta permanente, delito mediante, pueden más. ¿Y cómo la sociedad, el Estado, ha protegido a esos niños, alejándoles de ambientes perniciosos y del delito? ¿No será que, nuevamente, la frase comentada queda sólo en los mismos discursos prometedores y vacíos?

Por último, no es casual que, al término de este verano y en la principal actividad musical masiva de nuestro país, esté anunciada la actuación un pseudo cantante que, en sus letras, elogia y glorifica la cultura narco, la violencia y la vida fácil que aquella cultura promueve, encantando a cientos de miles de niños y jóvenes (su público) con sus temas. Espectáculo avalado, financiado y transmitido por dos de las señales de televisión abierta más poderosas del país (una de ellas estatal, supuestamente comprometida con la difusión de la cultura y valores nacionales).

Entonces, mientras recordamos la vacía promesa de poner a los niños primero en la protección, el bienestar y la educación, la sociedad (y las autoridades que la dirigen en su representación) deja a los niños a merced de tiroteos, tolera que miles de ellos abandonen la educación cayendo en redes delictuales y condesciende con la actuación de quien promueve todo aquello que el Estado debiera enfrentar, en su defensa y resguardo de la vida, la integridad y el futuro de los niños y adolescentes del país.

Juan Carlos Pérez de La Maza

Licenciado en Historia

Egresado de Derecho

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