Las sociedades se deben construir en base a cimientos sólidos en derechos. Para ello, deben velar por el cumplimento y el respeto de la dignidad de las y los individuos, independiente de su lugar de origen o nacimiento. En la declaración de los derechos humanos universales se establece que la migración es un derecho fundamental de todas las personas. Se mencionan que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”; y que: “1. Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”. Es importante tener claros estos derechos, para poder comprender la vulneración en la que se incurre al negar o impedir el poder desplazarse libremente, y con esto condicionar la vida y el futuro de las personas.
Las causas que empujan a tomar la decisión de migrar de un país a otro son diversas, pero principalmente se pueden mencionar tres factores. La primera, es que el país se encuentre en una crisis sociopolítica en donde las vidas de las y los individuos estén en un peligro constante producido por guerras, persecuciones de toda índole y violaciones a los derechos humanos. La segunda son las catástrofes medioambientales, terremotos, tsunamis, huracanes, desastres naturales en general en donde su lugar de asentamiento y entorno no se encuentre en condiciones aptas para poder mantenerse. Y el tercer factor, pero no por ello menos importante es el económico, donde las y los trabajadores reciben bajas remuneraciones por los trabajos desempeñados generando que las personas mantengan una vida precarizada, negándoles la posibilidad de mantener una vida digna a las actuales y futuras generaciones más desprotegidas, sumando a todo esto la inestabilidad económica del país de origen.
El endurecimiento de las políticas migratorias de algunos países no solo agudiza y extreman esta condición de desprotección en la que se encuentran las personas en el mundo entero. Las y los migrantes toman la determinación de salvar sus vidas a cualquier costo, llevándolas a situaciones extremas, llegando a los países de destino irregularmente, por pasos fronterizos no habilitados, sufriendo a manos de inescrupulosos, exponiéndolos a condiciones denigrantes y siendo presos de sus miedos. Pero aquí nos queremos detener poniendo énfasis en que, si bien estas condiciones son transversales, cuando se trata de mujeres migrantes es aún más crítica porque existe la posibilidad latente que sean abusadas, retenidas y explotadas sexualmente y nunca llegar a ese destino tan anhelado.
En síntesis, con el migrar las y los individuos tienen la esperanza de poder mejorar su calidad de vida. Buscando mayor y mejores oportunidades, una estabilidad económica, un desarrollo profesional, o sencillamente tener tranquilidad emocional para ellas y sus familias.
En Chile, la población migrante ha crecido a lo largo de los años. Si nos situamos en los noventa, debido a las condiciones de inestabilidad económica y de la inseguridad de la población de los países vecinos, la comunidad peruana llegó a ser la más grande con un total de más de setenta y seis mil resientes situándose principalmente en la zona central del país, trayendo consigo su gastronomía y cultura. Pero esas maletas llenas de sueños se vaciaban con la explotación laboral que vivieron y viven hasta hoy, las pocas políticas de regulación migratorias, traen consigo el aprovechamiento y explotación de migrantes en todo sentido. Si bien se tiene conocimiento y documentado las cifras de la trata de personas con fines de explotación sexual. Es un desafío que se tiene como país el poder determinar y tener los datos fehacientes de la trata de explotación laboral de migrantes, para poder combatir esta grave violación a los derechos humanos.
En la actualidad hemos podido evidenciar como las colonias de migrantes han ido aumentado trayendo consigo su diversidad de cultura y tradiciones. Según los datos del gobierno de Chile, en el 2021, residen aproximadamente quinientos mil venezolanos llegando a ser hoy por hoy la más grande de nuestro país, enriqueciendo y aportando a la comunidad con sus tradiciones y trabajo. En el Chile de hoy, y ad portas de una votación histórica como la que se llevará a cabo en la quincena de mayo es importante tener en consideración estas temáticas de migración ya que el futuro de las civilizaciones debe tener como principio fundamental el respeto de la diversidad cultural. Considerando importante tener en cuenta la presencia del sentimiento de pertenencia étnica como componente fundamental para la estructuración de estos espacios de mixtura cultural.