A propósito de los clivajes dominantes desde mediados del siglo pasado, se destaca el de la derecha versus la izquierda. Con sorpresa me percato que en una columna de la semana pasada en este mismo diario se asocia la derecha a quienes “defenderán con tesón y denuedo la libertad, la propiedad y el emprendimiento”. En esta ocasión me centraré en el tema de las libertades.
Desafortunadamente, afirmar que la derecha ha sido defensora de la libertad está desmentido por los hechos. Cuando éstos lo ameritan, según su soberano juicio, no trepidan en sacrificarla por un presunto bien mayor. En Chile, no dudó en conculcarla al ver amagados sus intereses. La derecha política chilena fue el soporte civil de la dictadura militar y haciendo la vista gorda a una política sistemática de exterminio opositor con el propósito de “extirpar el cáncer marxista” para convertir a Chile en “una gran nación”. La derecha que el columnista pretende asociar a la defensa de las libertades, en los hechos ha demostrado todo lo contrario. Y curiosamente no dice nada de la defensa que la derecha suele hacer del orden establecido, de “su” orden, como tampoco hace referencia al llamado que la derecha tiende a hacer a las FFAA para que repongan “su” orden cuando siente que sus intereses están siendo afectados.
Se llega a afirmar que desde fines de la década de los 80 este clivaje derecha-izquierda, estaría siendo sustituido por “quienes preferían el orden autoritario y aquellos que buscaban la libertad democrática”. La expresión me hace recordar los tiempos de los eufemismos, cuando en vez de golpe, se hablaba de pronunciamiento, y en vez de dictadura, se hacía mención al gobierno autoritario. No nos engañemos, el clivaje de entonces fue dictadura o democracia. Para los partidarios de la continuidad del innombrable el clivaje era muy simple: orden o caos, donde la derecha era el orden y la izquierda era el caos. Así se planteó el plebiscito de entonces.
Los clivajes no son puros, son simplificaciones que por lo general apuntan a emborrachar la perdiz. En la realidad hay algo más que derecha e izquierda, hay algo más que orden y desorden. No todo es blanco o negro, también hay grises de todas las tonalidades y en política esto se expresa en que hay derechas e izquierdas, unos más de centro otros más extremos. Y al interior de ellos nada de raro que nos encontremos con más de un alma.
A esto sumemos que los clivajes se han ido tornando volátiles ya que no se dan las fidelidades partidarias de antaño. Lo demuestran las fluctuaciones en las votaciones. Además han aparecido otros clivajes, tales como nacionalismo versus globalismo, o individualismo versus comunitarismo. Y entre ellos se mezclan. Por ejemplo, tanto dentro de la derecha como de la izquierda podremos encontrar a partidarios del nacionalismo como del globalismo o del internacionalismo.
La prueba de que hay más de una derecha, al igual que más de una izquierda, se dio en el propio plebiscito de octubre del 88, donde hubo derechistas que adhirieron a la opción del No, puesto que se percataron que la continuidad del innombrable era políticamente inviable, y que en vez de representar el orden que pregonaba, traería consigo el caos. Y por la izquierda no faltaron quienes se marginaron de participar en él.
A propósito de la propuesta constitucional, cuyo borrador acaba de ver la luz, ahora se habla de nuevos clivajes, muchos de ellos engañosos como aquel que supone un único país versus un país fraccionado, un Estado todopoderoso versus un Mercado libre. Es harto más complejo que eso. La gran tarea, el gran desafío que tenemos es resistir y sustraernos a los clichés, a las caricaturas, a las campañas terroríficas, a los fake news que por estos días corren como regueros de pólvora.
Deberemos darnos el tiempo de comparar las principales diferencias entre la constitución del 80 y la que se nos está ofreciendo. Inevitablemente tendremos que darnos el trabajo de cotejar el país que queremos con el que tenemos y con el que nos propondrá la nueva constitución.
Rodolfo Schmal S.