Estimada persona lectora, quiero advertir que no deseo imponer una verdad, ni cerrar un candado, solo puedo decir lo que pienso respecto a esto. El desafío no solo es poder decir lo que puedo pensar, sino que también sentir, por lo que la exploración de esta pregunta se aproxima a una visión personal. Debo declarar, además, que el tema ha surgido tras haber pensado en otras cosas que me condujeron a titular estos pensamientos con una pregunta como esta.
Estaba practicando la tolerancia con una persona. Podríamos decirlo así. Estaba sosteniendo a la forma de ser de una persona. Lo que implicaba un ejercicio personal e íntimo. Como a tantas personas que con el tiempo terminamos aceptando tal cómo son y al aceptarlas nos dejan de causar, es decir, dejan de provocarnos esas cualidades o maneras de ser que tiene el otro. En Argentina dicen “bancársela”, al hacerle banca (ser suplente en el fútbol) a alguien, al esperarlo, al aguantarlo, lo que conlleva un asunto temporal para con el otro incluso.
Luego pensé en que, así como sostenemos, también somos sostenidos. De esta forma, podemos dimensionar cuánto sostenemos y cuánto nos sostienen a nosotros. O pensar: a quiénes sostengo y a quiénes dejo, o me aprovecho, que me sostengan. O con qué aspectos soy tolerante y con cuáles no lo soy. Laura Pausini lo dice muy bien “no somos ángeles, no nos caímos del cielo”, en su canción que tiene dedicada a la “gente”, permitiéndonos pensar que la aceptación tiene cualidades liberadoras.
Si no hubiese tenido primas tan causantes no habría podido tolerar a algunas compañeras o colegas. Es una broma media verdad. Si no hubiese tenido el padre que tengo, no habría podido tolerar a algunos profesores. Si no hubiese sido hijo de mi madre, no podría haber tolerado a varias personas. Me llega a dar risa. Si no hubiese tenido una hermana tan causante como la que tengo, no habría podido bancar a algunas amistades. Si no fuese padre no toleraría a algunos alumnos, por ejemplo. Bueno, ellos también han tenido que bancarme. ¿Será que la familia es un reflejo de la vida social? Quizás por eso dicen en las iglesias que ames a tus hermanos para aprender a amar a toda la sociedad.
Pero cuando tenemos que pensar en todos/as/es, cuando tenemos que pensar globalmente, o nacionalmente ¿a quiénes estamos considerando dentro de esa totalidad? Puede ser que tengamos una noción bastante certera de lo que significa esa totalidad, en cuanto a lo que han delimitado los intelectuales y grandes pensadores, pero cuando hay que sufragar o elegir, cada uno está eligiendo según sus propios conceptos de la totalidad implicada en la decisión que se está tomando. Podemos sospechar que el sufragio es afectivo, por tanto, pues la política nos afecta directamente. Por lo que una vez más no erraríamos en decir que la política se consume emocionalmente.
Surge una pregunta ligeramente ingenua: ¿Cuándo tenemos que elegir lo hacemos pensando en la totalidad y generalidad o en los beneficios personales? Porque pareciera muy obvio hablar de pueblo como colectividad universal digna de ser atendida en nuestras decisiones democráticas. Pero, podría ser que para algunos el pueblo sean aquellas personas con las que me relaciono directamente. En esto cabe, la familia, el vecino, las escuelas, el comercio, la ciudad. Por lo tanto, el sufragio se determina según el beneficio de la gente que me es próxima. Tiene sentido. El pueblo sería entonces todo cuanto puedo ver con mis propios ojos. Esta visión puede ser más reducida aún, cuando se lleva solo al aspecto familiar, al elegir por el beneficio de mi núcleo cercano de parientes.
Por otra parte, podríamos pensar que el espectro de esa totalidad, así como puede reducirse puede ampliarse, al vislumbrar las esferas sociales que podemos reconocer tras saber que existen, aunque no las podamos ver. Cuando superamos la distancia que ha levantado la modernidad con la materialidad económica podemos ver más claro, así como también buscar saber cómo es la realidad. Con las tecnologías de las ciencias sociales podríamos creer que se ha ampliado la visión global, pero esto lo digo más desde un sentimiento que desde una idea que pueda argumentar en esta ocasión.
Pero sí, podríamos decir entonces que la noción de pueblo tiene una flexibilidad que permite ampliarse o restringirse, según la visión de cada persona. Además, también podríamos decir que nuestros afectos contribuyen en la consideración o comprensión del mundo social, haciendo de nuestras personas cotidianas un espejo para las de la vida social. Si habláramos de política debiésemos preguntarnos ¿quiénes somos el pueblo chileno? Una pregunta compleja si es que para algunos es la familia, para otros el barrio, para otros la ciudad, para otros los habitantes del país, para otros los chilenos. Como siempre, la pregunta queda abierta.
Franco Caballero Vásquez