Hoy vemos nuevamente al Gobierno y sus personeros actuar de manera oportunista. Durante los 18 meses que llevamos de pandemia, hemos visto cómo diversas autoridades regionales han salido hablar de los inmensos esfuerzos del Gobierno para enfrentar una crisis, citando cifras millonarias, pero, al mismo tiempo, llaman a “comer pan duro”.
Mientras un Presidente de salida pide a sus autoridades ir a terreno y conectar con las angustias de los chilenos a menos de 8 meses de entregar un mandato que será más recordado por aquello que no se hizo que por lo que sí, empezamos a entender que el apuro por tener minutos de radio y prensa pesan más que el llegar acuerdos que permitan que Chile sea un país más justo.
Los mismos que con una actitud contumaz pregonaban que la limitación de las libertades era el único camino viable, que la gente podía vivir cómodamente con una caja de alimentos y nos mantuvieron sin autoridad regional durante los peores días de la pandemia, hoy salen hablando que el Gobierno no ha llegado con suficiente fuerza y es necesario volver rápidamente a nuestra vida normal, sin siquiera proponer una alternativa que nos permita, no volver a cómo vivíamos antes, pero que nos permita vivir con las dificultades que vamos a heredar de esta pandemia y crisis interna de forma segura y tranquilos.
Pareciera que estos personajes no vieran ni conectaran con el sentido de la gente de a pie, los mismos que andamos sin conductor y vemos cómo políticos se pelean por quien suben o bajan en una encuesta, que dudo mucho alguien haya respondido alguna vez, más que por velar que los millones de chilenos que hemos sorteado esta pandemia con nuestros recursos podamos volver a surgir, volver a tener trabajo, volver a tener la tranquilidad de que haciendo las cosas bien, estaremos bien. Nuevamente vemos cómo los oportunistas de siempre aprovechan el hambre y el dolor ajeno para tener sus cinco minutos de fama.
Quienes salimos a pedir el voto por este Gobierno hemos visto cómo éste mismo le dio la espalda a la clase media, le dio la espalda a esos millones de chilenos que apostaron por un proyecto país, que pusiera primero la libertad por sobre la igualdad, donde primara el orden por sobre la delincuencia, que primaran los acuerdos y no las trincheras, y decidió gobernar a punta de Excel y asesores que no conocen las diferentes realidades de Chile.
Hoy solo esperamos que surjan aquellos que ven una esperanza en un proyecto sensato, con ánimos de cambios, pero con acuerdos, un Chile que quiere menos oportunistas y más sentido común.