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Necesitamos viveros

Los últimos 10 años en Maule, han ido generando una secuela de daño vegetacional, por efecto de incendios vegetacionales o rurales, de una magnitud que no muchos han comprendido, no solo en su dimensión, sino que también en su impacto, tano ambiental, como social y económico. Las cifras, son oficiales y públicas, entregadas por organismos del Estado (en especial, Conaf e Infor), pero para efectos de esta columna solo usaré cifras aproximadas y enteras a fin de que sea más fácil de memorizar por el lector.

Entre los incendios de 2013, 2014 y 2017, Maule ha perdido poco más de 300 mil ha de vegetación, consumida por el fuego, es decir algo así como el 10 % del total de la superficie regional. Es una cifra inmensa. Como para armarse una idea, Talca en una cifra muy redondeada, tiene algo así como 5000 hectáreas de superficie, es decir lo que en la región se ha quemado últimamente es unas 60 veces el Talca urbano.

¿Qué ha pasado con esa superficie? Una parte más pequeña, está siendo recuperada por sus propietarios, pues tienen la capacidad financiera para hacerlo. Otra porción de superficie se ha regenerado sola, con algún tipo de planta, que puede ser útil o inútil para su propietario, otra porción está abandonada, erosionándose, pues los propietarios no tienen capacidad financiera para hacer algo ahí, dado que la gran mayoría son pequeños.

Algunos pocos de ellos tienen capacidad de mano de obra. Un fenómeno no menor, que se está manifestando en muchos sectores rurales, es la parcelación, cambiando el uso de la tierra productiva a semi urbana, poblando más y más sectores (vale la pena poner atención a este fenómeno, con una voz de alerta). En resumen, a la fecha debe haber a lo menos unas 80 mil hectáreas en abandono y que necesitan atención.

¿Por qué no se plantan? Por una simple razón, no hay recurso para ello, es decir plata para generar plantas, plata para plantar y plata para lograr que la plantación se establezca. ¿Qué plantar? El árbol adecuado en el lugar adecuado y en las manos adecuadas.  Plantas para unas 80 mil hectáreas, significan unos 80 millones de plantas.

Tampoco tenemos los viveros suficientes para producir esa cantidad de plantas. ¿Por qué no generamos planes para tener decenas o centenas de viveros familiares, bajo modalidad de cooperativas? Se podría generar millones de plantas, recursos para esas familias, conocimientos y disponer de esas plantas para plantar los suelos que hoy se pierden, todo en alianza con propietarios de los suelos, también pequeños.

Un megaproyecto en esta línea sería un ejemplo mundial de asociatividad y eficacia ambiental, social y productiva.  Para hacer un proyecto así se requiere levantar barreras de celos y prejuzgamiento y mirar la región como una gran todo, con ayudas de todos y para todos.

Necesitamos viveros, para cultivar plantas, pero también para cultivar confianzas y esperanzas.

 

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