Todos los meses el Banco Central de Chile (BCCh) lleva a cabo la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE), consultando a expertos y analistas vinculados con el acontecer económico de nuestro país, en torno a sus proyecciones en temas como: inflación, actividad económica, empleo, valor esperado para el tipo de cambio, entre otros.
En este contexto, y considerando que la observación del comportamiento y la evolución de dichas expectativas es valorada como un buen predictor de lo que se espera sea el desenvolvimiento económico de Chile, cabe relevar el resultado de la última EEE, no solo porque nos muestra una mejora clara en las perspectivas, sino también porque incorpora tibias señales de optimismo.
Entre los resultados en lo relativo a actividad económica, medida como la variación en el producto interno bruto, la encuesta revela que se espera que el PIB muestre un crecimiento para el presente 2021 de 5,0%, lo cual supera en 0,3% la expectativa del mes anterior (ubicada en 4,7%), aunque aún se mantiene bajo lo proyectado por el propio BCCh en su último Informe de Política Monetaria (donde estableció un rango de incremento entre 5,5% y 6,5% para el presente año). Ahondando en estas expectativas, destaca que el crecimiento de la actividad no minera superaría en 2021 a la minera, ubicando la primera en +5,2%; adicional a lo anterior, el incremento en el consumo de los hogares ascendería a 6% (mayor al registro del mes anterior, que lo situaba en +5,5%), mientras que para la inversión se mantiene una proyección de +7%.
Respecto a la evolución esperada para el 2022 también se observa una mirada más optimista. Es así como el incremento en la actividad proyectado pasa desde un 3% (registrado en la encuesta anterior) hasta un 3,2%, siendo esta última cifra coherente con el rango estimado por el BCCh (entre 3 y 4%).
Con todo, sin duda la evolución de las perspectivas muestra una mejora. Ahora nos queda esperar que estas puedan cristalizarse en hechos concretos que nos permitan reactivar variables muy sensibles para la población, como empleo (sobre todo en materia de calidad) y las remuneraciones reales, esperanzas que quedan sujetas a las condiciones que subyacen al comportamiento de la pandemia, la efectividad de la vacunación y sus impactos en el confinamiento de las ciudades.