Si bien es bueno fijarse metas elevadas y aspirar siempre a mejorar, también lo es ser mesurado, autocrítico y modesto. No debemos olvidar que, para nuestra abuelita, éramos el niño más lindo del barrio, pero para el resto de la humanidad, apenas éramos del montón. Así, cuando queremos compararnos con el prójimo, debemos tratar de ser lo suficientemente ponderados como para situar el punto de comparación más o menos cercano, quizás un poquito por encima de nuestra cabeza, pero nunca por allá por las alturas. No se debe olvidar que el ridículo siempre está entre las posibles reacciones.
El Presidente Boric, en la intervención que hizo con motivo de la ceremonia de inauguración de una estatua en homenaje al ex Presidente Patricio Aylwin, en la Plaza de la Constitución, manifestó su deseo de que, en muchos años más, se recuerde a la generación que conforma junto a Karol Cariola, Camila Vallejo y Giorgio Jackson, tal como hoy recordamos a Frei Montalva, Bernardo Leighton, Radomiro Tomic o el propio Patricio Aylwin.
¿No será mucho? Sé que uno puede tener una buena opinión de sí mismo y de sus capacidades, pero otra cosa es la desmesura de medirse con la vara con que la abuelita medía nuestra hermosura. Además, uno siempre quiere a sus amigos y aprecia sus merecimientos con un poquito de “yapa”. Pero eso no debiera nublar nuestra objetividad y situarlos al lado de referentes tan elevados como los que el Mandatario señaló en su discurso.
¿Boric se ve a sí mismo como lo fue Patricio Aylwin? ¿Sabrá el actual Presidente que Aylwin llegó a La Moneda después de décadas en la primera línea de la política y tras haber librado cientos de batallas en diversos frentes y acumular la experiencia y la sabiduría que dan esos avatares? ¿Habrá considerado Boric que, cuando Aylwin fue Presidente, los desafíos y amenazas que enfrentó eran tremendamente superiores a lo que hoy pone en jaque al ex líder estudiantil, y salió bastante airoso en todos ellos, rodeado del respeto de seguidores y adversarios? Lo visto, hasta el momento, ¿permitiría situar a Boric en aquel sitial? ¿Ha exhibido Boric similar sabiduría y hecho gala de semejante experiencia? Me temo que, excepto su abuelita, pocos podrían afirmar algo así.
¡Y qué decir de su intención de ser recordado por la Historia en un sitial semejante a Frei Montalva!! ¿Podríamos aventurar alguna comparación con la visión de Estado, las luces y talentos de aquel Mandatario, que también llegó a la Presidencia pleno de los atributos políticos que confiere una larga vida en el Congreso y el respaldo de un partido sólido doctrinal y administrativamente? ¿Es, mínimamente, comparable aquella situación, con la que puede mostrar el, hoy día, Presidente? Pareciera que, en esta comparación, igual que en la anterior, Gabriel Boric sale perdiendo por mucho. Y la Historia, a menos que la escriba Baradit, no podría situarlo ni cerca de aquellos Mandatarios.
Igual de lejos han de quedar sus amigos, hoy ministros o parlamentarios, si queremos compararlos con Leighton, Tomic o Fuentealba. La solidez doctrinal de Bernardo Leighton, la valentía política de Radomiro Tomic o la intensa vida partidaria de Renán Fuentealba, sería muy difícil de equiparar exitosamente con la de Cariola, Vallejo o Jackson. Y no es cosa de años, de experiencias o de estilos. Se trata, más bien, de logros, de conquistas y de aciertos, de los que la actual generación política, representada por el Presidente y sus amigos, carecen todavía.
Si el Presidente, apenas a 10 meses de haber iniciado su mandato, y careciendo aún de los logros y conquistas sobre los cuales situarse, ya aspira a ser recordado como hoy se recuerda a las figuras que citó, no quiero imaginar con quien se habrá de comparar cuando lleve más de un año en ese cargo. ¿Kennedy, Churchill, Napoleón, Julio César? Tarea para Baradit.
Juan Carlos Pérez de La Maza
Licenciado en Historia
Egresado de Derecho
