Con su partida, todos quienes amamos el “deporte rey” hemos perdido algo.
Amado y odiado por sus luces y sombras. Me quedo con su luminosidad, porque mi devoción por el jugador más grande que vieron mis ojos seguramente no me permite un análisis objetivo. Aunque ese principio no existe, pues todos estamos presos de valores y creencias que nos llenan de prejuicios.
La foto con Maradona debe ser de los registros más importantes que por siempre atesoraré. Es un tremendo logro para quienes tenemos amor por la actividad y consideramos como ídolo al Diego. El Diego de la gente…
Mi admiración por el “10” me motivó a viajar desde Talca a Santiago las últimas dos veces que vino a Chile: el ‘97 por Boca Juniors para enfrentar a Colo-Colo en el Monumental, hacía el trabajo de pre competencia… ¡Diego, Diego…! Le grité un par de veces, ante la incredulidad de varios colegas, (poco me importó la presencia y lo que dirían en sus medios). El preparador físico me pidió que callara. Pero vino lo impredecible… el propio Maradona paró su trabajo, me miró y fue hacia mi para estrecharme la mano. El viaje ya había valido más que la pena… Increíble, pero esa acción retrataba su respeto por el hincha, en este caso, uno más de los millones que seguirá teniendo. Cero arrogancias.
La foto fue el año 2006, cuando enfrentó en un amistoso a la selección nacional vistiendo la camiseta de Universidad Católica, en San Carlos de Apoquindo. Por mi trabajo en el CDF y residencia en Talca, sin duda que no era gracia agregar un viaje a mediados de semana hasta la capital. La presencia de Maradona lo ameritaba, no había mayor cuestionamiento.
Acreditado para “cubrir el evento”, pude acceder hasta el sector de camarines e interactuar con el ídolo. El momento había que registrarlo y atesorarlo, al igual que la camiseta autografiada que tengo enmarcada.
Seguramente a nadie le puede importar más que a quien suscribe, claro está. Pero hasta sus más enconados detractores deberán reconocer que Maradona fue un ejemplo, sí, alguien a quien seguir por su pasión, lealtad, compromiso social, y sobre todo, la lucha que tuvo y ganó a la adversidad para llegar a ser figura mundial.
De Maradona se ha hablado todo y, por siempre, para quien tenga relación con el fútbol, seguirá escuchando el nombre del “10”, en el estadio más moderno o en la cancha de tierra más humilde del planeta, la misma de Villa Fiorito que se replica en el mundo, mucho más en nuestra América morena, y que cobije la humanidad de cualquier niño pobre que con poco en el estómago, se alimente de sueños por jugar un Mundial y consagrarse en Primera…
Maradona generó en millones de nosotros el amor por el fútbol y el fuerte compromiso social que arrastra el lindo deporte que va más allá de un balón que entra a un arco. Maradona es el fútbol y el fútbol es Maradona.
Gracias por el legado, ¡Hasta siempre Diego!
Gerardo Herrera
Periodista
Nota de la redacción: esta columna fue publicada el 29 de noviembre de 2020 en la edición papel de Diario Talca
