El chiste al que aludo en el título Ud. lo debe conocer, por lo que no es necesario que lo repita aquí. Sólo habría que comentar que muchas veces se le cita a propósito de esas ayudas, nunca mal intencionadas, pero que, en vez de remediar problemas, los agravan. El chiste me vino a la memoria cuando hace unos días, me entero de que que nuestro gobierno buscará asesoría mexicana para replicar, en Chile, un plan anti delincuencia de aquel país. ¿Será broma? me dije en un primer momento. ¿Será psicología inversa? pensé luego. ¿Será una noticia falsa? Pero, tras profundizar un poquito en la información, me di cuenta que todo es verdad. Y que, una vez más, la realidad supera cualquier fantasía. Porque ¿será México el país más indicado para dar consejos y asesorías acerca del combate a la delincuencia?
Veamos algunas cifras: En 2021, en Chile sufrimos 685 homicidios. En México, durante el mismo año, hubo 35.625. La diferencia es espantosa. Pero como la cantidad de población es muy diferente, veamos la Tasa de Homicidios por cada 100 mil habitantes. En Chile, el mismo año 2021, hubo menos de 4 homicidios por cada 100 mil habitantes (3,8 si quiere más exactitud). Mientras, en el mismo año, en México hubo 26 homicidios por cada 100 mil habitantes, es decir casi 8 veces más. La tasa de Homicidios, estoy seguro, es la más relevante. No hay delito más grave que ese. Pero, si observamos otros delitos (no quiero poner “menores” porque son igualmente repudiables) se constata que las tasas son igualmente mucho más elevadas en México, que en nuestro país. Robos con violencia, narcotráfico, secuestros y otros ilícitos semejantes son, proporcionalmente, mucho mayores que en Chile. Igual cosa ocurre con la cantidad de armas irregulares en manos de la población civil, el empleo de estas para la comisión de delitos, la victimización y la percepción de inseguridad ciudadana es notablemente peor en aquel país, que en el nuestro. Y todos estos indicadores se mantienen en esos niveles alarmantes desde hace muchos años. Décadas, más bien. Igual período en que, los diversos gobiernos mexicanos, han implementado variadas estrategias y programas para prevenir, combatir, reprimir y perseguir esas conductas delictuales. Con similares resultados. Al cabo de uno o dos años de declive, las cifras, porfiadamente vuelven a repuntar y el delito se impone. O sea, pobres triunfos pasajeros.
Numerosos estudios de opinión pública coinciden en destacar que el delito es, hoy, la principal preocupación de los chilenos. Incluso superior a la preocupación por la inflación y la tremenda crisis económica que se nos viene encima. Las autoridades, prestas a reaccionar a las encuestas, manifiestan similar preocupación por la oleada delictual. Hasta el Presidente estrenó un lenguaje particularmente duro (“seremos unos perros…”), el que recordó otros tiempos y otros Mandatarios. Pero, el Lector sabe que esas son sólo palabras. Y, tal vez, ni siquiera apropiadas, porque no se debiera hablar de oleada. Ese concepto proyecta la idea de algo que viene y se va, y el aumento de ilícitos pareciera haberse instalado de manera permanente en nuestra sociedad. Basta analizar las cifras, que muestran un aumento consistente en la cantidad y gravedad de los delitos cometidos en Chile. A lo cual se agrega, para peor desgracia nuestra, ilícitos “nuevos” en el contexto nacional. Extorsiones, secuestros, sicariato, conductas que prácticamente desconocíamos en Chile. Pero que en México abundan.
Entonces, recurrir a la asesoría mexicana para combatir el flagelo delictual, sabiendo que, en aquel país todos los intentos por reprimir y atenuar el problema han fracasado, resulta difícil de entender. Copiar en Chile el programa policial mexicano “Alto el fuego” es, al menos, cuestionable. Ese programa, una copia atenuada de un plan semejante diseñado en Boston y, más tarde, aplicado en México, ha sido criticado por requerir de una cantidad de recursos gigantesca, de los que México no dispone, así como un apoyo policial con que ese país no cuenta. Y nosotros tampoco, por lo que replicar en Chile lo que México replicó desde Estados Unidos (o sea, la copia de la copia) sería la crónica de un fracaso anunciado. En palabras de nuestro flamante Subsecretario de Prevención del Delito: “La realidad delictual chilena es bastante distinta y lejana a las cifras que tiene México y los países de Centro América. Sin embargo, como gobierno queremos actuar…” Por eso, es mejor repetir “No me ayude compadre”.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho