¿Qué es?
La Niña forma parte del fenómeno conocido como El Niño Oscilación del Sur (ENOS), una variación en la temperatura del océano que ocurre en el Pacífico ecuatorial.
¿Cómo se detecta?
Si la temperatura del mar -en esa área- supera un umbral climatológico, es decir, es más cálida de lo normal, estamos en el periodo El Niño, pero si la temperatura desciende nos encontramos en un periodo La Niña.
¿Cuál es el contexto?
A fines de 2024, El Niño hizo su retirada y le dio paso a La Niña, que según explica el académico de la Universidad de O´Higgins e investigador, Raúl Valenzuela, “su llegada es más bien débil para este verano”.
¿A qué se debe?
En otras palabras -explica el Doctor en Ciencias Atmosféricas- si bien hay una anomalía negativa de temperatura -aguas más frías-, la temperatura se mantiene cerca de valores neutrales, es decir una condición entre El Niño y La Niña.
¿Qué pasará en este verano?
“Para el verano 2025 esto traería lluvias bajo el promedio climatológico en la zona sur y austral de Chile y temperaturas por sobre lo normal para la zona central”, explica.
¿Y el invierno?
Raúl Valenzuela detalla que el pronóstico de precipitación y temperatura hacia el invierno 2025 es más incierto. “Los modelos climáticos aún no tienen la capacidad de hacer proyecciones con una precisión suficiente», dijo.
¿Cuál es la expectativa?
«Se espera que aumente la probabilidad de condiciones neutras, lo que debería traer precipitación y temperatura dentro de los rangos climatológicos”, señala el experto.
¿Qué ocurre con la sequía?
Sobre la posibilidad de entrar en un nuevo ciclo de mega sequía, de la mano del fenómeno de La Niña, el académico aclara que no es posible asegurarlo hoy, ya que depende de datos de precipitación que se observen durante una serie de años.
¿Qué va a pasar a largo plazo?
“No obstante, la tendencia de una disminución de precipitaciones hacia fines de siglo sigue apareciendo en las proyecciones climáticas. La megasequía fue -al menos hasta el año 2022- un patrón extraordinario que no necesariamente está asociado al patrón de largo plazo que está vinculado al cambio climático antropogénico”, destaca Valenzuela.